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El Principe


Enviado por   •  29 de Abril de 2014  •  9.958 Palabras (40 Páginas)  •  555 Visitas

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INDICE

INTRODUCCION………………………………………………………………………

RESEÑA BIBLIOGRAFICA…………………………………………………………...

CAPITULO I

DE LAS DISTINTAS CLASES DE PRINCIPADOS Y DE LA FORMA

EN EL QUE SE ADQUIEREN……………………………………………………….

CAPITULO II

DE LOS PRINCIPADOS HEREDITARIOS………………………………………….

CAPITULO III

DE LOS PRINCIPADOS MIXTOS…………………………………………………..

CAPITULO IV

POR QUE EL REINO DE DARIO, OCUPADO POR ALEJANDRO, NO SE SUBLEVO CONTRA LOS SUCESORES DE ESTE, DESPUES DE SU MUERTE……………………………………………………………………………….

CAPITULO V

DE QUE MODO HAY QUE GOBERNAR LAS CIUDADES O PRINCIPADOS QUE, ANTES DE SER OCUPADOS, SE REGIAN POR SUS PROPIAS LEYES…………………………………………………………………………………

CAPITULO VI

DE LOS PRINCIPADOS NUEVOS QUE SE ADQUIEREN CON LAS ARMAS PROPIAS Y EL TALENTO PERSONAL…………………………………………..

CAPITULO VII

DE LOS PRINCIPADOS NUEVOS QUE SE ADQUIEREN CON LAS ARMAS Y FORTUNAS DE OTROS………………………………………………………………

CAPITULO VIII

DE LOS QUE LLEGARON AL PRINCIPADO MEDIANTE CRIMENES…………..

CAPITULO IX

DEL PRINCIPADO CIVIL……………………………………………………………..

CAPITULO X

COMO DEBEN MEDIRSE LAS FUERZAS DE TODOS LOS PRINCIPADOS……………………………………………………………………

CAPITULO XI

DE LOS PRINCIPADOS ECLESIASTICOS…………………………………………

CAPITULO XII

DE LAS DISTINTAS CLASES DE MILICIA Y DE LOS SOLDADOS MERCENARIOS………………………………………………………………………

CAPITULO XIII

DE LOS SOLDADOS AUXILIARES, MIXTOS Y PROPIOS………………………..

CAPITULO XIV

DE LOS DEBERES DE UN PRINCIPE PARA CON LA MILICIA…………………

CAPITULO XV

DE AQUELLAS COSAS POR LAS CUALES LOS HOMBRES, Y ESPECIALMENTE LOS PRINCIPES, SON ALABADOS O CENSURADOS…………………………………………………………………………

CAPITULO XVI

DE LA PRODIGALIDAD Y DE LA AVARICIA………………………………………..

CAPITULO XVII

DE LA CRUELDAD Y LA CLEMENCIA; Y SI ES MEJOR SER AMADO QUE TEMIDO, O SER TEMIDO QUE AMADO………………………….……………….

CAPITULO XVIII

DE QUE MODO LOS PRINCIPES DEBEN CUMPLIR SUS PROMESAS…………………………………………………………………………..

CAPITULO XIX

DE QUE MODO DEBE EVITARSE SER DESPRECIADO Y ODIADO………….

CAPITULO XX

SI LAS FORTALEZAS, Y MUCHAS OTRAS COSAS QUE LOS PRINCIPES HACEN CON FRECUENCIA, SON UTILES O NO………………………………

CAPITULO XXI

COMO DEBE COMPORTARSE UN PRINCIPE PARA SER ESTIMADO………

CAPITULO XXII

DE LOS SECRETARIOS DEL PRINCIPE……………………………………………

CAPITULO XXIII

COMO HUIR DE LOS ADULADORES………………………………………………

CAPITULO XXIV

POR QUE LOS PRINCIPES DE ITALIA PERDIERON SUS ESTADOS………………………………………………………………………………

CAPITULO XXV

DEL PODER DE LA FORTUNA EN LAS COSAS HUMANAS Y DE LOS MIEDOS PARA OPONERSELE………………………………………………………

CAPITULO XXVI

EXHORTACION A LIBERAR A ITALIA DE LOS BARBAROS……………………

CONCLUSION…………………………………………………………………………

BIBLIOGRAFIA…………………………………………………………………………

INTRODUCCION

El Príncipe

En este libro el tema es el entendimiento del manual de gobierno por Maquiavelo; abarcando también la unificación de Italia. Para poder comprender el pensamiento de Maquiavelo debemos observar y entender la época en el cual se encontraba. En el Renacimiento, las provincias Italianas se encontraban divididas, en constantes guerras externas e internas sin poder llegar a unirse; el poder se encontraba concentrado y peleado entre las familias dominantes y la iglesia.

Maquiavelo durante su vida realizo diferentes labores como; estudios de la historia, literatura y desempeños puestos públicos como diplomático; este último le permitió reflexionar acerca de la inestabilidad del pueblo, como resultado de su preocupación crea “El Príncipe”.

El objeto de dicho libro era llamar la atención de los Médici, una famosa familia Florentina. (Julián de Médicis a quien pensaba dedicar su obra; finalmente la dedicara a Lorenzo de Médicis)

De esta forma se entiende que el fin del “El Príncipe” es la unificación de Italia lo que daría como resultado un Estado fuerte como las potencias de la época España y Francia. Debe inspirar confianza, proporcionando al pueblo las armas; el ejército tiene un lugar importante ya que este debía ser capaz de enfrentar cualquier problema.

El tema principal era el poder. Ahora, al poder encontrar el fin, se necesitan los medios y estrategias, Maquiavelo propone:

En primer lugar; surge la necesidad de saber quién desempeñara a cargo de esta labor, para ello perfila la figura de un príncipe.

En segundo lugar; al ya saber que el Príncipe será quien ejerza el poder, se concentra en buscar ¿Cómo llegara al poder?

Estas son las dos cuestiones que Maquiavelo tuvo que resolver; ¿Cómo sería el príncipe? Y la forma de llegar al poder.

El príncipe abarca las formas de llegar al poder, la crueldad, y el buen uso de la misma.

Para el, el Príncipe tenía que ser una persona responsable, comprometida, que no se dejara manipular, convirtiéndose en el legislador y que sepa cuidar y atender las dificultades.

Maquiavelo al hablar de poder, él dice que hay diversas formas de obtenerlo:

Por méritos propios

Por apoyo del pueblo

Por medio de la crueldad

Sin embargo, la crueldad le parece la forma más adecuada para el caso; el distingue la crueldad en buen sentido:

Las crueldades, el uso de la fuerza y los castigos; cuando se realicen para evitar enfrentamientos sin sentido. No importaba la fama de cruel que tuviera un príncipe siempre y cuando fuera para conseguir la obediencia y fidelidad de los súbditos. El príncipe debía hallar una balanza entre ser amado y temido para lograr ser arrestado, como dirigente tenía que tomar el papel de un ser piadoso, fiel, humano, religioso integro pero con el carácter decidido a actuar en forma contraria si hubiera una situación que lo requiera.

