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Ensayo De La Ciudad Antigua


Enviado por   •  21 de Octubre de 2013  •  7.883 Palabras (32 Páginas)  •  505 Visitas

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INTRODUCCION

Es un libro muy interesante ya que muestra todo desde las creencias de las ciudades antiguas, así como de sus últimas modificaciones y sobre que se pueden observar sus similitudes con las ciudades que existen en la actualidad, así como con todo lo que conllevan esas modificaciones y como es que se fue degenerando la importancia de la religión.

También muestra las diferencias y semejanzas que hay entre dos ciudades muy importantes en el estudio del derecho: la ciudad Griega y la ciudad Romana.

Relacionando sus costumbres con reglas que posteriormente se convirtieron en leyes y que con el tiempo se convierten en fundamentales para el estudio del derecho.

Además describe las creencias de las ciudades antiguas, también su base primordial que era la familia, cómo se formaron las ciudades, y los cambios drásticos que le dieron un giro completo a todo lo que se creía deestas ciudades convirtiéndose en lo que en la actualidad podemos observar. Y aparte de llevar una relación demasiado estrecha con la historia de Roma, pues estas culturas se desarrollaron en la época de la monarquía y la república, hasta que apareció el cristianismo el cual se volvió legal en el cuarto periodo de la historia Romana.

LIBRO I CREENCIAS ANTIGUAS

En los últimos tiempos de la historia de Grecia y Roma se vio perdurar entre la multitud un conjunto de pensamientos, y usos, que indudablemente, procedían de una época muy remota. De ellos podemos inferir las opiniones que el hombre se formó al principio sobre su propia naturaleza, sobre su alma y sobre el misterio de su muerte.Las generaciones antiguas, mucho antes que hubiera filósofos, creyeron en una segunda existencia después de la actual, consideraron la muerte, no como una disolución del ser, sino como un mero cambio de vida. También creyeron durante mucho tiempo que durante esa segunda existencia el alma permanecía apegada al cuerpo. Nacía con él, ymoría con él, cuando colocaban un cuerpo en el sepulcro, creían que era algo vivo lo que ahí se encontraba.Era costumbre también, que al fin de la ceremonia fúnebre, se llamara tres veces al alma del muerto por el nombre que había llevado. Se le deseaba vivir feliz bajo tierra; se escribía en la tumba que él reposaba allí. Y de esta creencia primitiva es que se derivó la necesidad de la sepultura. Para que el alma permaneciera en esta morada bajo tierra, que le servía para su segunda vida, era necesario que el cuerpo al que el alma estaba asociada quedase recubierto de tierra. El alma que carecía de tumba no tenía morada, vivía errante y se convertía pronto en malhechora. Se temía menos a la muerte que a la privación de la sepultura, ya que se trataba del reposo y la felicidad eterna.En las antiguas ciudades la ley imponía a los culpables un castigo denominado como terrible que era, la privación de la sepultura. Entre los griegos había entre cada tumba unaparte destinada a la inmolación de las víctimas y a la cocción de su carne. La tumba romana también tenía su culina, especie de cocina de un género particular, y para el exclusivo uso de los muertos.Estas creencias dieron pronto a lugar las reglas de conducta, Puesto que el muerto tenía necesidad de alimento y bebida, se concibió un deber de los vivos satisfacer esta necesidad, fue obligatorio.Los muertos pasaban por seres sagrados, los antiguos les otorgaban los más respetuosos epítetos que podían encontrar: llamándoles bienaventurados, buenos, santos. Para ellos tenían toda la veneración que el hombre pueda sentir por la divinidad que ama o teme; en su pensamiento cada muerto era un dios. No se daba distinción entre los muertos. Los griegos daban de buen grado el nombre de dioses subterráneos, los romanos les daban el nombre de dioses “manes”. Las tumbas eran los templos de estas divinidades.Si el muerto al que se olvidaba era un malhechor, aquel al que se honraba era un dios tutelar, que amaba a los que ofrecían el sustento. Estas almas humanas divinizadas por la muerte, eran lo que los griegos llamaban demonios o héroe, los romanos le dieron el nombre de lares y manes.La casa de un griego o romano encerraba un altar, en este altar tenía que haber ceniza y carbones encendidos, era una obligación sagrada para el jefe de la casa el conservar el fuego de día y noche. No era lícito alimentar ese fuego con cualquier clase de madera, este fuego debía conservarse siempre puro.Había un día del año, que para los romanos era el 1 de mayo en que cada familia tenía que extender su fuego sagrado y encender otro inmediatamente, pero para obtener el nuevo fuego era preciso observar escrupulosamente algunos ritos. El fuego tenía algo de divino, se le adoraba, se le rendía un verdadero culto.Jamás salía el hombre sin dirigir una oración a su hogar; al regreso antes de ver a su mujer y de abrazar a sus hijos debía inclinarse ante el hogar e invocarlo, el fuego del hogar era pues la providencia de la familia.El culto del fuego sagrado no solo pertenecía Grecia y Roma, sino que también se encontraba en oriente, entre los indos suele llamarse agni. El nombre del fuego sagrado fue personificado con el nombre de Vesta. Se representó a esta divinidad con rasgos de mujer, porque la palabra con que se designó al altar era de género femenino. Vesta fue la diosa virgen, que no representaba en el mundo la fecundidad ni el poder, fue el orden, pero no el orden rigurosos, abstracto, la ley imperiosa y fatal, que se advirtió muy pronto en los fenómenos de naturaleza física.Se puede pensar que el hogar domestico solo fue, en su origen, el símbolo del culto de los muertos, que bajo la piedra del hogar descansaba un antepasado, que el fuego se encendía allí para honrarle y, que este fuego parecía conservar en el la vida o representaba a su alma siempre vigilante. Esto solo es una mera suposición.Desde hace muchos años el hombre solo admite una doctrina religiosa mediante dos condiciones: que le anuncie un dios único, y que se dirigía a todos los hombres y a todos sea accesible sin rechazar sistemáticamente ninguna clase ni raza.En esta religión primitiva cada dios solo podía ser adorado por una familia. La religión era puramente doméstica. Una de las reglas de aquel culto, era que cada familia solo podía rendir culto a los muertos que le pertenecían por la sangre, por eso la ley prohibía que un extranjero se acercase a una tumba, tocar con el pie, aun por descuido una sepultura era un acto sacrílego.En Grecia y Roma así como en la India, el hijo tenía el deber de hacer las libaciones y sacrificio a los manes de sus padres y de todos los abuelos.Entre los vivos y los muertos de cada familia existía un cambio perpetuo de buenos oficios. El muerto

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