Tiempos De Prueba: Los Usos Y Abusos De La Evaluación; Gordon, Stobart
26 de Noviembre de 2014
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Capítulo I: Evaluando la evaluación
La evaluación según el autor, tiene tres grandes interrogantes. Estas serían: 1) la finalidad principal de la evaluación, 2) ¿la evaluación es sólo finalidad en sí misma? Y 3) ¿la evaluación consigue su objetivo?
La evaluación tiene una larda data de uso. La evaluación ha sido concebida como una actividad social desde las antiguas dinastías chinas que separaban a grupos de hombres (jamás mujeres) para ver si podían ocupar ciertos cargos y qué cargos podían ocupar (evaluarlos). Sin embargo, mas allá de eso; lo importantes de esto es que la evaluación tiene determinadas formas de operar, y estas están relacionadas intrínsicamente a sociedades y estructuras sociales determinadas. La finalidad de la evaluación ha sido conseguir una selección más justa y unos niveles elevados de enseñanza/aprendizaje, más allá de los matices y las construcciones sociales.
Según el autor, la evaluación debe conocer su finalidad, pues o sino no se puede entender si la evaluación ha hecho lo que estaba previsto que esta hiciese o “evaluara”. Por otro lado, el autor también plantea que dentro de la concepción actual de la evaluación, y que se ha ido arrastrando por siglos; hay dos características que se han expandido de forma naturalizada, como supuestos. Estas son: a) que la evaluación va a debelar la capacidad subyacente (oculta) de los sujetos y b) que en educación, haya una necesidad por construir pruebas. Esta naturalización acerca de un carácter utilitario de la prueba sólo como un fin; ha naturalizado su práctica construyendo una casi inexistente crítica al uso y a la finalidad de la evaluación a través de las sociedades.
El uso del “examen”: El autor argumenta que esta idea de hacer “exámenes” para evaluar es una construcción que no se ha criticado y que se considera algo “obvio”. Por ello, explica que la tradición histórica que existe desde los ingleses en introducir exámenes, se basaba en “elevar los niveles” en las universidades; concepción que luego pasó a las profesiones y por último, al campo escolar primario. Ante ello, indica que se ha entendido de forma natural que el examen es un medio “justo” y que devela la capacidad subyacente de los sujetos.
Gordon, luego indica que los exámenes en educación secundaria se relacionan a la idea británica victoriana de que todas las clases sociales debían tener sus propias instituciones independientes, pues así se respondería a las necesidades educativas propias de cada grupo. Así se elevarían los niveles de aprendizaje y enseñanza según las “necesidades” de los grupos sociales (Ay Dios!! … ) . En síntesis, el autor hace este recorrido histórico, colocando énfasis en que la forma actual de entender la evaluación a través de exámenes, viene de la tradición victoriana de mejorar la escuela a través de exámenes que permitirían controlar todos los procesos de enseñanza. Por último, y como crítica; se señala que a pesar de que se ha ido cambiando el lenguaje en cuanto a usar el examen en la evaluación, aún persisten las mismas ideas; naturalizándose su práctica, aunque estas estén ocultas.
Capítulo VII: Razones para alegrarse. La evaluación para el aprendizaje.
El autor plantea la necesidad de entender a la evaluación como un proceso en el aula, más que una teoría educativa llena de trabas y rigurosidad. De hecho, el ocupa el término “evaluación para el aprendizaje”, que supone centrar la atención en: a) lo que se está aprendiendo dentro del aula b) y en la calidad de las relaciones que se dan dentro de esta. Esto lo distinguiría de otras concepciones pedagógicas que se centran en “estilos de aprendizaje”. Es decir, este tipo de concepción se centra en la obtención de “pruebas” que den cuenta del aprendizaje que van teniendo los estudiantes y a la facilitación de una
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