RESEÑA BIBLIOGRAFICA

Nicolás Maquiavelo (1469-1527)

Historiador y filósofo político italiano

"No hay que atacar al poder si no tienes la seguridad de destruirlo"

Maquiavelo

Nació el 3 de mayo de 1469, en el seno de una antigua familia Florentina. Hijo de Bernardo dei Niccole Macchiavello, jurisconsulto, y de Bartolomé dei Nelli. Trabajaba como funcionario cuando comenzó a destacar al proclamarse en el año 1498 la República en Florencia. A los veinticinco años se le nombró secretario del gobierno Dei Dieci, encargado de la segunda cancillería de Asuntos Exteriores y Guerra de la república. Realizó misiones diplomáticas ante el rey francés (1504, 1510-1511), la Santa Sede (1506) y el emperador (1507-1508). De 1503 a 1506 organizó las defensas militares de la república de Florencia. En el año 1512 los Médici retoman el poder en Florencia y es privado de su cargo y encarcelado por conspiración. Puesto en libertad, se retira a sus propiedades cercanas a Florencia, donde escribe sus obras más importantes.

Sus escritos hablan sobre los principios en los que se basa un Estado ideal y los medios para mantenerlos. Su obra más destacada es El príncipe (1532), que le acarreó fama de cínico a moral. En ella describe el método por el cual un gobernante puede adquirir y mantener el poder político. Con frecuencia el escrito ha sido considerado una defensa de la tiranía de dirigentes como César Borgia. Afirmaba que el gobernante debería preocuparse solamente del poder y rodearse de aquellos que le garantizaran el éxito en sus actuaciones políticas.

Otras de sus obras son: Sobre el arte de la guerra (1521), donde trata de las ventajas de las tropas reclutadas frente a las mercenarias. La Historias florentinas (1525). Vida de Castruccio Castracani (1520). Además de una serie de poemas, y de varias obras de teatro, entre las que sobresale La mandrágora (1524), sátira obscena sobre la corrupción de la sociedad italiana. A pesar de sus intentos por ganarse el favor de los Medici, nunca volvió a ocupar un cargo destacado. En 1502 contrajo matrimonio con Marietta Corsini, del cual nacieron cinco hijos.

Nicolás Maquiavelo falleció el 21 de junio de 1527 en su ciudad natal.

CAPITULO I

DE LOS GENEROS DE LOS PRINCIPADOS, Y DE LA FORMA EN QUE SE ADQUIREN

Todos los Estados, todas las dominaciones que han ejercido y ejercen soberanía sobre los hombres, fueron y son repúblicas o principados. Los principados son o hereditarios o como miembros agregados al estado hereditario del príncipe que los adquieren.

CAPITULO II

DE LOS PRINCIPADOS HEREDITARIO

Dejare fuera de la discusión a aquellas repúblicas que ya he mencionado ampliamente en otras obras, por que únicamente dirigiré mi atención al principado, examinando la forma en que es posible gobernar y conservar esta clase de principados. Los estados hereditarios acostumbrados al sometimiento del príncipe por linaje, existe menos dificultad para regirlos y mantenerlos que cuando se trata de principados nuevos.

Maquiavelo analiza las formas en que los principados hereditarios se pueden gobernar y conservar. Afirma que los principados hereditarios son más fáciles de conservar que los principados nuevos pues sólo llega con demostrar que uno es el heredero de sus antepasados príncipes. Así, si un príncipe hereditario posee una habilidad normal conservará siempre su Estado. Y es que el príncipe hereditario es siempre un príncipe natural y, por ello, es aceptado por sus súbditos de un modo también natural. Y es que según Maquiavelo:

En la antigüedad y en la continuidad de su autoridad se olvidan los recuerdos y las causas de las innovaciones, en tanto que las mutaciones y los cambios dejan siempre puesta la base para la edificación de otros.

CAPÍTULO III

DE LOS PRINCIPADOS MIXTOS

Es un tipo de principado nuevo aunque no completamente nuevo.

Maquiavelo define como Principado nuevo (el principado mixto lo es) a un miembro añadido a un Estado anterior. Según este tipo de principado mixto presenta los problemas y dificultades siguientes:

En todo principado nuevo (el mixto lo es) los súbditos cambian de señor con la esperanza de mejorar. El problema es que la experiencia les demuestra que, al final, acaban perdiendo con el cambio ya que la nueva adquisición traerá consigo violaciones de sus derechos y agravios que cometerán con ellos las nuevas tropas.

No se puede conservar para siempre a los amigos que han ayudado al Príncipe a adquirir un nuevo principado y tendrá como enemigos a todos aquellos que no están de acuerdo con la nueva situación. Según Maquiavelo, los principados que se añaden a otro formando un principado mixto; o bien son del mismo y de la misma lengua o no lo son.

En el primer caso es muy fácil conservarlos; sobre todo si los anexionados no tienen la costumbre de vivir libres ya que basta con extinguir el linaje del príncipe anterior. De todos modos, según Maquiavelo, deberían respetarse siempre los siguientes principios:

Extinguir la familia del antiguo Príncipe.

No alterar ni las leyes ni los tributos del principado anexionado.

En el segundo caso (el Principado anexionado no pertenece al anexionador ni tiene su lengua) los problemas son mayores por lo que hay que tener gran fortuna y mucha habilidad. Por todo ello, Maquiavelo hace referencia a los aspectos siguientes:

Uno de los aspectos a tener en cuenta para hacer frente a la situación es tener claro que el Príncipe que adquiere un nuevo territorio debería residir allí.

Si reside en el nuevo Estado el Príncipe solamente lo podrá perder con grandísima dificultad.

El otro aspecto a tener en cuenta es la necesidad de establecer colonias que unan al Príncipe con el nuevo territorio adquirido. Las ventajas de las colonias son, según Maquiavelo, que no se gasta mucho; sólo perjudican a quienes se les arrebatan las tierras para entregárselas a los nuevos colonos y que constituyen una mínima parte de la población. Además al quedar dispersos y empobrecidos no pueden causar daño. Por su parte, los no afectados por las expropiaciones tendrán miedo de pasar al ataque por temor a que les pase lo mismo que a los afectados.

Por todo ello, Maquiavelo, concluye afirmando lo siguiente: las colonias no cuestan dinero, son más fieles y ocasionan menos prejuicios al nuevo Estado; mientras los agraviados no pueden ocasionar daño alguno al quedar, como hemos dicho, pobres y dispersos. Todo eso nos hace tener en cuenta que a los hombres se les ha de mimar o aplastar.

Si las colonias se ocupan militarmente, los gastos son mayores ya que las tropas son consumidoras de todo tipo de bienes. Por todo ello, la ocupación militar es, pues inútil, en tantos sentidos como son útiles las colonias.

El último aspecto a tener en cuenta por los principados mixtos consiste en que el Príncipe anexionador debe convertirse en jefe y defensor de los vecinos menos poderosos, ingeniándoselas para debilitar a los poderosos y guardarse de que entre en su país otro Estado tan poderoso como el suyo ya que el orden de las cosas es que tan pronto como un extranjero poderoso entra en un país, los menos poderosos se le adhieren, llevados por la envidia que tienen a aquel que es más poderoso que ellos; hasta tal punto es esto, que con respecto a los menos poderosos no tiene que hacer ningún esfuerzo para ganarlos, ya que rápidamente forman todos juntos una piña con el Estado que allí ha adquirido. Solamente tienen que procurar que no adquieran demasiadas fuerzas y demasiada autoridad; hecho esto, puede fácilmente, con las fuerzas propias y con el favor de aquéllos, aplastar a los poderosos y permanecer en todo el árbitro del aquel país. Y quien no maneje bien estas reglas perderá pronto lo que haya adquirido y, mientras lo conserve, se verá enfrentado a infinitas dificultades y problemas.

