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El líder que llevas dentro

Luisa GuzmánTrabajo4 de Marzo de 2019

6.549 Palabras (27 Páginas)175 Visitas

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Luisa Rosaura Guzmán Rodríguez | 2000-0882

Índice

Introducción 2

Presentar en 5 o 6 ideas el resumen de cada temática desarrollada por el autor. 3

Primera semana: Agitar la superficie 3

Segunda semana: Bajar al interior, al fondo 5

Tercera semana: Abrirse a los demás desde dentro 6

Cuarta semana: Servir al mundo; ser el que eres 9

Identificar 8 ideas fuerzas que identifican el pensamiento del autor. 11

Ideas que le impactaron de las temáticas tratadas. 13

Extraer 5 a 10 conclusiones, las cuales aplicarán a su campo de trabajo y a sus vidas personales………….. 15

¿Por qué recomiendan la lectura del libro? 17

Referencia. 19

Introducción

Todos deseamos ser, al menos en algún momento líderes, porque el liderazgo se ve como un estado especial, único, celestial. Un anillo de grandeza rodea esa palabra.

El libro se compone de 365 puntos o ejercicios (que pueden realizar en tres, cuatro, ocho, veintiuno y hasta treinta días), son simples y a la vez incesantes reflexiones en forma de pregunta, intención o interpelación, a fin de que el lector se cuestione a si mismo desde su ser. Dichas reflexiones comienzan, parten y siguen ese modelo y método ignaciano de los Ejercicios espirituales de Ignacio de Loyola en 1548, para aplicarlos a los directivos y las personas en general, para provocar el cambio necesario como líderes y personas.

Con estos 365 ejercicios se abre la mente a cualquier persona, ayuda a cualquiera que esté encerrado en el concepto de liderazgo como único, como liderazgo: una sola persona. Sí el líder es singular porque cada quién es único en su función, en su ser; por eso es que estos puntos, destapan que tan gran SER eres como líder.

Dice Luis Huete que hay que construir al líder que tenemos dentro. La gran ambición de todos nosotros, debería ser, aprovechar el potencial humano con el que nacemos y que el mayor número de personas hagan lo mismo. Solo las personas que desarrollen su energía espiritual van a tener la lucidez y el coraje de hacer frente a la raíz de los problemas de corrupción a los que nos enfrentamos en la sociedad y en las empresas.

He tomado los que además de llamarme la atención, de ser los que más observo en el día a día; son los que más me identifican y creo así son los más importante que debe tener un líder, un SER.

Presentar en 5 o 6 ideas el resumen de cada temática desarrollada por el autor.

Primera semana: Agitar la superficie

1. Éxito y líder. Tú encarnas esas dos palabras: eres el líder porque has tenido éxito, y tienes el éxito del líder. Y aun te queda mucho por delante por disfrutar. Dispones, para ello, del poder. Tú mandas (a tu escala, pero mandas). Por eso, éxito, líder y poder van de la mano, y en tu palma se hallan las tres, tres palabras mágicas con las que ansias cocinar el futuro. Más no olvides esto: crees con todos los ingredientes de la pócima mágica, pero nunca se ha completado una sopa de letras con tan pocas palabras. Revisa con sumo detalle la receta del liderazgo, porque el líder con poder y éxito puede resultar insípido. Busca otros ingredientes para la receta. Equilibra la mezcla y prueba nuevas confituras. Donde hay poder echar unas gotitas de humildad y donde abunda éxito, deja caer una pizca de fracaso. A veces la humildad es el arma más poderosa, el fracaso, la garantía del éxito. Revisa los ingredientes, y la sopa de letras quedará completada y lista para ser probada y degustada.

2. Te sientes seguro y fuerte. Confías en ti mismo. Esa es la clave del éxito: confianza. Solo llegarás a la meta y triunfarás si tienes confianza y fe ciega en ti mismo. Pero, también deberías desconfiar enteramente de tu confianza plena. La confianza ciega es la antesala de la ceguera y de la soledad, de la vanidad y la sordera. No pierdas el sentido –los cinco sentidos- y aléjate de la confianza. Huye de ella. ¡Mátala! La confianza es la mantis religiosa de la propia confianza. Se aniquila a sí misma para seguir viviendo. No te aniquiles con ella y mátala antes de que ella acabe contigo. Desconfía de ti mismo, de tus capacidades y competencias. Siéntete débil y desnudo, casi inerte, y nublado y vacío por dentro. La confianza verdadera se esconde en ese vacío. De ese vacío inferior saldrás fortalecido y seguro. La ceguera es el veneno de la confianza; el vacío aparente es la semilla de la confianza plena, pues, alcanzado ese vacío, conocerás los peligros recónditos de la confianza falsa.

