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Visita Al MNAH


Enviado por   •  28 de Abril de 2014  •  1.811 Palabras (8 Páginas)  •  266 Visitas

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Mi sala favorita, en una de las secciones favoritas: la México-Tenochtitlán fue una ciudad sumamente esplendorosa, que pudo competir con cualquier otra ciudad capital de cualquier imperio del-mundo-de-la-otra-orilla del mar. Las correctas organizaciones de carácter social, económico y político se reflejan en el esplendor de la ciudad principal del imperio mexica (que no debe confundirse con el azteca). Si uno revisa los anales de los historiadores españoles, es más, de los mexicanos, jamás encontraremos mejor descripción de la ciudad que la hecha por un cronista llamado Bernal Diaz de Castillo que cita que la ciudad hasta parecia estar construida por oro pero él era consciente de que el reflejo de los rayos de sol la hacían ver así. Después de la caída del imperio mexica en el 1521 a manos del conquistador Cortés y sus huestes tlaxcaltecas comenzó la destrucción plena de la ciudad: apenas unos meses antes ya había comenzado el declive tras el sitio de la ciudad a consecuencia de las tropas españolas. Cuando Cuauhtémoc (‘águila que cae sobre su preza’ pero que después de la conquista plena, para enaltecer la figura de los conquistadores españoles y comenzar a difundir la cultura derrotista sobre los pueblos indígenas la traducción del náhuatl al castellano se toma como ‘águila que cae’) decide tomar hasta el último recurso de la ciudad, incluso humanos para comer, el declive era más que evidente. Cortés halló la manera correcta de destrozar la gran ciudad: disparando balas de cañon desde sus galeones a las murallas y edificios de la ciudad.

La sala del imperio mexica que en el frontón se lee ‘Gloria y fama del imperio mexica’ es amplia y contiene piezas de todo el imperio, explica las rutas de los pochtecas y un sinfín de cosas más, respecto a la maqueta: no se tiene un fidedigno borrador del diseño de la gran ciudad sólo se sabe que estaba concetada con cuatro grandes y anchas calzadas. Incluso en este cuarto, porque la sala se divide en cuatro espacios y un centro, ideal para quienes sabes de la concepción de la cosmogonía mexica del tiempo y el espacio, se encuentra un mural de la ciudad que hace una representación preciosa y estimada a la realidad de cómo era la ciudad en sus tiempos de gloria. Como fiel admirador del imperio mexica, su organización y diseño, esta maqueta representa todo lo que quiero y lo que amo: es el pueblo en el que hubiese deseado estar.

¿Sólo así he de irme?

¿Cómo las flores que perecieron?

¿Nada quedará en mi nombre?

¿Nada de mi fama aquí en la tierra?

¡Al menos flores, al menos cantos?

De los pueblos mesoamericanos, en especial los mediterráneos y no tanto los que se apegan a la costa, la concepción de la muerte es digna, diversa y sobre todo abstracta. La muerte es una deidad iracunda e inmesirecordiosa pero de la misma manera, en el caso específico del pueblo mexica, la deidad principal (Huitzilopochtli) y la madre del pueblo (Coatlicue) se nutren con muerte. No tanto como una sala o como un objeto que se pueda tener y rememorar o tener siempre en el celular yo me quedo con el consejo sabio y concreto del mensaje (que se adjudica a Nazahualcóyotl sin ser verdad que él lo escribio). El grabado, que se presenta en bajo relieve, denota la sabiduría de los pueblos: dejar la huella en el paso del tiempo.

Yo procuro recordar este fragmento del canto, que en realidad es extenso, para aplicarlo siempre a mi vida: cuando logras que tu presente pueda ser grandioso puedes dejar de preocuparte por tener un futuro cotidiano. Pero si aplicas lo del presente bien trabajado a tu futuro bien administrado tienes entonces una huella en el tiempo, al final todos nos llevamos un ‘puño de tierra’ pero la grandeza de la fama bien ganada es un hecho incomprabale.

Una foto que decidí anexar porque la pieza que presento no está en exhibición por ahora debido a la remodelación, pero como fiel amante al MNAH tengo un acervo grandioso de fotos. Como característica principal en fondo encontramos al monolito de Tláloc, segunda deidad más importante para el pueblo mexica sólo después de Huitzilopochtli. Se presume que el monolito de esta deidad fue encargado a los descendientes de los toltecas, los maestros artesanos, por los mexicas. El monolito fue terminado pero la fuerza humana y la tecnología de esos tiempos eran inútiles para trasladar semejante representación del dios del agua que fluye a la ciudad principal del imperio. El Doctor Matos Moctezuma considera que los mexicas hacían este tipo de enmiendas para lograr una penetración religiosa reptante a los pueblos que conquistaban porque la imposición de religiones era algo terminantemente prohibido por los pueblos mexicas.

El misterio también se toma de la mano con el monolito de Tláloc: cuando fue hallado y trasladado de la ciudad de Tula, Hidalgo a la capital de la República Mexicana el país atravesaba por el fenómeno natural conocido como “El Niño” donde las sequías se hacen presentes. Nadie esperaba que lloviera en la capital del país pero justamente cuando el monolito del Dios Tláloc entro a la ciudad comenzó una precipitación anormal. Coincidencia o destino, podemos juzgar ese evento de diferentes maneras.

En lo personal creo que ese fenómeno no fue otra cosa más que el Dios Tláloc demostrando su poder sobre sus hijos, regresando al lugar donde lloró por no poder ser útil para cuando el gran imperio cayó, pero aún Tláloc tiene ese poder sobre el agua sólo necesitaba llegar al lugar de su culto.

Dentro de la sala de la cultura mexica encontré estas piezas de alfarería simplemente preciosas. Son pipas, el elemento clave para cualquier momento de reflexión. En la cultura mexica solamente los hombres sabios, regularmente viejos, tenían

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