Maquiavelo, señal que los romanos son un claro ejemplo de la observación de todos estos principios, señalados hasta ahora, mientras que, por su parte, Luis de Francia, sería un ejemplo de todo lo contrario. Según Maquiavelo, Luis de Francia cometió los errores siguientes:

Destruyó a los menos poderosos.

Aumentó el poder de alguien que ya era poderoso (Iglesia)

Trajo a Italia a alguien que era también poderosísimo (España)

No fijó su residencia en Italia.

No fundó Colonias.

Además quitó sus territorios a Venecia lo que llevó a ésta a aliarse con los enemigos poderosos de Francia.

No se debe permitir jamás que continúe un problema para evitar una guerra porque no se la evita, sino que se la retrasa con desventaja suya.

Quien propicia el poder de otro, labra su propia ruina, puesto que dicho poder lo construye o con la astucia o con la fortuna y tanto la una como la otra resultan sospechosos al que ha llegado a ser poderoso.

CAPÍTULO IV

POR QUE EL REINO DE DARIO, OCUPADO POR ALEJANDRO, NO SE REVELÓ CONTRALOS SUCESORES DE ÉSTE, DESPUÉS DE SU MUERTE

Maquiavelo comienza preguntándose cómo es posible que los sucesores de Alejandro Magno (que llegó a ser dueño de toda Asia) conservaron sin dificultad su imperio. La respuesta de Maquiavelo a tal cuestión es la siguiente:

Los Principados pueden ser gobernados de dos maneras: a) por un Príncipe algunos siervos convertidos en señores por gracia del Príncipe. Tal es el caso de la monarquía turca. b) por un Príncipe y por nobles que lo son no por gracia del Príncipe sino por derecho propio. Es el caso de la monarquía de Francia.

En el Estado gobernado por un Príncipe y siervos el 1º goza de mayor autoridad ya que en el territorio nadie reconoce a otro con mayor autoridad. Según Maquiavelo es muy difícil conquistar un principado de este tipo (Príncipe-siervos) ya que todos siervos están ligados al Príncipe por lazos de amistad. Por todo ello quien decida atacar a un principado de estas características se lo encontrarán con habitantes muy unidos por lo que deberían confiar más en sus propias fuerzas que en la descomposición del contrario. Ahora bien, del mismo modo que es difícil entrar, después de que se logra hacerlo es muy fácil permanecer en el lugar conquistado ya que solamente se ha de temer a la familia del príncipe derrotado a la que necesariamente habrá que destruir.

En el Estado gobernado (como es el caso de Francia) por un Príncipe y Nobles sucede lo contrario al caso anterior. Se puede entrar con facilidad siempre que se gane a alguno de los nobles del reino y que no resulta difícil ya que siempre existen descontentos y partidarios de cambios. Tales nobles pueden abrir el camino del Estado. Ahora bien, al mismo tiempo el pretender mantenerse en el lugar conquistado trae consigo infinitas dificultades. Ahora no basta con extinguir a la familia del Príncipe, ya que seguro que existen muchos nobles que se consideran humillados por lo que alentarán continuas insurrecciones.

Pues bien, según Maquiavelo, si uno analiza ahora lo acontecido con los sucesores de Alejandro podrá ver a través de la historia que el reino de Darío (conquistado por Alejandro) era semejante al de la monarquía turca (Príncipe-Siervos). Por todo ello, Alejandro se vio obligado a hacerse dueño del territorio y, después de controlar a Darío y toda su familia, no le resultó difícil mantenerse en un territorio en donde todos eran considerados como siervos. Con sus sucesores hubiera sucedido lo mismo si se hubiesen mantenido unidos y sin enfrentamientos mutuos, algo que, por otra parte, no sucedió.

CAPÍTULO V

DE QUÉ MODO HAY QUE GOBERNAR EN LAS CIUDADES PRINCIPADOS QUE, ANTES DESER OCUPADOS, SE REGÍAN POR SUS PROPIAS LEYES.

Hay tres modos de conservar un Estado que estaba acostumbrado a regirse por sus propias leyes y a vivir en libertad:

1. Destruirlo

2. Radicarse en él

3. Dejarlo regir por sus leyes, obligando a pagar un tributo y establecer un gobierno compuesto por un corto número de personas, para que se encargue de velar por la conquista.

Nada hay mejor para conservar una ciudad acostumbrada a vivir libre que hacerla gobernar por los mismos ciudadanos. El único sistema seguro de dominar una ciudad acostumbrada a vivir libre es destruirla. Quien se haga dueño de una ciudad así y no la aplaste, debe esperara ser aplastado por ella. Sus rebeliones siempre serán representadas con el nombre de libertad. El recuerdo de su antigua liberad no les concede ni un momento de reposo si los habitantes no se separan ni se dispersan, inmediatamente recurren a cualquier contingencia.

Cuando las ciudades o provincias están acostumbradas a vivir bajo un príncipe, y por la extinción de este y su linaje queda vacante el gobierno, por un lado los habitantes están acostumbrados a obedecer y por otro no tienen a quién, y no se ponen de acuerdo para elegir a uno entre ellos, ni saben vivir en libertad, y por último tampoco se deciden a tomar armas contra el invasor.

En las Repúblicas hay mayor vida, mayor odio, más deseo de venganza; no les abandona ni muere jamás la memoria de la antigua libertad, de forma que el procedimiento más seguro es destruirlas o vivir en ellas.

CAPÍTULO VI

DE LOS PRINCIPADOS NUEVOS QUE SE ADQUIEREN CON LAS ARMAS PROPIAS Y EL TALETO PERSONAL

Maquiavelo, comienza analizar la problemática de los principados totalmente nuevos. En este tipo de principados es nuevo el Príncipe y la organización política; no como sucede con los mixtos (que también son nuevos) pero con Príncipes y organizaciones políticas anteriores.

En relación con el análisis de los principados totalmente nuevos, Maquiavelo señala lo siguiente:

Comienza su exposición afirmando que estos principados encuentran más o menos dificultades para ser conservados según sea más o menos virtuoso el Príncipe que los adquiere. Y es que, según Maquiavelo, el hecho de convertirse de particular en Príncipe es fruto de la virtud o de la fortuna, aunque señalando que el que se ha abandonado menos a la fortuna se ha mantenido mejor.

Los más notables que llegaron a sus principados por su propia virtud y no por fortuna fueron: Moisés, Ciro, Rómulo y Teseo. Señala que considerando sus acciones y su vida se ve que estos grandes hombres no fueron deudores de la fortuna sino de la oportunidad, lo cual les proporcionó la materia en la que poder introducir la forma que les pareció más conveniente.

Moisés: encontró al pueblo de Israel esclavo y oprimido en Egipto a fin de lograr que saliese de la esclavitud. Rómulo al ser abandonado en Alba encontró la oportunidad que le permitiría llegar a ser rey de Roma. Ciro encontró a los persas descontentos con los medos y a éstos blandos y afeminados. Teseo no podría haber administrado su virtud si no encontrara a los atenienses dispersos.

Aquellos que alcanzan el principado por las vías que exigen virtud llegan a tal situación con dificultad pero se mantienen con mayor facilidad. Las dificultades que les frenan en su logro del principado son las siguientes:

La aparición de nuevas instituciones que se ven obligadas a introducir para fundamentar su estado constituye un gran problema. Y es que, según Maquiavelo, lo más difícil es hacerse promotor de la implantación de nuevas instituciones. Ello se debe a que el promotor tendrá como enemigos a todos aquellos que sacaban provecho del viejo orden y encontrará como defensores tímidos a todos lo que podrían beneficiarse del nuevo orden.

