CONOCIMIENTO Y PODER: UNA MIRADA DESDE LA EDUCACION
MisaelUs20126 de Abril de 2012
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CONOCIMIENTO Y PODER: UNA MIRADA DESDE LA EDUCACION
INTERCULTURAL BILINGÜE
Lucy Trapnell*
El concepto de diversificación se empezó a utilizar en el Perú a inicios de la década de 1970, en el marco
de la Reforma Educativa impulsada por el gobierno militar, con particular referencia a los niveles de
primaria y secundaria. A través de este concepto, se aludía al “proceso de variación y especificación de
objetivos y contenidos, así como de los métodos, materiales educativos y otros elementos del currículum
de acuerdo con las necesidades y características de los educandos y de las comunidades en las distintas
zonas y regiones del país” (Tincopa 1993). Casi una década después, surgió el enfoque de educación
intercultural bilingüe (EIB), a partir del cuestionamiento que dirigentes indígenas latinoamericanos y sus
aliados hacían sobre la educación bilingüe, por entonces fundamentalmente dirigida a traducir contenidos
académicos escolares a las lenguas vernáculas. En este marco, se empezó a repensar la educación
indígena desde una perspectiva de descolonización cultural e ideológica (Varese y Rodríguez 1983) y se
planteó la necesidad de una educación distinta que incluyera los conocimientos y valores de los pueblos
indígenas (Mosonyi y Rengifo 1983). Según los planteamientos de la época, las lenguas y tradiciones
culturales de diferentes pueblos indígenas serían consideradas como las formas y contenidos básicos de
los procesos de educación formal. Todas las áreas temáticas del currículo oficial que necesita el niño
indígena serían agregadas de manera gradual desde una perspectiva no conflictiva y no substitutiva
(Mosonyi y Rengifo 1983). Esta nueva aproximación a la educación indígena demandaba cambios
sustanciales en los currículos escolares. Sin embargo, no hubo propuestas concretas que permitieran
visualizar cómo se podría responder a este reto.
A lo largo de los últimos veinte años, los programas de EIB existentes en el país han tratado de responder
a los retos antes planteados a través de la diversificación de los currículos básicos. Estos procesos han
sido abordados desde diferentes enfoques sobre interculturalidad, educación intercultural y cultura
indígena. Algunos programas se han limitado a introducir ciertos contenidos indígenas en los currículos de
educación primaria, educación inicial o formación docente, mientras que otros también han revisado los
perfiles, competencias y capacidades de los diseños curriculares nacionales. No obstante, más allá del
enfoque o estrategia adoptados, todos los programas EIB han quedado atrapados en la diversificación de
diseños curriculares básicos monoculturales en su concepción, estructura y objetivos.
El propósito de este artículo es contribuir a la reflexión sobre cómo abordar el tema curricular desde un
enfoque educativo coherente con la perspectiva de descolonización cultural e ideológica que dio inicio a la
EIB. A partir del análisis de los alcances y límites del concepto de diversificación, planteo que aun cuando
esta puede contribuir a la adecuación e innovación de los contenidos curriculares y, de alguna manera, ha
permitido la incorporación de saberes locales en el trabajo escolar, la diversificación, tal y como se
concibe en el Perú, no encara un tema central para la EIB: la relación entre conocimiento y poder.
Los alcances y límites de la diversificación curricular
Según Lamas (1999:36), existen dos niveles o grados de diversificación: el de adaptación, que supone
“completar o especificar parcialmente algunos elementos del currículo”, y el de rediseño, que “afecta a
todos y cada uno de los elementos de la propuesta curricular oficial” (perfiles, macrocompetencias,
competencias, contenidos, estrategias metodológicas, entre otros). Según esta autora, la opción por uno u
otro nivel de adecuación curricular dependerá del nivel de pertinencia del currículo básico a la diversidad
de contextos en los que se desarrolla el trabajo educativo. Sin embargo, sea cual fuera el nivel por el cual
se opte, este proceso siempre supone adaptar una propuesta curricular oficial. Como señala Lamas,
“el respeto por los principios educativos que plantea una propuesta curricular nacional u oficial es una
condición indispensable que se debe tener en cuenta en todo proceso de diversificación. Puesto que, en
un país como el nuestro caracterizado por sus múltiples diferencias, el respeto por los lineamientos
generales de una propuesta curricular nacional es requisito indispensable de la tan deseada «unidad en la
diversidad»” (ibid: 30).
