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DEL AMOR Y OTROS DEMONIOS


Enviado por   •  24 de Octubre de 2021  •  Resúmenes  •  1.183 Palabras (5 Páginas)  •  146 Visitas

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DEL AMOR Y OTROS DEMONIOS

El primer domingo de diciembre, un perro cenizo mordió a cuatro personas que se le atravesaron en el camino. Tres eran esclavos negros. La otra fue Sierva María de Todos los Ángeles, hija única del marqués de Casalduero y Bernarda Cabrera. Don Ygnacio de Alfaro y Dueñas, segundo marqués de Casalduero, era un hombre fúnebre; Bernarda Cabrera madre de la niña se había borrado del mundo por el abuso de la miel fermentada y las tabletas de cacao.

La casa en la que vivían había sido el orgullo de la ciudad hasta principios del siglo, ahora estaba arruinada. Dominga de Adviento, gobernó la casa con puño de fierro hasta la víspera de su muerte, era ella quien había criado a Sierva María; por órdenes de ella, las esclavas más jóvenes le cuidaban la cabellera que nunca le cortaron. En aquel mundo opresivo en el que nadie era libre, Sierva María lo era, conviviendo con los esclavos, ya había aprendido lenguas y costumbres africanas.

Al domingo siguiente, cuando la criada fue sola al mercado, vio el cadáver de un perro colgado de un almendro para que se supiera que había muerto del mal de rabia. Le bastó una mirada para reconocer el lucero en la frente del que mordió a Sierva María; cuando llegó a la casa se lo contó a Bernarda, que al revisar a la niña sólo encontró un desgarrón en el tobillo, ya con costra de sangre seca, por ello ni siquiera le mencionó el asunto a su marido.

No volvió a saberse nada de los mordidos hasta principios de enero, cuando Sagunta tocó a la puerta del marqués, ella le informó que Sierva había sido mordida por un perro rabioso, y Bernarda se lo confirmó esa noche. Al día siguiente el marqués fue a casa de Abrenuncio, un médico de moral dudosa, para que revisara a su hija, Abrenuncio le hizo una exploración minuciosa, y las evidencias de su buena salud estaban a la vista. Dijo que lo más probable era que Sierva María no contrajera la rabia.

El marqués, agradecido con su suerte, se propuso enmendar el pasado y conquistar el corazón de la hija, trató de aprender a peinarla y a tejerle la trenza. Trató de enseñarla a ser blanca de ley. Lo intentó casi todo, menos preguntarse si aquel era el modo de hacerla feliz.

Días después, Sierva María amaneció con un poco de fiebre, llamaron a Abrenuncio quien advirtió que la niña no estaba a salvo de cualquier mal, el único recurso era esperar. El marques queriendo salvar la vida de su hija, la sometió a infinidad de curaciones con médicos y santones que solo empeoraron la situación.

Con el pasar de los días, en el pueblo ya se comentaba sobre la hija del marqués, tanto, que el obispo don Toribio de Cáceres y Virtudes, le pidió reunirse para hablar de la salud de su hija; cuando lo hicieron, le dijo al marqués que Sierva estaba poseída por un demonio, y para salvarla debía internarla en el convento de Santa Clara para hacerle un exorcismo, a la mayor brevedad.

El marqués la internó; por el comportamiento extraño de Sierva María, la abadesa Josefa Miranda la encerró en una celda. Allí dejaron a Sierva María, tiritando de miedo, al cuidado de una guardiana instruida para ganar la guerra milenaria contra el demonio. La celda de Sierva María se convirtió en el centro de la curiosidad de todas, una niña endemoniada dentro del convento tenía la fascinación de una aventura

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