Es necesario examinar si los innovadores se valen por sí mismos, es decir, si para llevar a cabo su obra necesitan predicar; o si dependen de otros, es decir, si pueden recurrir a la fuerza. Si dependen de sí mismos sin poder recurrir a la fuerza, siempre acaban mal. Sin embargo, si dependen de sí mismos y acuden a la fuerza, entonces sólo corren peligro en determinadas ocasiones. Esta es la causa de que todos los profetas armados hayan vencido y los desarmados perecidos. Y es que, según Maquiavelo, los pueblos son todos muy inconstantes por lo que conviene estar preparado para que, cuando dejen de creer, obligarles a hacerlo por la fuerza. Moisés, Ciro, Teseo y Rómulo, no hubieran podido convencer a sus pueblos durante mucho tiempo si estuvieran desarmados y no usaran la fuerza.

Maquiavelo utiliza a Fray Jerónimo Savonarola como ejemplo de aquel que dependió de sí mismo pero no fue capaz lograr los medios para utilizar la fuerza. Por ello cayó con sus nuevas instituciones tan pronto como la multitud dejó de creer en él. Como carecía de los medios para conservar firmes a su lado a los desertores acabó por ser destruido.

CAPÍTULO VII

DE LOS PRINCIPADOS NUEVOS QUE SE ADQUIEREN CON ARLMAS Y FORTUNA DE OTROS

Maquiavelo analiza ahora la situación de aquellos particulares que se convierten en príncipes con la sola ayuda de la fortuna. En esta situación se hallan todos aquellos que alcanzan el poder a través del dinero o por voluntad de otras personas tal como ocurrió históricamente en las ciudades de Jonia y del Helesponto en la Grecia antigua. Allí los príncipes fueron nombrados directamente por Darío por lo que dependen sencillamente de la fortuna y de la voluntad de quien les ha concedido el Estado.

Los príncipes que alcanzan el poder a través de la fortuna lo hacen con muy poco esfuerzo por su parte. Sin embargo deben realizar muchos esfuerzos para conservar sus principados.

Los individuos a quienes es otorgado el Estado a través de la fortuna no saben ni pueden conservar su puestos. No saben porque habido siempre particulares no saben mandar. Y no pueden porque no disponen de fuerzas suficientes que se mantengan amigas y fieles.

CAPÍTULO VIII

DE LOS QUE LLEGARON AL PRINCIPADO MEDIANTE CRÍMENES

Además de la virtud y de la fortuna existen otros dos procedimientos a través de los cuales un simple particular puede alcanzar el principado. Estas dos nuevas vías son las siguientes:

Cuando alguien asciende al principado por medio de acciones criminales y contrarias a toda ley humana y divina.

Cuando un ciudadano particular se convierte en príncipe con el favor de sus conciudadanos.

Maquiavelo ilustra el primer procedimiento a través de dos ejemplos uno tomado de la antigüedad y el otro de su época. El sujeto del primer ejemplo es Agátocles de Sicilia: llegó a ser rey de Siracusa a partir de una condición reprobable ya que era hijo de un alfarero. Llevó durante toda su vida una conducta criminal pero supo dedicarse a la carrera de las armas lo que le valió alcanzar el puesto de pretor de Siracusa después de escalar todos los peldaños dentro del ejército. Al final decidió convertirse en príncipe y conservar mediante la violencia lo que había conseguido. Para ello convocó un día al pueblo y al senado de Siracusa y a la señal convenida hizo que sus soldados mataran a todos los senadores y a los más ricos de la población. Ocupó así el principado de aquella ciudad sin ningún tipo de oposición. Según Maquiavelo es evidente que examinando sus acciones se puede comprobar que las mismas no pueden atribuirse a la fortuna ya que no llegó al poder a través de los favores de nadie sino a través de su esfuerzo por ascender en la escala militar. Alcanzado su objetivo se mantuvo en él gracias a decisiones animosas y arriesgadas. Tampoco puede decirse que en sus acciones estuviera presenta la virtud.

El sujeto del segundo ejemplo es Oliverotto da Fermo. Huérfano de padre fue criado en Fermo por su tío Giovanni Flogiani y educado con el propósito de hacer de él un experto en la vida militar. Llegó a ser el primer hombre de su tropa. Sin embargo se hartó de estar al servicio de otro y decide ocupar Fermo. Para ello escribe a su tío que va a volver a Fermo. Este le recibe con toda clase de agasajos pero Oliverotto, en un banquete celebrado en su honor, suscita a propósito una discusión en donde alaba a Alejandro VI y Cesar Borgia (enemigos acérrimos de su tío) y aprovecha la situación para hacer soldados escondidos en lugares secretos y asesinar a Giovanni y a todos los invitados. Tras esto Oliverotto se apoderó de la ciudad y obligó al magistrado supremo a obedecerle y fue nombrado príncipe. Sus acciones le permitieron hacerse fuerte en el poder y lo hubiera conservado durante tiempo si no fuera porque Cesar Borgia lo engaño en Siniglagia (junto con los Orsini y los Vitelli) siendo hecho prisionero y estrangulado.

Después de analizar estos dos ejemplos, Maquiavelo, se pregunta cómo es posible que personajes como Agátocles pudieron conseguir el poder y mantenerse en él, siendo a la vez culpables de infinitas crueldades y traiciones, mientras que otros utilizaron también los mismos medios y, sin embargo, se mantuvieron poco tiempo en el poder. La respuesta está en el mal uso o el buen uso de la crueldad. Bien usadas son aquellas crueldades que se hacen de una sola vez y de golpe por la necesidad de llegar al poder y luego ya no se insiste más en ellas. Mal usadas son aquellas pocas en principio, pero que se van aumentando en el curso del tiempo en lugar de disminuir. Quienes utilizan el primer modo pueden encontrar algún apoyo a su situación (Agátocles); los que utilizan el segundo método es imposible que puedan conservar su poder.

CAPÍTULO IX

DEL PRINCIPADO CIVIL

Cuando un ciudadano privado se convierte en príncipe no por medio de crímenes y otras violencias intolerables sino que cuenta con el favor de sus ciudadanos surge lo que denomina como principado civil.

Para llegar a la formación de un principado civil no es necesario basarse exclusivamente en la virtud o exclusivamente en la fortuna, sino más bien en lo que Maquiavelo define como astucia afortunada.

Al principado civil se asciende o bien a través del favor del pueblo, o bien a través del favor de los grandes. Y es que estos dos elementos (pueblo y grandes) están presentes de una necesaria en cualquier ciudad. El pueblo no desea ser dominado por los grandes mientras que estos últimos desean oprimir y dominar al pueblo.

El principado es promovido o por el pueblo o por los grandes según se presente la mejor oportunidad para uno de ellos. Y es que los grandes, si ven que no pueden resistir al pueblo, entonces aumentan la reputación de uno de ellos y lo hacen príncipe para así poder controlar al pueblo. Por su parte, el pueblo si ve que no puede defenderse ante los grandes, entonces aumenta la reputación de alguien y lo hace príncipe con el objeto de que su autoridad le proteja.

