VIOLENCIA Y SOCIEDAD EN EL FIN DEL SIGLO
Rocio PardoResumen31 de Julio de 2017
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ANTROPOLOGIA: VIOLENCIA Y SOCIEDAD EN EL FIN DE SIGLO
Antropología. Trabajo practico nº1
Escuela Normal Superior “José Manuel Estrada”. ISFD Nº163
Alvarez Marianela, de la Canal Agustín, Hoffman Florencia, Pardo Roció
Primer año del profesorado de Historia. Gregorio, María Elisa.
VIOLENCIA Y SOCIEDAD EN EL FIN DEL SIGLO:
Abordar una temática tan amplia como lo es la cuestión de la violencia no es tarea sencilla. Este fenómeno ha implicado e implica grandes debates en torno a su naturaleza. Uno de ellos, que constituye un eje fundamental para desarrollar las características de este fenómeno, es su definición. Se aprecia que definir lo que es la violencia implica una gran complejidad debido a la naturaleza escurridiza y cambiante del término. La violencia no ha sido igual a lo largo de la historia y, por eso mismo, cuesta definirla. Sin embargo, parece que existen dos tendencias que ayudan a aproximarse al término: una de tipo objetiva y otra de tipo subjetiva. La primera radica en la aceptada noción de que la violencia se da en ámbitos específicos y evidentes. Esto quiere decir que existen porciones de la realidad donde empírica y fácticamente se sabe que se desarrolla la violencia. En tal sentido, se puede decir que la violencia se da en el ámbito familiar, laboral, escolar e incluso deportivo. El segundo eje, de más complejo abordaje por su impronta personalista, tiene que ver con la representación individual que los sujetos se hacen de este fenómeno. Como cada ser humano es único e irrepetible, la forma que tendrá de encarar y definir lo que representa la violencia está íntimamente ligado con su subjetividad. La autora, a pesar de todo, esboza una suerte de definición: “la violencia no puede ser pensada como una categoría en si misma sino como una idea teórica que comprende las formas de acciones u omisión que podemos juzgar como peligrosas para el desarrollo de la subsistencia humana”.
La naturalización de la violencia remita a un proceso mediante el cual este fenómeno queda intrínsecamente ligado a la condición humana. Se trata de afirmar que la violencia es algo inherente al Hombre. Esta tradición, según la autora, se ve con claridad durante el Iluminismo, corriente filosófica que predomina durante el siglo XVIII y que se caracteriza por elevar a la Razón como eje fundamental de la naturaleza humana. En este plano, la razón estaría vinculada a la violencia del individuo en tanto los niveles de raciocinio de un sujeto determinan los grados de violencia del mismo. En tanto las mujeres, los niños y los iletrados poseen menor capacidad racional son más propensos a ejecutar un acto violento. Por el contrario, el hombre civilizado y letrado, gracias a sus amplias facultades racionales, no poseería la tendencia a violentar. Se inicia a partir de aquí una serie de tendencias que explican la naturaleza de la violencia ligada a la condición humana en tanto el propio bagaje biológico del Hombre trae aparejado consigo el componente violento. En estas posturas, por lo tanto, es inevitable e indisociable el vínculo: biología humana y acto violento. Desde las corrientes de la psicología conductistas, se explica que la violencia se relaciona con mecanismos neuropsicológicos que surgen de los propios procesos de frustración del individuo. En este sentido, se reclama la necesidad de reeducar al sujeto violento en función de poder deshacerse del factor violento. Debido a las perspectivas conductistas, comienza a gestarse un estereotipo entorno a la persona violenta al asociarla a coyunturas negativas, cuestión que terminara por provocar el surgimiento de actos discriminatorios y la marginalización de estos sujetos.
Existen miradas que tienden a defender el componente violento intrínseco a la naturaleza humana. Lorenz va a afirmar que dicha violencia es necesaria debido a que obra como reacción instintiva ante un peligro determinado y cumple un rol de supervivencia. Citando a Heller, se entiende por instinto a: “mecanismos compulsivos de conducta o coordinaciones motoras compulsivas heredadas con el código genético, desencadenados por estímulos internos y externos, propios de la especie y específicos en cuanto su acción…”. Continuando con estas líneasque asocian la violencia con una suerte de determinismo biológico, se encuentra la postura de Jacobs que entiende a la violencia como un acto propio de la especia humana. Como mirada antagónica, se encuentra la tesis de Dawkins que defiende la idea de un bagaje genético que determina la reacción violenta pero, a diferencia de Jacobs, esta se daría en el plano de la individualidad, del sujeto en sí con carácter estratégico en tanto adaptación.
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