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EL MODELO TRANSACCIONAL Por LOUISE M. ROSENBLATT


Enviado por   •  28 de Febrero de 2015  •  13.754 Palabras (56 Páginas)  •  1.422 Visitas

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EL MODELO TRANSACCIONAL:

La teoría transaccional de la lectura y la escritura (*)

LOUISE M. ROSENBLATT

Términos tales como el lector, no obstante ser convenientes, resul¬tan ficciones engañosas. El lector corno término genérico, la obra literaria como término también genérico no existen. En la realidad, existen solamente millones de posibles lectores individuales de piezas literarias individuales… La lectura de cualquier obra literaria es, nece¬sariamente, un hecho único e individual que se percibe sólo en la mente y en las emociones de un lector en particular

En la reali¬dad sólo existen innumerables transacciones independientes que cada lector entabla con el texto.

El paradigma transaccional

Transacción

Los términos transacción y transaccional son acordes con una pos¬tura filosófica que tiene cada vez más aceptación en el siglo XX. Un nuevo paradigma en la ciencia (Kuhn, 1970) hizo necesario un cambio de hábitos en cuanto a nuestro modo de concebir la relación con el mundo que nos rodea. . Durante trescientos años, Descartes y su vi¬sión dualista del ser como distinto de la naturaleza bastaron, por ejem¬plo, para dar cuenta del paradigma newtoniano en física. El ser, o “sujeto”, estaba separado del “objeto” percibido. Se buscaban hechos “objetivos”, libres por completo de subjetividad, y se creía posible captar de manera directa, inmediata, la “realidad”. La teoría de Einstein y la evolución de la física subatómica revelaron la necesidad de reco¬nocer que, como explicaba Neils Bohr (1959), el observador es parte de la observación, los seres humanos son parte de la naturaleza. Aun los hechos de la física dependen en cierta medida de los intereses, las hipótesis y tecnologías del observador. Se volvió evidente que el orga¬nismo humano es el mediador último de toda percepción del mundo o de todo sentido de la “realidad”.

John Dewey y su epistemología pragmática respondían al nuevo paradigma. Es así como Dewey, conjuntamente con Arthur F. Bentley, comenzaron a crear una nueva terminología en Knowing and the Known (El conocimiento y lo conocido) (1949.

Ellos, en cambio, eligieron “transacción” para decir “observación no fragmentada” de la situación en su totalidad. “Se emplean” sistemas de descripción y designación para “ocuparse de los aspectos y fases de la acción, sin atribuirlos finalmente a ‘elementos’ o a ‘entidades’, ‘esencias’ o ‘realidades’ presumiblemente separables o independientes” (p. 108). El conocedor, el conocimiento y lo conoci¬do se distinguen como aspectos de un “único proceso”. Cada elemen¬to condiciona y es condicionado por el otro en una situación gestada de manera recíproca (Rosenblatt, 1985b).

El nuevo paradigma exige abandonar hábitos del pensamiento ya instalados. Los viejos dualismos estímulo-respuesta, sujeto-objeto, individual-social ceden frente al reconocimiento de las relaciones transaccionales. Se considera al ser humano como una parte de la naturaleza, continuamente en transacción con el ambiente y cada uno determina al otro.

El lenguaje

El concepto transaccional está íntimamente ligado a la comprensión del lenguaje. Tradicionalmente se consideró al lenguaje, en primer lugar, como un sistema o código autónomo, un conjunto de reglas y convenciones arbitrarias a las cuales hablantes y autores echan mano; un instrumento, un código que se imprime en la mente de lectores y oyentes. A pesar de que el abordaje transaccional es aceptado, este modo de pensar —-tan arraigado— continúa funcionando de manera tácita o explícita en muchos de los textos relacionados con la enseñan¬za, la investigación y la teoría.[2]

Esa visión del lenguaje, esencial para el modelo transaccional de lectura, tiene una deuda de gratitud con el filósofo John Dewey pero le debe aun más a su contemporáneo Charles Sanders Peirce, quien es reconocido como el fundador norteamericano de la semiótica o semiología, el estudio de los signos verbales y no verbales. Peirce acuñó conceptos que diferencian la perspectiva transaccional del len-guaje y la lectura, de las teorías estructuralistas y postestructuralistas (especialmente el deconstruccionismo). Éstas reflejan la influencia de ese otro grande de la semiología, el lingüista suizo Ferdinand de Saussure (Culler, 1982).

Saussure (1972) diferenciaba el habla concreta (parole) de las abs¬tracciones de los lingüistas (langue),pero recalcaba la naturaleza ar¬bitraria de los signos minimizando el aspecto referencial. Aun más importante fue su formulación de la díada “significante-significado”, es decir la relación entre palabra y concepto. Este cariz alentó la vi¬sión del lenguaje como sistema independiente y autónomo (Rosenblatt, 1993).

Contrariamente, Peirce (1933, 1935) elaboró una formulación en tríada. “Un signo”, escribía Peirce, “está en relación conjunta con la cosa que denota y con la mente...” El “signo está relacionado con su objeto sólo como consiguiente a una asociación mental, y depende del hábito” . La tríada constituye un símbolo. Peirce en repetidas oca¬siones se refiere al contexto humano del significado. Es evidente que su intención no era destacar el concepto de “mente” como entidad ya que típicamente hablaba de un nexo “conjunto” entre signo, objeto e “interpretante”, que debería entenderse como operación mental y no como la dicha entidad . La tríada del modelo de Peirce susten¬ta el lenguaje, sin lugar a dudas, en las transacciones de cada ser humano con su mundo.

A pesar de que el lenguaje a menudo se define como un sistema de comunicación de origen social, los verdaderos vasos comunicantes de cualquier sociedad, el concepto de la tríada nos recuerda que el len¬guaje siempre resulta de un ser humano que lo internaliza al entrar en transacción con un medio ambiente en particular. Si bien Vygotsky reconoce el contexto social, esto no le impide recalcar el rol del indivi¬duo: el “sentido de una palabra” es “la suma de todos los aconteci¬mientos psicológicos que tal palabra despierta en nuestra conciencia. Es un todo complejo, fluido y dinámico que tiene varias zonas de equilibrio inestable. El significado —es decir, la referencia— es sólo una de las zonas del sentido, la más estable y precisa. Una palabra adquiere su sentido a partir del contexto en el cual aparece; en contextos diferentes, cambia de sentido” (1962:46).

Vygotsky postulaba “la existencia de

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