El que llega al principado con la ayuda de los grandes se mantiene con mayor dificultad en el poder ya que se encuentra a su alrededor con personas que se le consideran como iguales y, por tanto, no se les puede mandar de cualquier forma. Además los fines que persiguen son siempre enrevesados y deshonestos. Además cuando los grandes cuando abandonan a alguien no sólo hacen eso sino que se vuelven también en su contra. Por su parte, los que lo hacen con la ayuda del pueblo se mantienen más fácilmente en el poder ya que el príncipe elegido se encuentra solo en su puesto y a su alrededor con gente del pueblo que están dispuestos a obedecer. Además el fin del pueblo es más honesto que el de los grandes. Lo peor que puede esperar el príncipe del pueblo es verse abandonado por él pero suelen ser menos vengativos y astutos que los grandes.

El que alcanza el principado mediante el favor del pueblo debe, ante todo, conservárselo como amigo. Esto no resulta difícil ya que lo que el pueblo desea es que no se le oprima. Por el contrario el que llega al principado en contra del pueblo y con la ayuda de los grandes debería, por encima de todo, intentar atraérselo algo que no resulta difícil si se convierte en su protector. Y es que los hombres cuando reciben bien de quien esperaban iban a causarles el mal, se sienten más obligados y con mayor afecto hacia tal gobernante. Maquiavelo cita a Nabis, príncipe de los espartanos, como un ejemplo de señor que logra grandes victorias por haberse aliado con su pueblo.

El proverbio que dice que quien construye sobre el pueblo, construye sobre barro. Es verdad cuando el que se funda en el pueblo es un ciudadano privado que se imagina que el pueblo le salvará sin más cuando se encuentre en apuros. En este caso se llevará sin duda un desengaño. Ahora bien, si el príncipe, que se apoya en su pueblo, es valeroso, sabe mandar y mantiene a toda la población motivada, entonces jamás será engañado por él.

Los principados civiles suelen correr el peligro cuando dejan de serlo para convertirse en principados absolutos. En tales principados el poder lo ejerce únicamente el príncipe o sus magistrados. En este último caso, no es de extrañar que en los momentos difíciles, tales magistrados intenten hacerse con el poder arrebatando el Estado al Príncipe. En esos momentos el príncipe tiene muy poca capacidad de maniobra ya que los ciudadanos estaban acostumbrados a recibir las órdenes de los magistrados.

CAPÍTULO X

COMO DEBEN MEDIARSE LA FUERZAS DE TODOS LOS PRINCIPADOS

Un príncipe puede sostenerse a sí mismo dentro su Estado, o si, por el contrario, está siempre obligado a recabar la ayuda de otros. Pueden sostenerse por sí mismos aquellos que pueden organizar un ejército adecuado, tienen siempre necesidad de los demás quienes no pueden hacer frente al enemigo (al no contar con un buen ejército) sino que están obligados a refugiarse dentro de las murallas y defenderse desde allí.

Maquiavelo exhorta a todos los príncipes a que fortifiquen y defiendan su ciudad sin preocuparse del resto del territorio ya que el que tiene bien fortificada su ciudad no será atacado, puesto que los hombres se apartan siempre de las empresas en las que aprecian dificultad.

Teniendo un ciudad bien fortifica no le será dificultoso a un príncipe prudente tener a los ciudadanos a su lado en un asalto así como mantenerlos firmes siempre que no falten los medios de subsistencia.

CAPÍTULO XI

DE LOS PRINCIPADOS ECLESIÁTICOS

En os principados eclesiásticos existen dificultades antes de poseerlos, se adquieren o por valor o por suerte, mantiene a sus príncipes en el poder sea cual fuere el modo que estos procedan o vivan. Estos son los únicos que tienen Estados y no los defienden; súbditos no os gobiernan. Pero a pesar de eso no les son arrebatados y los súbditos no se preocupan, ni piensan, ni podían situarse a su soberanía. Son los únicos principados seguros y felices.

CAPÍTULO XII

DE LAS DISTINTAS CLASES DE MILICIAS Y DE LOS SOLDADOS MERCENARIOS

Las formas de ataque y de defensa pueden ser necesarias un cada uno de los Estados antes mencionados. Las tropas con las que un príncipe defiende a sus Estados son propias, mercenarias, auxiliares o mixtas. Las auxiliares y mercenarias son útiles y peligrosas; el príncipe que descanse en mercenarios nunca estará seguro ni tranquilo, porque están desunidos, ambiciosos y desleales, violentos entre los amigos y cobardes cuando se encuentran frente al enemigo porque no tienen disciplina y durante la paz despoja a su príncipe tanto como los enemigos durante la guerra. Quieren ser soldados mientras el príncipe no hace guerra.

Los principales cimientos y fundamentos de todos los Estados (nuevos, viejos o mixtos) consisten en la existencia de buenas leyes y buenas armas. Y es que, según Maquiavelo, no puede haber buenas leyes donde no hay buenas armas y donde hay buenas armas siempre hay buenas leyes.

CAPÍTULO XIII

DE LOS SOLDADOS AUXILARES, MIXTOS Y PROPIOS.

Las tropas auxiliares son aquellas de las que se dispone cuando se llama a un poderoso para que acuda con sus tropas en ayuda de alguien en apuros.

Las tropas auxiliares son más peligrosas que la de los mercenarios ya que con ellas está garantizado el fracaso al estar siempre dispuestas a obedecer a cualquiera menos al Príncipe al que vienen ayudar. Los mercenarios, por su parte, al no formar un bloque compacto y único necesitan más tiempo para hacer daño.

Los príncipes prudentes siempre han evitado las tropas auxiliares y han recurrido a las propias ya que prefieren perder con las suyas que vencer con las de los otros. Pone, como ejemplo, de príncipe prudente el caso de Cesar Borgia. Este personaje se sirvió, en principio, de tropas auxiliares y mercenarias, pero pronto llegó a la conclusión de que eran sospechosas, desleales y peligrosas. Por ello se deshizo de las mismas y acudió a las propias. A partir de esos momentos su consideración fue siempre en aumento siendo digno de respeto cuando todos comprobaron que era el auténtico dueño de sus tropas. Lo mismo sucedió con Hierón de Siracusa, en la antigüedad. Después de comprobar que las tropas mercenarias no reportaban utilidad alguna se deshizo de ellas (hizo cortar a todos en pedazos) y en lo sucesivo hizo la guerra con sus propias armas. Lo mismo puede decirse que sucede con el caso de David y Goliat.

Maquiavelo concluye este análisis de las tropas auxiliares señalando lo siguiente: Las armas de otros o te vienen grandes o te pesan o te oprimen.

CAPÍTULO XIV

DE LOS DEBERES DE UN PRÍNCIPE PARA CON LA MILICIA.

Un príncipe no debe tener más objeto ni pensamiento que se fuera del arte de la guerra y lo que a su orden y disciplina corresponde, pues es lo único que compete a quien manda. No sólo conserva en su puesto a los que han nacido príncipes , sino que muchas veces eleva a esta dignidad a hombres de condición modesta, por el contrario, ha hecho perder el Estado a príncipes que han pensado más en las diversiones que en las armas, la pérdida del Estado se haya siempre en el olvido de este arte.

Un príncipe durante os tiempos de paz debe ejercerse más que en los tiempos de guerra; lo cual puede hacer de dos modos: con la acción y con el estudio. La acción, debe, de ejercitar y tener bien organizadas sus tropas, dedicarse constantemente a la caza con el doble objeto de acostumbrar el cuerpo a las fatigas y a conocer la naturaleza de los terrenos; primero, se aprende a conocer la región donde se vive, en virtud del conocimiento práctico de una comarca, se hace más fácil el conocimiento de otra donde sea necesario actuar.

