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Trabajo Sobre La Restauración

24 de Septiembre de 2014

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PRINCIPIOS DE LA RESTAURACIÓN

De las ideas tradicionalistas anteriormente expuestas surgen los principios que fundan la obra del Congreso de Viena. Son los siguientes:

a. Principio de legitimidad: En especial el legitimismo monárquico; supone la devolución del trono a su legítimo poseedor, que no es otro que el rey que lo recibe de Dios (origen divino del poder), y al que nadie ni ninguna institución (constituciones) le pueden arrebatar o limitar su poder (carácter absoluto de la monarquía).

b. Principio de equilibrio y responsabilidad: Postula un nuevo orden internacional dirigido por las grandes potencias, ya que existe una relación entre el poder de un país y la responsabilidad internacional que le corresponde desempeñar.

c. Principio de intervención o solidaridad: Consiste en el derecho a intervenir en los asuntos internos de un Estado cuando lo que sucede en él repercute en los demás o, simplemente, para restaurar, por solidaridad, los derechos de un rey legítimo.

LA RESTAURACIÓN DE EUROPA: EL CONGRESO DE VIENA, LA SANTA ALIANZA Y LA CUÁDRUPLE ALIANZA

La paz impuesta a Napoleón será paradójicamente templada. Parece que influyen en ello la preocupación de cada uno de los Estados vencedores por formular sus respectivas reivindicaciones, la habilidad diplomática del ministro de Asuntos Exteriores de Luis XVIII, Talleyrand, y el énfasis del propio monarca en la culpabilidad exclusiva de la Revolución y en la intangibilidad de su patrimonio familiar (el reino de Francia), al fin y al cabo recibido por derecho divino según la filosofía de los propios vencedores de la Revolución.

De hecho, los aliados se conforman con reducir el territorio francés a los límites de 1792 -con ligeros retoques- y a anunciar la reunión de un Congreso internacional para regular la reorganización del mapa europeo y la paz continental. Lo primero, el mapa europeo, se realiza en el Congreso de Viena, y lo segundo, la paz continental, por las Santa y Cuádruple Alianzas.

EL CONGRESO DE VIENA

La reestructuración del mapa de Europa, supuso un conflicto entre los propios aliados. Los cuatro grandes estaban en plena disputa acerca de Polonia, de Alemania y de Italia y, desaparecida la pesadilla napoleónica, resurgían las rivalidades entre Inglaterra y Rusia, porque Rusia desea el predominio en el continente, e Inglaterra quiere un equilibrio en el continente para así conservar ella la hegemonía en el mar, de ahí que apoye a Austria; entre Austria y Rusia, porque las dos pretenden expansionarse por los Balcanes ante la descomposición del Imperio turco; y entre Austria y Prusia, porque el crecimiento de ésta acabaría con la hegemonía austriaca; la rivalidad llegó hasta el punto de firmar un pacto secreto de alianza entre Inglaterra, Austria y Francia en 1815. Europa parecía estar en vísperas de otra guerra, pero el desembarco de Napoleón en Cannes, en el mes de marzo, produjo de nuevo la unión en bloque hasta su derrota definitiva en Waterloo (18 de junio de 1815) y su destierro a la isla de Santa Elena.

Por lo tanto, estas potencias se dividen en dos bloques: Inglaterra y Austria por un lado, y Rusia y Prusia por otro.

Aprovechando estas discordias, Talleyrand, representante francés, consigue que Francia sea admitido en el grupo de los grandes en el Congreso.

La combinación de principios y ambiciones de las potencias dio como resultado la configuración de un nuevo mapa europeo que favorecía a los cuatro grandes e ignoraba las realidades y deseos nacionales de muchos pueblos.

En Europa se producen entonces los siguientes cambios geopolíticos:

El Reino Unido no tuvo apetencias territoriales pero el Tratado acabó convirtiéndolo en el dueño del mar; unía a sus posesiones mediterráneas del XVIII (Gibraltar) el mantenimiento de Malta y las islas Jónicas, con el consiguiente control mediterráneo. Hannover, británico ahora, junto a la entrega de Noruega a Suecia frente a las aspiraciones danesas, le permiten controlar el Báltico; igualmente se beneficiaba de la unión de Bélgica y Holanda, porque las desembocaduras del Rhin y del Escalda estaban en manos de un Estado con problemas de identidad.

Rusia aparece como la potencia terrestre de mayor peso militar. Incorpora Finlandia y también la Besarabia turca. Siguió controlando buena parte de Polonia, a pesar de que el Tratado contemplaba la creación de la República independiente de Cracovia. El Estatuto Polaco concedido por el zar fue el documento político por el que se van a regir los polacos hasta el proceso revolucionario de los años 30. El imperio zarista se abre cada vez más a la influencia europea occidental debido a la marcha del ejército ruso por Europa.

