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¿UN NUEVO CAPITULO EN LA HISTORIA DEL DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA?


Enviado por   •  1 de Mayo de 2013  •  3.725 Palabras (15 Páginas)  •  545 Visitas

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El Nuevo Mundo, como es sabido, se amalgamó desde un primer momento en la imaginación de descubridores y conquistadores con leyendas medievales y fantasiosas reminiscencias bíblicas. Fue entonces apenas lógico que los utopistas renacentistas proyectasen hacia nuestro continente anhelos e ilusiones políticos irrealizables en la Europa de ese tiempo y que celosos clérigos tratasen de ensayar la utopía con fines misioneros en suelo americano.

La avidez de riqueza y despojo de los colonizadores fue haciendo al mismo tiempo necesaria la imagen del indio abominable cuya abyección sirviese de legitimación para la expoliación y el exterminio: el nombre de la tribu de los caribes se deformó en 'caníbal' y terminó en Calibán, monstruo esclavizado por Ariel, espíritu del aire y del saber, en La tempestad de Shakespeare.

La Ilustración europea tuvo más tarde que volver a echar mano del idilio americano. Para mostrar que el ordenamiento feudal carecía de fundamento natural inventaron los rousseaunianos al 'buen salvaje', cuya bondad congénita sucumbe a los artificios de la aristocracia y de la cultura. La patria de ese buen salvaje no podía ser otra que el Nuevo Mundo. Así lo muestran tantos grabados de aquel tiempo que sirvieron para desplegar la leyenda negra de la obra de España.

Al cambiar la coyuntura europea América vuelve a perder su aura dorada. El auge de las ciencias naturales y el nuevo ordenamiento político-económico del mundo a finales del siglo XVIII exigían sobriedad y precisaban de justificación para el ascendiente imperialismo. Europa vuelve a valerse del determinismo. Buffon, Reynal, de Pauw, postulan ahora la inferioridad biológica del Nuevo Mundo, el cual exhibe por doquier menos potencia y menor susceptibilidad de variedad que el Viejo Continente. Se llega hasta el extremo de afirmar que el sistema orográfico de los Andes es asimétrico y antiestético por no discurrir en la misma dirección que los Alpes y por tener cumbres más altas que las de éstos.

Las controvertidas referencias de Hegel, así lo han visto muchos, encajarían muy bien en este contexto. Las culturas de México y Perú son para él ' 'culturas naturales" que tuvieron que fenecer al contacto con el espíritu europeo[1].

"América se ha mostrado y aún hoy se muestra física y espiritualmente impotente", dice a continuación. Sus leones, tigres y cocodrilos si bien se parecen a los homónimos del Viejo Mundo son "en todo respecto más pequeños, más débiles y menos poderosos". Los indios carecen no sólo de espíritu sino también de energía instintiva hasta el punto de que ' 'como me recuerdo haber leído, un sacerdote tenía que recordarles con un campanazo a medianoche el cumplimiento de sus deberes matrimoniales, cosa que a ellos por sí solos no se les ocurriría". Su inferioridad en todo sentido, incluyendo el de la estatura, es tan grande que hizo necesaria la traída de negros africanos "mucho más receptivos a la cultura europea que los indios".

Así las cosas, "pasará mucho tiempo antes de que los europeos logren infundirles un poco de sentimiento de dignidad personal". De ahí que "América sea por tanto la tierra del futuro, y como tierra del futuro no nos incumbe en absoluto". El filósofo no tiene que ver sino ' 'con lo que es y eternamente es, con la razón, y con ello ya tiene suficiente quehacer".

Lo burdo y caricaturesco en la visión hegeliana de Hispanoamérica nos lleva a preguntar por las razones que hayan movido a Hegel a atenerse en esta materia a escritos tendenciosos y a fuentes de segunda mano. Es imposible que él no supiera de los informes de Humboldt, quien había vuelto de América en 1804. Y qué decir del famoso ciclo de conferencias que bajo* el título de "Cosmos" dictó en 1827 el sabio prusiano en presencia del rey Federico y de militares y académicos que muy seguramente asistían también a los cursos de Hegel, ciclo que causó enorme revuelo en Berlín. ¿Habrá en esto una opción sistemática, para no interferir con los grandes trazos del esquema de-í terminista? ¿O un distancia miento frente a la romántica filosofía de la naturaleza que animó a Humboldt?

LAS DIFICULTADES CON EL TEXTO DÉLAS LECCIONES DE HEGEL

Lo que conocemos como las Lecciones sobre la filosofía de la historia universal de Hegel, en sus cuatro ediciones diferentes, son intentos de fusión y combinación de una pluralidad de apuntes y versiones de las Lecciones con manuscritos autógrafos del filósofo de muy diversos grados de elaboración. Cada editor, eso sí, se siente obligado a criticar las artes combinatorias de su antecesor.

El curso que se dictó por primera vez en el invierno de 1822 se repitió con intervalos de dos años hasta 1830; en este tiempo Hegel se dedicó a aumentar su información sobre las épocas y escenarios de la historia universal. Las dos primeras ediciones se realizaron bajo los auspicios de la "Sociedad de Amigos del Difunto". La primera, a cargo de Eduard Gans (1837), privilegió precisamente por su mayor contenido en información histórica a la última Lección de 1830. La segunda, a cargo de Karl Hegel —hijo del filósofo— en 1840, le dio mayor importancia a las primeras Lecciones y se valió de documentos autógrafos adicionales que después se perdieron. Georg Lasson trató en 1917 no sólo de reconstruir las diferentes Lecciones sino también de incluir nuevas versiones y desconocidos manuscritos de Hegel en lo que terminó siendo un ejercicio de confusión. La última edición, hasta ahora, es la de Johannes Hoffmeister (1955) cuyo mérito es el de haber establecido que el manuscrito sobre Las maneras de escribir la historia constituyó en realidad la

Introducción a las Lecciones y que el manuscrito de 1830, La historia filosófica universal, lógicamente sigue al anterior.

Valga destacar que en las notas a su edición, Hoffmeister hace públicas sus dudas en cuanto a incluir en la publicación el texto de El contexto natural o el fundamento geográfico de la historia universal, consciente ya de la controversia en torno a las referencias al continente americano. Lo dice así:

El único paisaje, donde sería posible una duda, podría encontrarse en el ensayo sobre el fundamento geográfico de la historia universal. Aquí en realidad se le planteó al editor la pregunta de si debería acoger en su edición todo el material de información sobre regiones que se encuentra en los cuadernos de apuntes, hoy, cuando mucho de ello debe considerarse obsoleto. El editor se ha decidido en favor de su publicación

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