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Aproximación A La Poesía De Ennio Moltedo


Enviado por   •  5 de Septiembre de 2013  •  1.529 Palabras (7 Páginas)  •  317 Visitas

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Aproximación a la poesía de Ennio Moltedo.

Adolfo de Nordenflycht

La validez de la poesía de Moltedo, independientemente de las formas, está en hacernos partícipes de cada instante, de cada uno de los hechos y las conclusiones, del leve olor que despide la taza del café, una vez bebido, del lento movimiento de las grúas que cada noche bajan el telón del teatro del puerto, dejándonos la seguridad de que al día siguiente, al levantarlo, el poeta lo hará con una línea, una palabra, un poema, cruel, feliz, amargo, melancólico, hondo; pero nunca desafortunado. De alguna manera, algún día ese poema nos llegará y lo sentiremos de igual forma, porque su poesía tiene la virtud de la transparencia y nos revela con inteligencia poética que la creatividad humana consiste en la participación comprometida y generosa con la realidad, del encuentro profundo del lenguaje con su entorno. Merced a la creatividad, los hombres, sin dejar de ser distintos, dejan de ser distantes y extraños y se hacen íntimos. El hombre creativo, el poeta, se mueve bajo el impulso de la respuesta a la apelación de realidades que no se agotan en una mirada parcial, que piden ser vistas en su relieve y en su mutua vinculación. El poeta, nos enseña Moltedo, es el cuidador que reflexiona sobre la grandeza de la palabra, su capacidad de fundar ámbitos de entrelazamiento y sus posibilidades de abrirse a la solidaridad humana. Tener el don de la palabra, ser e-locuente, compromete al hombre a responder adecuadamente a esa dignidad que le ha sido concedida. Por ello, el hombre responsable, al cuidado de –es el que responde adecuadamente a la apelación del mundo, de los otros, de los semejantes

Pero la palabra auténtica y esa es su irreductible paradoja, se fundamenta en el silencio. En efecto, ya bien lo sabía Valery, toda palabra dicha con hondura abre en torno a sí un campo de resonancia que es el silencio elocuente. Palabra y silencio, constituyen un diálogo, entendido como vehículo de creatividad y campo de encuentro, en una búsqueda tenaz del distanciamiento, de la soledad en medio de la multitud como condición de posibilidad de la poesía en la modernidad, a la cual sucede, de manera concomitante, una fe en el auténtico sujeto, que sorprende por salir a escena en un momento donde esto resulta imposible, cada vez más. Esto parece ser lo que afirman los textos de Moltedo tanto en sus hallazgos, como en sus intuiciones e incluso sus límites que le piden la palabra al silencio, y cuyo rastro será el poema como sitio de los encuentros. Este, nos parece, sería el primer movimiento que testimonia toda su travesía, desde la penetración en el cotidiano a partir de la necesidad de la metáfora, en sus primeros libros, hasta la certeza de que sólo en la introspección se encuentran las verdaderas posibilidades de la existencia, como sucede en los poemas que nos llevan del Día a día hasta La Noche.

Alguna vez he señalado que la escritura de La Noche es una pasión. Una pasión que intuye que no todo en el hombre es voluntad de dominio, de aplastamiento al otro, al disidente; una pasión que critica el insomne monólogo del poder y se enerva contra sus feroces aristas; una pasión por esa intensidad de lo humano que denominamos libertad o espíritu; una pasión que se funda en la desazón y la certeza de que sólo la ausencia, la lejanía, los bordes, la poética de la pérdida y la escritura del autoexilio abren las puertas del ser del hombre.

Se ha dicho, también, que La Noche nos mostraría a un poeta civil, lo cual no es más que relativamente exacto. Sin duda que el libro encara la actualidad de nuestra existencia en tiempos de transitoriedad o permanente transición de la historia, adentrándose en un territorio de zozobras donde reconstruir la experiencia de los marginados, la experiencia de los borrones y los horrores del poder, del amordazamiento y el embrutecimiento, del despojo y de las apariencias, del velo que consensuadamente se extiende de manera artera sobre todas las concesiones y corrupciones. La envidia, la codicia, la sordidez, la miseria humana, ya sean padecidas individualmente o desde fuentes “organizadas” en los maquiavélicos conciliábulos de los poderosos, son una constante en La Noche. Pero también la brillantez, la agudeza, el convencimiento profundo de ser responsable están en el otro platillo de la balanza, contrapesando la mediocridad del medio amargado, destemplado y peligrosamente ambicioso.

Pero por otra parte, la poesía, burlando el difícil estrecho de

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