En cuanto al ejercicio de la mente, el príncipe debe estudiar la historia, examinar las acciones de los hombres ilustres, ver como se ha conducido en la guerra, analizar el porqué de sus victorias y derrotas para evitar estas y tratar de lograr aquellas; un príncipe prudente: no permanece inactivo nunca en tiempos de paz, hacer acopio de enseñanzas para valerse de ellas en la adversidad, a fin de que, lo halle preparado para resistirle.

CAPÍTULO XV

DE AQUELLAS COSAS POR LAS CUALES LOS HOMBRES Y ESPECIALMENTE LOS PRINCIPES, SON ALABADOS O CENSURADOS.

Maquiavelo comienza ahora analizar cuál debería ser el comportamiento del príncipe con respecto a sus súbditos y amigos.

Según Maquiavelo, una cosa es lo se hace y otra distinta la que se debería hacer. Una cosa es como se vive y otra como se debería vivir. Un Príncipe, si se quiere mantener en el poder, debe aprender a no-ser bueno. Los rasgos característicos que acarrean, censura o alabanza en un Príncipe para señalar que ninguno de ellos debería ser demonizado. Uno es tratado por liberal, otro por tacaño; uno es considerado generoso, otro rapaz; uno cruel, otro clemente; uno desleal, otro fiel; uno afeminado y pusilánime, otro fiero y valeroso; el uno humano, el otro soberbio; el uno lascivo, el otro casto; el uno íntegro, el otro astuto; el uno rígido, el otro flexible; el uno ponderado, el otro frívolo; el uno devoto, el otro incrédulo, y así sucesivamente.

Lo que debería hacer un príncipe prudente es evitar ser tachado de aquellos (sean los que fueren) que le podrían privar de su poder. Por lo tanto, solo debería preocuparse de no caer en la fama de aquellos vicios que le pueden llevar a perder el Estado.

CAPÍTULO XVI

DE LA PRODIGALIDAD Y DE LA AVARICIA

Maquiavelo comienza reconociendo que es bueno que un Príncipe sea considerado como liberal. Ahora bien, continúa afirmando que la liberalidad puede también perjudicarlo porque no le evitará ser tachado de la cualidad opuesta (tacañería).

La liberalidad lleva consigo el no privarse de ninguno de los componentes de la suntuosidad lo que llevará al Príncipe a consumir toda su riqueza con lo que se verá obligado a gravar a su pueblo con impuestos haciéndolo odioso a sus ojos. Un Príncipe no pude, por tanto, recurrir a la virtud de la liberalidad sin que ello le cause un gran perjuicio. Este hecho justifica el que no debería preocuparse de ser tachado de tacaño ya que sus súbditos en lo que realmente se fijan es en que la parsimonia de sus rentas le llegan para defender su principado de quien le hace la guerra.

Maquiavelo, polemiza con aquellos que afirman que hubo jefes de estado (como Cesar) que se hicieron dueños del Estado gracia a su liberalidad. A todos los que defienden esta tesis, Maquiavelo, le hace ver que hay que diferenciar entre la liberalidad del príncipe que ha llegado ya al principado y la liberalidad del que está en vías de llegar. Señala que la liberalidad en el primer caso es totalmente perjudicial para el principado; en el segundo caso, sin embargo, podría no ser perjudicial. Y Cesar era liberal cuando quería llegar al principado de Roma. Sin embargo, al llegar, si no hubiera moderado sus dispendios acabaría por ir a la ruina.

Si, por otro lado, alguien objetase que hubo Príncipes que con sus ejércitos han hecho grandes cosas a pesar de tener fama de liberalísimos, Maquiavelo, responde lo siguiente:

Debe ser parco en gastar de su patrimonio.

En relación con sus súbditos, no debe descuidar los preceptos de la liberalidad.

Cuando está en campaña y se nutre de botines y saqueos de los otros, debe ser lo más liberal posible ya que, de lo contrario, sus soldados no le seguirán.

CAPÍTULO XVII

DE LA CRUELDADY LA CLEMENCIA; Y SI ES MEJOR SER AMADO QUE TEMIDO, O SER TEMIDO QUE AMADO.

Un príncipe debe desear ser tenido por clemente y no por cruel; ahora bien, debe estar muy atento a no hacer un mal uso de la clemencia. Describe como ejemplo de príncipe que pasa por ser cruel a Cesar Borgia y de ejemplo de clementes a los florentinos. Señala en no por ello estos últimos demostraron ser más prudentes que el primero.

Un príncipe no debe preocuparse por la fama de cruel si eso le ayuda a mantener a sus súbditos unidos y leales. La clemencia puede llevar, a la larga, a desordenes públicos, mientras que la crueldad cuando se utiliza solo afecta a unos cuantos particulares. Al príncipe nuevo le resulta imposible evitar la fama de cruel tal como dice Virgilio: la dura necesidad y la novedad del reino me obligan a adoptar tales medidas y a defender como amplia guardia los confines.

Maquiavelo, analiza la cuestión de si es mejor ser amado o temido, o viceversa. Afirma que cuando no se puede ser amado y temido al mismo tiempo, es mucho mejor ser temido a amado. Y es que, según Maquiavelo, los hombres son por naturaleza ingratos, volubles y ávidos de ganancias y, por tanto, no debe confiarse en ellos. Tales tipos de hombres se pueden comprar pero no se tienen nunca de verdad, de tal forma que vacilan menos en hacer daño a quien se hace amar que a quien se hace temer.

El Príncipe, por tanto, debe hacerse temer, pero de tal forma que evite el odio de sus súbditos ya que puede combinarse el ser temido y el no ser odiado. Para lograr no ser odiado (sino temido) el Príncipe debe abstenerse de tocar los bienes de sus ciudadanos y de sus súbditos y sus mujeres. Cuando el Príncipe se encuentre al frente de sus tropas no debe preocuparse de la fama de cruel porque de lo contrario nunca mantendrá al ejército unido y dispuesto a acometer empresa alguna. Maquiavelo pone como ejemplo de estadista cruel pero tremendamente efectivo en el campo de batalla a Anibal; y como ejemplo de estadista clemente pero blando y flexible, por lo que se le rebelaron los ejércitos en España, a Escipión.

CAPÍTULO XVIII

DE QUE MODO LOS PROMESAS

La experiencia muestra que quienes han hecho grandes cosas han sido príncipes que han tenido pocos miramientos hacia sus propias promesas. Así han superado a quienes se han fundado en la lealtad. Existen dos formas de combatir: a) A través de las leyes. Es algo propio del hombre. b) A través de la fuerza. Es algo propio de las bestias. Según Maquiavelo un príncipe está obligado a saber utilizar correctamente a la bestia y, dentro de ella, saber elegir entre la zorra y el león. La identificación con la zorra le permitirá conocer las trampas y la identificación con el león le permitirá saber como amedrentar a los demás. Pero debe saber combinar los dos ya si solamente hace de león no sabe realmente lo que lleva entre manos.

Un príncipe prudente no puede guardar fidelidad a su palabra cuando tal fidelidad se vuelva en contra suya. Y es que los hombres no son todos buenos y dado que son malos no suelen guardar nunca la fidelidad a la palabra dada.

