ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Alegorías del poder


Enviado por   •  30 de Mayo de 2017  •  Trabajos  •  3.057 Palabras (13 Páginas)  •  317 Visitas

Página 1 de 13

Alegorías del poder

  [pic 1]

[pic 2]                                                                                                 

                                                             [pic 3]

[pic 4]                                                                                         [pic 5]

Literatura 6º Año

Colegio Pio XII – Prof. María Andrea Palacios

Rodríguez Milagros, Palacios Josefina, Goya Prieto Felicitas, Bertelsen Nasif Iara

Introducción

En el siguiente trabajo, se presentan cuatro obras pertenecientes a la cosmovisión alegórica dentro del contexto histórico de la presidencia de Juan Manuel de Rosas.

  • “El matadero”, Esteban Echeverria.
  • “La malasangre”, Griselda Gambaro.
  • “Facundo”, Domingo Faustino Sarmiento.
  • “La princesa federal”, María Rosa Lojo.
  • “El Farmer”, Andrés Rivera.

Entre 1829 y 1852, don Juan Manuel de Rosas fue gobernador de Buenos Aires por dos períodos. Su figura de poder fue objeto de miradas muy diversas durante aquella época y, posteriormente en la historiografía argentina.

Una de esas miradas lo denuncia como líder autoritario, creador de la Mazorca, un grupo violento que perseguía y condenaba a los opositores y conservador del orden colonial, feudal y cristiano. La otra mirada, lo exalta como líder nacionalista, restaurador de la paz y las leyes, y defensor de la soberanía argentina ante potencias como Francia.

Un grupo de la época, que se caracterizó por su posición contraria al gobernador de Buenos Aires y por su adhesión por idea republicanas, fue la generación del ’37. Se trató de una agrupación de intelectuales y escritores, jóvenes universitarios que se reunían en la trastienda de la Librería Argentina, para hablar de literatura, arte, música y en particular de política.

Desarrollo

Reseñas y contexto histórico:

“El matadero”, Esteban Echeverría.

El relato comienza dando cuenta de un gran diluvio que afectó la economía del país. Se produjo una crisis en la provisión de alimentos y hubo falta de carne. Esta carencia, que por otra parte venía a coincidir fortuitamente con la cuaresma de la Iglesia, produjo un aumento en los precios de otros productos y la muerte de muchas personas. Sin embargo, aunque la institución religiosa advirtió a la población que no se debía comer carne por ser un pecado, no fue igual de rígida con los gobernantes y el cuerpo religioso, lo que dejó en evidencia la hipocresía del gobierno y del clero.

Echeverría narra que ante la crisis, Rosas envía una reducida cantidad de novillos al matadero que son recibidos con alegría por la gente más pobre de la zona. El último de los animales que queda vivo resulta ser un toro que se escapa. Echeverría cuenta que por este hecho se produce indirectamente la muerte de un niño, decapitado por el chicotazo de un lazo al romperse. No obstante, esta tragedia es rápidamente olvidada por los asistentes, obsesionados por que se dé muerte al animal. Finalmente el toro es atrapado y matado.

Luego pasa cabalgando por el lugar un joven, al que la muchedumbre identifica como unitario, por no llevar luto (por la muerte de la esposa de Rosas) ni la divisa punzó. El mozo es atrapado y llevado a la casilla del "Juez del Matadero", donde es interrogado y torturado. El joven unitario (personificación de Echeverría) se resiste y estalla de rabia, muriendo heroicamente y expresando abiertamente sus pensamientos acerca del régimen gobernante.

El Matadero se inscribe en esta estética romántica antirrosista. Se trata de una obra escrita, posiblemente, entre 1838 y 1840, durante el exilio de Echeverría en Montevideo; pero que fue publicada recién en 1871 en la Revista del Río de La Plata por Juan María Gutiérrez, veinte años después de la muerte de su autor. No fue publicada en el momento de su producción por el peligro que significaba en el marco de la persecución a los opositores instalada por Rosas. Al respecto, se puede señalar que es la ficción lo que le permite a Echeverría abordar todo aquello que no es posible desde el relato histórico, le da la posibilidad de hablar de los “otros”, de representar su mundo y darles voz. Se puede definir a la obra como un relato de costumbres, ya que Echeverría logra presentar los caracteres y describir las costumbres de esa clase marginal.

Desde el inicio del relato se plantea la existencia de dos mundos irreconciliables: el de los unitarios y el de los federales. Esta idea irá profundizándose y alcanzará su punto culminante con la llegada del joven unitario al matadero. A partir de ese momento, lo bajo, lo bárbaro, la cultura subalterna queda asociada al mundo de los federales que se contrapone, visiblemente, a lo alto, a lo civilizado, a la cultura superior a la que pertenece el unitario. Este juego entre opuestos sirve, entonces, para destacar las diferencias, es decir, las distancias que existen entre esos dos mundos.

Esta dicotomía puede observarse en el lenguaje de los personajes: por un lado, la lengua culta y, por otro, la popular.

Echeverría compara a la Argentina con un matadero de ganado y a Rosas como un gran matarife, él no escribe sobre un Matadero, escribe sobre un país donde no son los animales los degollados, son los hombres los que mueren a diario en la Argentina ante la presencia de un tirano.

“Facundo”, Domingo Faustino Sarmiento.

En la introducción se plantea a Facundo como un fantasma inmortal, un ser que, aunque muerto, sigue vivo en el recuerdo popular, casi mistificado y eterno. A él se recurre frente a la necesidad de soluciones (“te levantes a explicarnos [...] de un noble pueblo”) y a él se lo compara, irónicamente, con la figura de Rosas (“... su heredero, su complemento”). Este Facundo ha tenido una muerte muy violenta y sangrienta (“sacudiendo el ensangrentado polvo que cubre tus cenizas” y “trágica muerte”) que Sarmiento explica detalladamente en el capítulo XIII `¡Barranca-Yaco!'. Las primeras características que se le atribuyen a Facundo son el instinto, la tendencia, la iniciación, a diferencia del “sistema, efecto y fin” de Rosas. Luego de tildarlo de bárbaro, provinciano, valiente y audaz, Sarmiento explica que Facundo fue lo que fue “no por un accidente de su carácter, sino por antecedentes inevitables y ajenos de su voluntad”, que lo convirtieron en “una manifestación de la vida argentina”, en “el tipo más ingenuo del carácter de la guerra civil de la República Argentina; la figura más americana que la revolución presenta”.

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (17.5 Kb)   pdf (294.3 Kb)   docx (1.5 Mb)  
Leer 12 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com