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Ejercicio Sencillo A Partir De Una Obra Literaria: "La Noche Boca Arriba", Cuento De Julio Cortázar

Maubert16 de Mayo de 2015

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Ejercicio sencillo a partir de una obra literaria: "La noche boca arriba", cuento de Julio Cortázar

29 de julio de 2014 a las 4:12

CONSIGNA: Seleccionando un texto literario, sea en verso o en prosa, diseñar un recorrido que posibilite integrar dicho texto con otro/s lenguaje/s artístico/s.

1) TEXTO SELECCIONADO: Cuento -estructuralmente en prosa- “la noche boca arriba”, de Julio Cortázar (argentino, 1914-1984)

2) OBJETIVOS:

a) Desentrañar los rasgos esenciales del contenido argumental de la obra, develando su sentido y dejando a la vista los nudos, situaciones, momentos y virajes clave (vueltas de tuerca, si las hubiere), el esqueleto primordial de carácter emotivo y racional, estético-intelectivo, en base al cual posibilitar su vinculación/traslado -con/y a- otras formas expresivas artísticas;

b) Efectuar un esbozo de interpretación del cuento, optando luego por encaminarlo en los cauces de un posible espectáculo escénico que combine elementos teatrales, música, danza y ambientación mediante diversos recursos plásticos, visuales y sonoros, efectos de iluminación y sonido, vestuario, maquillaje, etc. Partiendo necesariamente del reconocimiento, del presupuesto de que en cualquier caso es imposible aspirar a una traducción mecánica absolutamente exacta de un género artístico a otro/s, pues cada uno posee sus rasgos y lenguaje insustituible (y ya la misma traducción exhaustivamente fiel de un texto a diferentes lenguas es, en extremo, imposible); en todo caso, podrá aspirarse obligatoriamente a realizar una interpretación recreativa que aporte los recursos propios de las disciplinas de destino, buscando inspirarlas, motivándolas de modo innovador en la obra de partida, sí en su anécdota, pero fundamentalmente en el sentido profundo del material original.

3) EJECUCIÓN: Partimos de la base que ésta no es ni podría ser exactamente la reelaboración total y definitiva del asunto del cuento elegido, ni por ende la presentación acabada del texto y demás indicaciones técnicas detalladas de la obra escénica-objetivo. Aquí sólo ensayamos una aproximación al método que posibilite luego esa suerte de traslación y únicamente esbozaremos algunas rutas concretas hacia la solución de unos pocos problemas implicados, siempre suponiendo -o “jugando a”- que la tarea final y acabada quedará pendiente para unos hipotéticos dramaturgo y director/es (ya sea únicamente el director general, o además director de actores, coreógrafo, director musical, etc.) venideros.

a) Descripción argumental y necesario análisis del cuento:

a.1) Tipo de relato: El breve texto ficcional (5 o 6 páginas) está narrado desde el punto de vista de un observador omnisapiente y, cuestión fundamental, excepto pistas sutiles no se nos adelantan datos claros del desenlace, el cual será resuelto mediante una sorpresiva y eficaz vuelta de tuerca final.

a.2) Situación inicial: Una mañana soleada y luminosa, en el presente de nuestro cercano, común y corriente mundo contemporáneo, un personaje masculino –de quien no sabemos sus circunstancias e historia previas, excepto que habita en un hotel y posee una motocicleta que guarda al lado-, y al cual el autor inmediatamente, como signando todo el relato, le hace expresar en diálogo interior –y esto no es una observación trivial ni ociosa, en la perspectiva del desenlace-, “para sí mismo, para ir pensando, no tenía nombre”. Este personaje se dispone a concurrir a cierta cita o compromiso cuyas características desconocemos y no se nos distrae del hilo central con su descripción. Su estado de ánimo positivo y despreocupado lo predispone a disfrutar del paseo en el entorno luminoso del día.

a.3) Desarrollo: El motociclista va transcurriendo por las calles, algo abstraído en el disfrute del paseo, aunque muy de pasada, casi disimulada, aparece la advertencia premonitoria del narrador: “Quizá algo distraído, pero corriendo por la derecha como correspondía, se dejó llevar por la tersura, por la leve crispación de ese día apenas empezado” y, abruptamente, el desenlace parcial de la situación, el hecho o excusa que justificará el resto del cuento mientras se lee: “Tal vez su involuntario relajamiento le impidió prevenir el accidente”, el choque. Fruto del mismo, y éste es un nudo clave que da sentido a todo el relato- el personaje perderá el conocimiento: “. Fue como dormirse de golpe.” A partir de aquí, todo el resto del cuento e incluso ¿por qué no?, el propio inicio del relato –cierto que desde una visión a posteriori, con las cartas de la jugada final a la vista-, inducirá al lector a interpretar la obra como una sucesión alternada de ensoñaciones, donde realidad y sueño disuelven sus fronteras, se intercambian, entretejen, solapan, disuelven y confunden una y otro.