El príncipe prudente debe ser un gran simulador y disimulador. Maquiavelo pone como ejemplo de este tipo de príncipe a Alejandro VI. Afirma que es importante que no sólo que un príncipe tenga cualidades sino, y sobre todo, que parezca tenerlas.

El príncipe necesita tener un ánimo dispuesto a moverse según le exigen los vientos y los cambios de la fortuna. Por ello debe tener gran cuidado de que no salga de su boca cosa alguna que no esté llena de las cualidades señaladas anteriormente. Por eso debería parecer, al que le mira y escucha, todo clemencia, todo fe, toda integridad y todo religión, ya que no hay cosa más necesario que el aparentar.

CAPÍTULO XIX

DE QUE MODO DEBE EVITARSE SER DESPRECIADO Y ODIADO.

Trate el príncipe de huir de las cosas que no lo hagan odioso y despreciable y una vez logrado no tendrá nada que temer de los otros vicios. Hace odioso el ser ladrón y apoderarse de los bienes y de las mujeres de los súbditos, de todo lo cual convendrá abstenerse. La mayoría de los hombres mientras no se vean privados de sus bienes y de su honor, viven contentos.

Hace despreciable el ser considerado frívolo, voluble, afeminado, pusilánime e irresoluto de defectos de los cuales debe alejarse e ingeniarse para que en sus actos se reconozca grandeza, valentía, seriedad y fuerza. Con respecto a los asuntos privados de sus súbditos, procurar que sus fallos sean irrevocables y empeñarse en adquirir tal autoridad. Para ser respetado, el príncipe, tiene necesariamente que ser bueno y querido por los suyos. Un príncipe debe temer dos cosas: que se le subleven los súbditos y que lo ataquen potencias extranjeras. En el interior estarán aseguradas las cosas cuando lo estén en el exterior.

En lo que se refiere a los súbditos, ha de cuidar que no conspiren secretamente. El no ser odiado por el pueblo es uno de los remedios más eficaces de que dispone un príncipe, ya que el conspirador siempre cree que el pueblo quedará contento con la muerte del príncipe. Los Estados bien organizados y los sabios siempre han procurado no exasperar a los nobles y, a la vez, tener satisfecho y contento al pueblo.

CAPÍTULO XX

SI LAS FORTALEZAS, HAY MUCHAS OTRAS COSAS QUE LOS PRÍNCIPES HACEN CON MUCHA FRECUENCIA SON ÚTILES O NO

Hubo príncipes que, para conservar sin inquietudes el Estado, desarmaron a sus súbditos, que dividieron sus territorios conquistados, que favorecieron a sus mismos enemigos, que se esforzaron por atraerse a aquellos que les inspiraban recelo al comienzo de su gobierno, que construyeron fortalezas y que las arrasaron. Nunca sucedió que un príncipe nuevo desarmase a sus súbditos, más bien los armó cada vez que los encontró desarmados. De este modo las armas del pueblo se convirtieron en las del príncipe. Los súbditos a quienes el príncipe arma, son deudores del príncipe y se consideran más obligados a él. Cuando un príncipe adquiere un Estado nuevo que se añade al que ya poseía conviene que desarme a sus nuevos súbditos, excepción hecha de aquellos que se declararon partidarios suyos durante la conquista.

En las ciudades conquistadas, aunque no se dejaba llegar al derramamiento de sangre, alimentaban discordias entre ellos, a fin d que, ocupados en sus diferencias no se uniesen contra el enemigo común. Un príncipe nuevo al que le es más necesario adquirir fama, la fortuna le suscita enemigos y guerras en su contra para poder darle la oportunidad de que las supere y pueda elevarse a mayor altura. Los hombres que al principio del reinado han sido enemigos, si su carácter es tal que para continuar la lucha necesitan apoyo ajeno, el príncipe podrá fácilmente conquistarlos a su causa, y lo servirán con más facilidad.

Los príncipes para poder conservarse acostumbraron a construir fortalezas que fuesen rienda y freno para quienes se atraviesen a obrar en su contra. Las fortalezas son útiles si en unas ocasiones favorecen y en otras perjudican. No hay mejor fortaleza que él no sr odiado por el pueblo.

CAPÍTULO XXI

COMO DEBE COMPORTARSE UN PRINCIPE PARA SER ESTIMADO.

Maquiavelo trata en este capítulo sobre la importancia que tienen las grandes empresas llevadas a cabo por príncipes prudentes ya que las mismas sirven de ejemplo para generaciones futuras.

Comienza tratando la figura ejemplar de Fernando de Aragón, actual rey de España. Según Maquiavelo si se examinan las acciones de este Príncipe, se encontrarán algunas de ellas que son extraordinarias: asaltó el reino de Granada base de su poder; mantuvo ocupados a los nobles de Castilla lo que le permitió irlos dominando poco a poco; supo aprovecharse de la religión para sostener sus ejércitos con el dinero de la iglesia; se decidió por acometer empresas mayores como la expulsión de los judíos, empresas en Italia y contra el rey de Francia. Todas estas acciones, además de fundamentar su poder, han sucedido de tal forma que nunca ha dejado tiempo para que pudiera procederse contra él con calma ya que tuvo siempre en suspenso y asombrados los ánimos de sus súbditos, atentos al resultado final.

Es tambien importante que un Príncipe de ejemplo de como administrar los asuntos interiores de su principado. En este sentido un Príncipe prudente será aquel que es capaz de que cada una de sus acciones le proporcione fama de hombre grande y de ingenio. En este sentido. Un príncipe adquiere fama cuando es un verdadero amigo y un verdadero enemigo ya que estas formas de actuar son siempre mejores que la de mantenerse neutral. Y es que el vencedor en una contienda no quiere amigos dudosos que no lo defiendan en la adversidad; y el derrotado no te concede refugio por no haber querido compartir su suerte con las armas en la mano. En este contexto, Maquiavelo cita lo que un legado romano responde a Antíoco el cual quería convencer a los aqueos para que se mantuvieran neutrales en el enfrentamiento entre Etolios y Romanos: Lo que estos os dicen de no intervenir en la guerra no puede ser más contrario a vuestros intereses: sin clemencia, sin dignidad, seréis el trofeo del vencedor. Siempre ocurrirá que el no es tu amigo buscará tu neutralidad y el que es tu amigo te exhortará a que combatas a su lado.

Un Príncipe debería mostrar siempre su aprecio por el talento y honrar a los que sobresalen en alguna disciplina. También debería procurar que sus ciudadanos puedan ejercer tranquilamente sus profesiones, asi como saber entretener al pueblo con fiestas y espectáculos.

CAPÍTULO XXII.

DE LOS SECETARIOS DEL PRINCIPE

Maquiavelo comienza afirmando que no es asunto de poca importancia para un príncipe la elección de sus ministros ya que éstos son buenos o malos según la prudencia del príncipe.

El primer juicio que la gente se forma sobre la naturaleza de un Príncipe se centra en el examen de la gente que tiene a su alrededor. Si son competentes y fieles, entonces estamos ante un Príncipe sabio y prudente; si, por el contrario, no lo son, entonces hay siempre motivo para desconfiar del juicio prudente de tal Príncipe.