Desde esta perspectiva, al diversificar se acepta de manera incuestionable la intencionalidad, orientación
general y organización del currículo básico; en otras palabras, se asume que el currículo nacional es
neutro y objetivo. No se considera su carácter histórico, ni se reflexiona sobre su dimensión política y
sesgo cultural. Tubino y Zariquiey cuestionan esta posición al señalar que
“la estructura curricular básica ha sido diseñada y estructurada desde la mentalidad y la cultura
hegemónica. No es un currículo inclusivo de la diversidad. Para hacerlo inclusivo, es necesario
interculturalizarlo…” (Tubino y Zariquiey 2005: 92).
Esta observación pone el tema del poder en el centro del debate y hace pensar en la necesidad de
cambiar los términos de la discusión. Así, el trabajo curricular desde los programas EIB no debería
limitarse a la adecuación o adaptación de los currículos básicos sino más bien plantearse como una
negociación. En ese sentido, considero relevante el aporte de Garcés y Guzmán, para quienes
“Un currículo intercultural es un espacio en el que se negocian las prácticas, los conocimientos, los
valores, la palabra, los tiempos, los espacios, las formas de hacer y la autoridad comunal. Es un espacio
de negociación de poder en el ámbito educativo” (Garcés y Guzmán 2003:21-22).
Optar por la construcción de currículos interculturales supone un camino distinto al de la diversificación. Al
diversificar, se suele partir de un diagnóstico de demandas y necesidades y, en los programas EIB, por lo
general, también se incluye una reflexión sobre cómo debe ser la educación escolar, qué deben aprender
los niños y qué se espera de su tránsito por la escuela. En el proceso de negociación de un currículo
intercultural “desde y para los pueblos indígenas”, es necesario tomar mayor distancia frente a la escuela
y preguntarse, como proponen Garcés y Guzmán, qué se entiende por educación, qué se quiere de la
escuela desde la visión política de los pueblos indígenas, cómo se educa y qué lugar ocupa la formación
escolar dentro de un proceso de educación más amplio en el que se incluyen los procesos de
socialización y aprendizaje de cada pueblo.
Asumiendo que la educación intercultural acepta la existencia de distintas visiones de la realidad y se
opone a conceptos racionales que buscan la “verdad única y universal”, el proceso de desarrollo de un
currículo EIB también debe incluir una reflexión sobre las visiones de la realidad y del conocimiento
implícitas en el Diseño Curricular Nacional (DCN) e incorporar aquellas que han sido subalternizadas.
Dicho en otras palabras, debe incluir la identificación de los conceptos con los cuales se interpretan las
experiencias cotidianas que se desarrollan en diferentes contextos culturales. Esto implica reflexionar
sobre la existencia de otras formas de saber diferentes a las que han definido las estructuras curriculares
vigentes y buscar nuevas formas de organizar el currículo, respetuosas y amables con la diversidad.
En tal sentido, recojo la propuesta de Ruiz Bravo, Rosales y Neira (2005) de revisar la noción de “saberes
que se deben incluir”, para pensar más bien en “saberes con los cuales se tiene que dialogar”. Esto
implica tomar distancia frente al currículo oficial y reflexionar sobre el hecho de que, detrás de su aparente
organización neutra, subyacen nociones del individuo, de la sociedad, de la naturaleza, del desarrollo y de
la modernidad, así como un conjunto de escisiones y separaciones que se han ido construyendo en el
occidente a lo largo de muchos siglos. En las siguientes líneas me detendré en una de ellas: la oposición
sociedad-naturaleza.
La oposición sociedad naturaleza
La separación entre naturaleza y sociedad, construida a lo largo de la historia occidental, es un elemento
central en la organización de las matrices curriculares de los diferentes niveles del sistema educativo
peruano. Esta aproximación y el dualismo hombre-naturaleza que se deriva de ella son, a su vez,
aspectos medulares del discurso pedagógico en las áreas de Personal Social y Ciencia y Ambiente.
También lo es la idea, que tiene su origen en el relato bíblico de la creación, de que el “hombre” fue
creado como un ser superior y separado del mundo natural (Bowers 2002). Esta visión desintegrada
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