Francia muy bien tratada en la primera Paz de París, después del efímero Imperio de los Cien días, el segundo Tratado de París endureció su postura respecto a Francia como demuestra el hecho de que fuera rodeada de "Estado-tapones" para que no se repitiera la experiencia napoleónica. Prusia controlaba el Sarre y tenía frontera con Francia, Saboya se incorporaba al reino del Piamonte frenando una posible expansión hacia el sureste, el reino de los Países Bajos con la unión de Bélgica y Holanda propiciaba un medio de contención al Norte. Por el Segundo Tratado de París se le impone una sanción de 700 millones de francos y la ocupación del territorio por tropas extranjeras al mando de Wellington durante tres años.

Austria renunció a Bélgica, demasiado lejana e indefinible, anexionó algunos territorios alemanes, penetró en Italia (Lombardía y Véneto), y con prudencia, para no chocar con Rusia, en los Balcanes (Dalmacia) y el Tirol, y en Polonia (Galitzia), y ejerce influencia en Módena, Parma y Toscana, en manos de príncipes austriacos; Austria era la más interesada en mantener el orden dentro de los Estados, pues se jugaba en ello su propia supervivencia.

Prusia toma una parte de Polonia (Danzig y el ducado de Pozen), la Pomerania sueca, parte de Sajonia y la rica zona de Renania al oeste de Alemania. Pero queda separada en dos partes por Hannover y Francfort.

El Reino Unido de los Países Bajos, con un Orange de monarca y al que se incorporó Bélgica, tenía la misión de estado-tapón.

Suiza consiguió que se respetara su neutralidad y estableció la Confederación de 22 cantones con constituciones propias. Sus límites territoriales permanecerán hasta nuestros días.

Entre los Estados que no son grandes potencias tenemos que Suecia se anexionó Noruega, Dinamarca obtuvo Holstein y Lauenburgo. España y Portugal no se vieron recompensadas por su intervención en las luchas napoleónicas, porque las potencias conocían la debilidad que poseían ambos reinos.

Se creó una Confederación Germánica de 39 Estados independientes que sólo tienen en común una Dieta (Congreso permanente de delegados de los Estados) bajo la presidencia de Austria y con sede en Francfort. En cuyo seno aumentaron su influencia el Imperio Austriaco y Prusia. Los círculos patrióticos deseaban instaurar un Estado nacional alemán, pero la rivalidad austro-prusiana y las pretensiones de soberanía de los príncipes impidieron la implantación del poder unitario. La misión inmediata de la Confederación fue mantener a los pequeños Estados fuera de la órbita francesa. Entre estos 39 Estados hay soberanos extra-alemanes: el rey de Inglaterra lo era también de Hannover, el de Dinamarca representaba los ducados de Holstein y Schleswig y el rey de los Países Bajos a Luxemburgo.

Italia queda dividida en siete Estados: el reino de Piamonte-Cerdeña, el lombardo-véneto, los Estados Pontificios, el reino de las Dos Sicilias (Nápoles y Sicilia) y los ducados Parma, Módena y Toscana.

Por todo lo anteriormente expuesto, podemos comprobar como el deseo de los restauradores de retornar a la Europa de 1789 no se realizó en el aspecto territorial, como tampoco en este sentido se practicó una política de equilibrio. Unos estados salieron claramente beneficiados: Rusia, Prusia y Austria en el continente, Gran Bretaña en su posición marítima; de este modo se anunciaba la rivalidad que marcaría la marcha de las relaciones internacionales en los próximos años: la disputa entre Austria y Prusia por su predominio en la Confederación Germánica, el choque entre Austria y Rusia en torno a los Balcanes relacionado con la hostilidad entre Rusia, que emprendía la búsqueda de una salida al mar Mediterráneo y Gran Bretaña, que controlaba las rutas marítimas y vigilaba celosamente la situación de los Estrechos Turcos. Al mismo tiempo, las nuevas fronteras, que habían establecido en nombre de la Restauración, respondían sobre todo a los conceptos de ganancia merecida o de barrera precavida, de modo que acentuaron un problema ya iniciado en la Revolución y aumentado con el Imperio napoleónico: el nacionalismo. Tempranamente los hombres de letras jugaron un papel de primer orden en avivar este sentimiento. Con su recogida de leyendas y canciones, que el pueblo conservaba vivas, con el cuidado de expresarse bien en la lengua de origen y con la exaltación de los tiempos remotos en que realizaron grandes hazañas, mostraron su empeño en resaltar la peculiaridad de un pueblo respecto a otro. La separación de este pueblo, o su obligación de convivir con otra comunidad ajena a él por la distribución de las fronteras, no haría más que exaltar la propia singularidad.

REVOLUCIONES DE 1848

Características

a) El valor relativo de la fecha 1848 como inicio, por la importancia que los conflictos revisten ya en algunos países en fechas anteriores (1847 sobre todo, y en especial en Suiza e Italia).

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