Según Maquiavelo existen tres clases de inteligencia: a) Aquellas que comprende las cosas por sí mismas .Esta es un inteligencia superior. b) La que es capaz de evaluar lo que otro comprende. Esta es una inteligencia excelente. c) La que no comprende ni por sí misma ni por medio de los demás. Esta es un inteligencia inútil. Existe un procedimiento que no falla para conocer, por parte del Príncipe, a un ministro: si el príncipe ve que el ministro piensa más en sí mismo que en el príncipe, entonces tal persona jamás será un buen ministro, y, por ello, jamás debería fiarse de él.

El príncipe, de todas formas, para conservar fiel a su ministro, debe pensar en él recompensándole con honores y haciéndole rico y partícipe de honores y responsabilidades. De esa manera, el ministro ve que no puede mantenerse al margen del príncipe, ya que los abundantes honores le llevan a no desear más honores ni las abundante riquezas más riquezas, mientras que las abundantes responsabilidades le llevan a temer posibles cambios.

CAPÍTULO XXIII

COMO HUIR DE LOS ADULADORES.

Maquiavelo analiza en este capítulo como el príncipe debería huir de los aduladores que proliferan en la corte.

Según Maquiavelo el mejor medio de defenderse de las adulaciones es hacer comprender a los hombres que no ofenden al príncipe si le dicen la verdad.

Lo que sucede es que el principio anterior presenta un problema que vendría dado por el hecho de que si cualquiera pudiera decir la verdad al Príncipe entonces se le acabaría por perder el respeto. Por todo ello, es necesario que un príncipe prudente utilice un tercer procedimiento consistente en elegir en su Estado un grupo reducido de hombres sensatos a los que se les otorga la libertad de decir al príncipe la verdad por muy dura que ésta sea. Tal verdad únicamente la dirán cuando el Príncipe les pregunte y no cuando ellos quieran.

Un príncipe debe aconsejarse siempre, pero cuando él quiere y no cuando quieren los demás. Sin embargo, debe estar siempre preguntando y escuchar pacientemente la verdad sobre todo aquello de lo que ha preguntado, enojándose incluso si alguien por cualquier razón no se la dice. De todos modos, a pesar de la importancia de los consejeros, Maquiavelo, afirma que hay una regla general que no falla nunca: más que confiar en los consejos de los demás el mejor consejero debe de ser la prudencia y la intuición del propio príncipe.

CAPÍTULO XXIV

POR QUE LOS PRINCIPES DE ITALOA PERDIERON SUS ESTADOS

Los príncipes nuevos son observadas con mayor atención que las de un príncipe hereditario debido a que los hombres se dejan convencer mucho más por las cosas presentes que por las pasadas y cuando encuentran el bien en el presente gozan de él y no buscan nada más.

A continuación considerar por qué ciertos príncipes de Italia (Rey de Nápoles, Duque de Milán, etc) que han perdido sus Estados. Las razones que explican esto son las siguientes: a) Debilidad en lo que se refiere a la organización militar. b) Tener el pueblo como enemigo. c) No saber guardarse de los grandes.

Afirma que todos aquellos príncipes que, después de reinar durante muchos años. Han acabado por perder sus principados no deberían echar la culpa a la fortuna sino a su propia indolencia ya que los pecados de los pueblos nacen de sus príncipes.

CAPÍTULO XXV

DEL PODER DE LA FORTUNA EN LAS COSAS HUMANAS Y DE LOS MEDIOS PARA OPONÉRSELE

Comienza afirmando que muchas personas tienen la opinión de que las cosas del mundo están gobernadas por la fortuna y por Dios de tal modo que los hombres, a pesar de toda su prudencia, no pueden corregir su rumbo. Esto lleva a muchos a pensar que no hay motivo para esforzarse demasiado en las cosas sino más bien dejar que las gobierne el azar. Maquiavelo rechaza esta opinión ya que ello implicaría la anulación de nuestra libre voluntad.

Las causas que pueden explicar el por qué algunos príncipes que prosperan hoy, caen mañana sin que, por ello, se halla apreciado cambio alguno en su forma de ser y actuar. Afirma que ello se debe a las razones siguientes: a) Los príncipes que se apoyan únicamente en la fortuna se hunden tan pronto como ella cambia. b) Prospera aquel príncipe que armoniza su modo de actuar con la marcha de los tiempos y decae aquel cuya conducta entra en contradicción con tales tiempos.

Y es que podemos ver como príncipes que actúan de modo diferente; unos actúan con precaución, otros con ímpetu, unos con violencia, otros con astucia; unos con paciencia y otros al revés. Lo curioso del caso, señala Maquiavelo, es que todos pueden alcanzar aquello que se habían propuesto.

Como ejemplo de Príncipe que supo adaptarse a su tiempo al papa Julio II. Según él vivió en una época en donde lo que primaba no era la prudencia sino el ímpetu y la fiereza. Con acciones de este tipo conseguiría lo que jamás otro príncipe habría conseguido con toda la paciencia humana. Es cierto, sin embargo, la brevedad de su vida no le permitió poder experimentar lo contrario ya que si hubieran llegado tiempos en donde se hiciera necesario proceder con precaución, hubiéramos asistido a su ruina.

CAPÍTULO XVI

EXHORTACIÓN A LIBERAR A ITALIA DE LOS BARBAROS

Maquiavelo dedica este último capítulo del Príncipe a analizar si en la Italia de su tiempo sería posible existe materia en la que introducir en ella una forma que le reportara a un Príncipe (Maquiavelo piensa en los Medici) honor y a Italia bien. Maquiavelo dirige sus palabras a la ilustre casa de los Medici para se decida a redimir los ultrajes y crueldades que los bárbaros han infringido a los italianos, ya que no se ve en el momento presente en quien pueda depositar mejor sus esperanzas que en vuestra ilustre casa, la cual con su fortuna y virtud pueda ponerse a la cabeza de esa redención. Para lograrlo pide a los Medici que tengan ante sus ojos los ejemplos dados por las acciones y la vida de los hombres mencionados en capítulos anteriores.

Si hasta ahora no ha podido llevarse a cabo la tarea que honrar los Medici, según Maquiavelo, podrían llevar a cabo, ello se debe a que la antigua organización militar no era buena por lo que hacen falta nuevas leyes y nuevas formas de organización. En estos momentos existe en Italia materia suficiente donde introducir cualquier forma ya que hay en ellas mucha virtud. Según Maquiavelo, los italianos son superiores en duelos y combates entre grupos reducidos. Sin embargo cuando tienen que intervenir en los ejércitos sus cualidades desaparecen debido a la insuficiencia de sus jefes, ya que todos creen saber pero nadie es capaz de imponer su autoridad.

Maquiavelo aconseja a la casa de los Medici que si quieren emular a los grandes hombres de la historia se provean, antes de nada, de un ejército propio para así poder defenderse con la virtud italiana de los ejércitos extranjeros. Reconoce que aunque la infantería suiza y española son extraordinarias poseen un punto débil: los españoles no pueden resistir a la caballería y los suizos tienen miedo de una infantería que cuente con soldados tan buenos como ellos. Pone como ejemplo de todo esto lo sucedido en la batalla de Ravena. Conocida, por tanto, la debilidad de ambas infanterías, Maquiavelo, pide a los Medici que organicen un tercer tipo de infantería que resista a la caballería y que no tenga miedo a otra infantería, algo que podría conseguirse si se forma con tesón un ejército propio de italianos.

Maquiavelo acaba pidiendo a los Medici que no dejen pasar esta oportunidad histórica y se conviertan en los redentores de Italia ya que el pueblo está dispuesto a luchar en contra de la bárbara tiranía.

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