3. ¿Por qué tienes miedo al fracaso? No se entiende. Ya les gustaría a muchos estar en tu lugar, llegar a donde tú has llegado, para tener que enfrentarse a ese fracaso. Y mira que a ti aún te falta mucho por recorrer. Ellos, temerosos o histérico, se han quedado por el camino y no han llegado a la meta. En cambio, ¡tú has llegado! Entonces, a que vienen esos temores. Siéntete dichoso de estar justo frente al fracaso, porque es la muestra de que has tocado el éxito.

4. Levántate y mírate al espejo. ¿Qué ves?... ¿Qué no ves? La cara es el espejo del alma, aunque un alma corrompida estalla como un cristal cuando se enfrenta a sí misma. Atrévete a mirarte por dentro y hallarás lo que no deseas ver. Mírate a los ojos y piensa si te gusta lo que ves. Lo que ves –a quien ves- eres tú, sin trampa ni cartón, desnudo. Eres tú el único capaz de modificar esa cara. Entonces, ¿A qué esperas? ¿Por qué no haces nada para cambiar inmediatamente ese rostro? Mas esa cara no mudará mientras el verdadero rostro, el interior, el alma, no esté limpio. La cara es la mirada externa, la apariencia; pero la auténtica mirada, la esencia, se encuentra en el interior. Atrévete a mirarte por dentro.

5. Recuerda el lema de Stanford: «cambia vidas. Cambia organizaciones. Cambia el mundo». ¡A qué esperas! Atrévete a cambiar el mundo. Está en tus manos, si quieres. Querer es poder. ¿Quieres cambiar el mundo o prefieres esperar a que el mundo te cambie a ti? El mundo no espera a nadie, así que anticípate tú y cámbialo antes. Esa debe ser tu guía y misión. De ti depende ser un inconformista o uno más entre un millón, entre la masa; entre la nada.

6. Desengáñate: el fin no justifica los medios, aunque se trate del mayor y mejor de los fines. Más vale un fin neutro con los medios adecuados que el fin más noble con los medios equivocados. Aspira a grandes metas. La magnanimidad es tu faro. Pero más avanza el magnánimo con pasos cortos y constantes que el magnánimo con zancadas grandes y zancadillas mayores.

Segunda semana: Bajar al interior, al fondo

1. De-terminación. No hay rasgo que mejor defina a un líder que la determinación, la garra, la fuerza, el coraje. Porque ese líder de-termina lo que empieza, lo acaba, lo cierra, lo zanja, lo concluye, y se esfuerza por finalizarlo de forma concienzuda. No ceja en su empeño hasta que lo ve todo terminado. El coraje le empuja a llegar hasta el fin, a no dejar nada al azar, incluso a no dejar títere con cabeza, porque al líder no le van los títeres sino los valientes. Por eso es de-terminante como el valiente que es: porque nunca deja nada a medias, mal hecho o sin hacer. ¿Acaso deseas dejar un cuadro a medias, o irte antes de que el árbitro pite el final del partido? Concluye, termina y cierra el partido con el gol de la victoria. Y cuando hayas acabado, empieza de nuevo, pues lo terminado hoy, mañana ya no sirve; hay que reconstruirlo. Porque siempre hay un partido de vuelta.

2. Serviam. Si, serviré. Así debes levantarte a diario: repitiendo una y otra vez esa palabra mágica (serviam), pues el servicio es el fundamento del liderazgo. Te podrá sonar a imperfecto («servían»), pero no te confundas. Todo lo contrario: serviam es futuro, el futuro que tendrás que trabajar desde tu presente. Liderazgo es servicio en el presente para el futuro, así que serás líder en la medida en que sirvas hoy para el mañana. Sirvo ergo lidero. Serviré ergo liderare. Esa debe ser tu plática diaria, tu presentación en sociedad y ante la sociedad. Porque te medirán por lo que hayas servido y contribuido a la sociedad a través de tu empresa.

3. Sin la ética estás perdido. Lástima que en el banquete del liderazgo la ética sea el último de los comensales, en el caso de que todavía tenga cabida en la mesa. Piensas en la ética como religión, filosofía, pedantería. Iluso. ¡La ética como ethos, tu naturaleza, tu yo más profundo! ¿Por qué te traicionas, entonces, a ti mismo, a tu ethos, para encontrar atajos oscuros? Perseguir la ética es buscarse a uno mismo.

4. En los pequeños detalles te ganaras a la gente, como en ese saludo cordial que le das al recién llegado a la empresa cuando coincides con él en el ascensor. Un simple «buenos días» vale más que mil palabras. ¿Por qué, entonces, se te llena la boca de discursos y palabrería barata, y sin embargo, eres incapaz de acercarte con esas dos palabras? ¿Acaso llueve o graniza y ese «día» es malo? Los tuyos solo piden y buscan en ti una muestra de humanidad. ¡Humanidad, no pedantería! Así pues, ¡actúa como tal y no traiciones tu naturaleza! Lástima que en ocasiones tu ceguera te impida

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