El choque de civilizaciones Samuel P. Huntington

El choque de civilizaciones

Samuel P. Huntington

Hoy en día la búsqueda de la paz ya no es el objetivo primordial de los Estados, pues se ha desdibujado con el paso del tiempo y como consecuencia de la forma en como esta fue establecida después de la guerra fría. Su imposición, más que como consecuencia de un acuerdo entre todos los actores (independiente de su clasificación), desconoció la evolución de las condiciones en que se han venido configurando los nuevos conflictos. Estos además de desarrollarse en ámbitos locales y por características superfluas, ahora adquieren mayor relevancia cuando se dan entre la diversidad de civilizaciones que han comenzado a consolidarse más y más en razón a sus identidades culturales.

El autor nos ubica en el plano de la posguerra fría y nos plantea el hecho de que la cultura y las identidades culturales están configurando las pautas de cohesión, desintegración y conflicto en el mundo. Pero estas pautas no son nuevas, estas han tenido un desarrollo durante el transcurso de la historia, en el que las personas y las sociedades se identifican con ciertos símbolos, y tal y como lo expone en el texto: “para los pueblos que buscan su identidad y reinventan la etnicidad, los enemigos son esenciales”. Con ello da pie para hablar de cómo la similitud en aspectos culturales ha permitido la identificación entre diferentes estados que anteriormente y por conflictos a nivel económico e ideológico se encontraban constantemente en conflicto.

Este último tipo de diferencias permitió durante mucho tiempo poder realizar diversos tipos de clasificaciones entre las sociedades. Ejemplo de ello es la clasificación entre Occidentales y los no Occidentales; los ricos y los pobres; desarrollados y en vía de desarrollo, etc. Sin embargo, este tipo de clasificación comenzó a establecer un estado de civilización en donde las características culturales comunes comenzaron a consolidar no solo uno o dos grandes potencias, sino diversas que aún con el espejismo de armonía y de la imposición de la paz, hace que nos preguntemos sobre la política internacional que establecerá ahora la forma de manejar estos macro-conflictos.

Para tal propósito es necesario, y tal y como lo desarrolla el autor, la creación de mapas o paradigmas para la formulación de teorías y modelos que orienten la conducta humana, pues en esta se ocultan supuestos, predisposiciones y perjuicios que determinan el modo en que se percibe la realidad, en los hechos que se fijan y el modo en que se juzga su importancia y valor. Pero como comúnmente se dice, todo extremo nunca es bueno, por lo que es necesario un mapa que represente la realidad y al mismo tiempo la simplifique de la forma que mejor se ajuste a nuestros propósitos. A pesar de los paradigmas que expone (de un solo mundo, de dos mundos, el de Estados,

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