Como resultado de la sub-anécdota del accidente, el personaje lesionado pero “vuelto bruscamente del desmayo” (¿era sólo un desmayo?, nos preguntaremos después) es ingresado en un hospital. Desde el instante inmediato posterior al accidente y más tarde en el hospital, los eventuales y cambiantes circunstantes –ajenos al meollo de la situación- lo intentarán animar, liviana y despreocupadamente, acerca de la intrascendencia e inocuidad del accidente y sus consecuencias. Sin embargo, (lo cual ya se anunciaba desde aquella anotación temprana sobre “la leve crispación de ese día apenas empezado” que hemos subrayado más arriba) el autor irá introduciendo a su personaje en una atmósfera indistinta, vaga, pero crecientemente intranquilizadora y ominosa en un efecto que ya no cesará hasta el final del cuento, la que imperceptiblemente va instalando en el lector la presunción cada vez más fuerte de que la presunta “calma y normalidad” de las sucesivas situaciones son meras apariencias, pero que sin embargo algo terrible está por ocurrir.

Y el cuento –aunque ello no se indique explícitamente con subtítulos- de hecho está dividido en dos grandes partes o capítulos visualizable mediante un amplio espacio en blanco, aspecto formal que está marcando la modificación relevante de la trama. En el último párrafo del primer capítulo se nos informa que al personaje –ahora transformado de motociclista en paciente- se le efectúa una radiografía y en consecuencia se le practica algún tipo de intervención quirúrgica: se aproxima a él un presunto médico con algo que intuímos será un objeto cortante, un bisturí, mientras indica algo a alguien, posiblemente, que le aplique anestesia. La situación no es baladí; en las últimas líneas del cuento, también en final de capítulo –el segundo y último- se nos presenta una situación-espejo, con la cual se cierra sobre sí mismo el relato, lo que pone en evidencia su circularidad: “(…) también lo habían alzado del suelo, también alguien se le había acercado con un cuchillo en la mano, a él (…)”.

El segundo y último capítulo se inicia con la siguiente oración, que cambia cortantemente la situación, el escenario y aparentemente al personaje mismo: “Como sueño era curioso porque estaba lleno de olores y él nunca soñaba olores (…) Lo que más lo torturaba era el olor”. El día luminoso y casi, pero sólo casi despreocupado de la primera parte –que sin embargo ya había comenzado a oscurecerse y tensarse tras el accidente y más aun una vez dentro del hospital, preanunciando el rumbo constantemente descendente hacia el infierno que cierra el capítulo final- da paso al sueño del motociclista accidentado desenvolviéndose en un escenario nocturno, donde hasta “una fragancia compuesta y oscura como la noche” redondea y completa, junto al desasosiego del personaje, una situación amenazante. Nos enteramos de que el protagonista es ahora un antiguo americano precolombino, un moteca que huye de la persecución ritual de sus enemigos aztecas, quienes -de atraparlo- lo sacrificarán ritualmente en el templo escalonado, el teocalli.

A partir de este instante y hasta el final de la narración el cuento se estructura en una secuencia de pasajes intercalados, donde se describe ora la peripecia del moteca huyendo como presa en esta cacería humana, cada vez más acorralado –el lector presiente que será apresado, que la fuerza de un evento fatalmente predeterminado- ora accedemos a las circunstancias que atraviesa el paciente en el hospital, a su vez presa cada vez más de la situación pesadillesca que cada vez lo asalta con mayor intensidad y más incontroladamente, y sus lapsos de vigilia son cada vez menos frecuentes y van perdiendo verosimilitud, mientras inversamente van ganando en en frecuencia y realismo los episodios de pesadilla: y, en modo análogo a la tragedia del moteca del sueño, que termina por ser acorralado, hecho prisionero, aherrojado y preparado para el sacrificio, también se agiganta la situación crecientemente angustiante del paciente –efecto de su ensoñación dramática que lo va ganando, de la fiebre que aumenta, de su desconexión con el mundo real, en el cual ya no es de día, sino de alta noche- la historia del enfermo también se desarrolla con las características de un acontecer inexorablemente fatal.

a.4) Desenlace: Las dos narraciones paralelas, que hasta esa altura del relato parecían ser por un lado la historia del motociclista en el mundo real, y por otro la sucesión de sus sueños angustiantes que mantienen el mismo hilo conductor, sufre un giro de 180º: el soñador termina por perder pie, identificándose totalmente con el aborigen de pesadilla, sumergiéndose de lleno en su mundo: El sueño se transforma en la realidad, y la supuesta realidad del mundo presente se disuelve como un sueño al despertar: quien verdaderamente

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