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Tratado Y Origen De Las Penas


Enviado por   •  11 de Marzo de 2013  •  2.530 Palabras (11 Páginas)  •  893 Visitas

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INTRODUCCIÓN

Este ensayo acerca de la obra creada por C. Beccaria “TRATADO DE LOS DELITOS Y DE LAS PENAS”, escrita en 1764, se retoma a la injusticia que vive el pueblo debido a los actos de su legislador. Es un libro interesante porque nos muestra el origen de las penas como su nombre lo dice. Beccaria nos lleva por la historia de cómo se castigaban las conductas que no eran bien vistas en la sociedad y principalmente para la iglesia hay que hacer notar que en México tenemos un sistema legislativo que fundo sus bases en el derecho romano, tenemos nuestra Constitución Política de los Estados Unidos mexicanos, códigos estatales y federales. Beccaria fue parte fundamental en lograr establecer un margen en cuanto a la pena por delito.

Desde que la sociedad entro en un estado de gobierno intentando dejar atrás toda diferencia entre raza, color de piel, religión, ideales, etc. Formo un margen de conducta lo BUENO y lo MALO según lo sus creencias. Generando así derechos y obligaciones que no siempre fueron bien vistos, ya se conocía o se tenía una idea de lo que era un delito y cuál era su pena sin embargo este concepto se ha ido modificando, lo que ha sido una constante es lo que Beccaria demostró que siempre hay que prevenir y al fallar esto buscar una readaptación. Siempre buscar un cambio y demostrar lo que se puede lograr sin tener que agrandar la pena corporal y mucho menos buscar tener un estado saturado de reos.

ENSAYO SOBRE EL TRATADO DE LOS DELITOS Y LAS PENAS, (MARQUES DE BECCARIA)

CAPITULO I. EL ORIGEN DE LAS PENAS

En este capítulo, hace referencia a una especie de pacto social, como la base principal de ese convenio tácito, celebrado entre los hombre vagos y frívolos, quienes decidieron ceder parte de su independencia a un régimen encargado de salvaguardar el estado de paz, al que recién había entrado la creciente sociedad, cansados de estar en constante estado de guerra. Beccaria señala que la solución a éste pequeño inconveniente de la inexperta sociedad, se encontraba en la conjugación de motivos sensibles, que fueran capaces de apaciguar el ánimo tiránico de los hombres, llamados así por ser los únicos capaces de herir los sentidos de los hombres, que se oponen al bien universal; de esta forma podemos deducir que esos motivos sensibles, son las penas que se imponen a los hombres que intentan traspasar la barrera del orden social.

CAPITULO II. DERECHO DE CASTIGAR

Al ser el gobernante el legítimo depositario de la soberanía, está facultado por los integrantes del gran pacto, para poder castigar los delitos, con la finalidad de contrarrestar los atentados de los hombres que sean enemigos de la salud pública, la donación de parte de los derechos de cada hombre a favor del bien público, no a sido sino con la finalidad implícita que a cada uno de los individuos beneficia; si bien es cierto seguramente muchos hombres aún en la actualidad, desearían estar fuera y ser inmunes a nuestro régimen jurídico, pero seguramente de conseguirlo, sería mucho más lo perdido que lo ganado, pues cada uno aunque de diferente manera, tenemos necesidades que solo podemos satisfacer a través de los demás y viceversa y es en este sentido en que los primeros hombres racionales, al notar que solos no podían continuar con su camino, por lo que optaron por la unidad social, que solo pudo sobrevivir hasta nuestros días, gracias a que la mayoría de quienes aceptaron este pacto, se sujetaron a la normatividad emitida para tal fin y que por ende es la fuente de este derecho a castigar, concepto que es más complejo de lo que parece, pues de él emana todo un mundo alterno, que gira alrededor de la justicia. Es en este sentido, que toda norma fuera de éste principio es solo parte de la tiranía desmedida del gobernante, quien al estar envestido con esta facultad, pierde toda obligación de su encomienda, condenando a todo aquel ser humano, que se atreva a desafiar su voluntad, por lo que la Justicia debe ser siempre, solo el medio para mantener unidos estos intereses particulares de los hombres.

CAPITULO III. CONSECUENCIAS

En este capítulo nos señala que la primera consecuencia de los principios es establecerlos en una ley y que las penas o los delitos solo pueden estar plasmadas en la misma y que es una seguridad para los infractores, de que ningún juez, en un arranque de venganza, podría imponer una sanción que le satisficiera, en estos lapsos de irracionalidad, ya que es el representante legítimo de los integrantes del pacto y esta es la primera consecuencia enumerada así por Beccaria.

La segunda consecuencia, es que los intereses de los integrantes del pacto, deben estar a la mirada de todos, para poder así evitar cualquier violación de los mismos, que sería el principio de una anarquía desmedida, contraria en toda proporción al interés público, principio que nos muestra el nacimiento de un sistema de impartición de justicia cada vez más complejo, donde existieran al igual que en la creación de las leyes, terceros encargados de juzgar los actos de los infractores, evitando así que la nación se divida en dos partes, donde una sea representada por el soberano que afirma el delito y por la otra el delincuente que lo niega. La tercera consecuencia radica, en que no se trata de que los hombres prueben la atrocidad de las penas como medida de prevención, ya que sería esto contrario a las cláusulas del pacto social, en el que los hombres decidieron participar sin mayor miramiento, en busca de una vida mejor y cometer este error, representa atentar contra este principio de una vida ejemplar, ya que el soberano estaría automáticamente gobernando a un gran número de esclavos y no ciudadanos conformes con el resultado de su apuesta por un entorno mejor y más equitativo.

CAPITULO IV. INTERPRETACION DE LAS LEYES

Analogía e interpretación de la ley penal, son unas de las invariables, que no están permitidas a los juzgadores, pues si tuvieran esta capacidad, se convertirían automáticamente en legisladores; el juzgador, recibe la codificación, como un dogma sagrado, el cual no tiene derecho a cuestionar y que principalmente, está obligado a llevar a la letra por ser estos resultado de la voluntad de los hombres, plasmada por el pueblo a través del legislador.

El juzgador tan solo tiene la facultad de realizar dentro del parámetro señalado por la ley, la motivación correspondiente y el análisis de los elementos que concurrieron en la comisión del delito, ya que de lo contrario, se puede caer en especulaciones sin respuesta,

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