Ensayo De Racismo, Clase Media E Inmigracion
aruberuto710 de Junio de 2013
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Trascripción libre de Mariela Sánchez Urdaneta, revisada y corregida por Vladimir Acosta. Especial para Aporrea.org
Hoy voy a ocuparme de un tema que, de nuevo, ha sido puesto sobre el tapete. Voy a hablar del racismo en Venezuela; y me servirá de punto de partida esa expresión de abierto racismo televisivo que pudimos ver recientemente en un programa del canal comercial Televen, en el que la bruja racista que lo conduce, acompañada por otra bruja racista como ella, en este caso una vieja italiana, se dedicaron a acusar al venezolano de flojo, de borracho, de ladrón y de golpeador de mujeres. Realmente no me centraré en los detalles del programa racista de ese par de brujas transmitido el domingo 17 de junio, un programa miserable como pocos, aun tomando en cuenta el hecho de que nuestra televisión comercial se caracteriza por la basura televisiva y por los mensajes antinacionales y racistas. Creo que a las dos brujas racistas, a conductora e invitada, y a los presentes que hicieron un triste papel ahí, un sociólogo que no se sintió muy afectado por lo dicho y al que la bruja conductora casi no dejó hablar, y un casi silente y cómplice colaborador regular de su programa (para más señas venezolano, y negro, esto es, directamente aludido por las ofensas de la bruja conductora del programa y de la invitada italiana), realmente ya se les ha dicho todo o casi todo lo que había que decirles; y no voy a repetir eso aquí. Lo que sí haré es tomar ese programa como punto de partida para hacer unos comentarios que van más allá de las críticas que se han hecho al respecto y que me parece urgente hacer.
I. DOS CORTOS COMENTARIOS SOBRE EL PROGRAMA RACISTA DE TELEVEN
De todas maneras sí hay dos puntos inmediatos que comentaré antes de entrar al tema, porque creo que todavía no se le han dicho a la conductora del programa. La primera es que el tiro le salió por la culata porque la reacción que se generó contra su programa fue bastante amplia. Y no sólo fue amplia, diría incluso que unánime, entre la gente del pueblo que defiende esta Venezuela de hoy y que se identifica con ella porque en ella ha recuperado su dignidad y su orgullo de ser venezolana, sino también entre grupos opuestos al gobierno y al actual proceso bolivariano, ya que los menos disociados de ellos se sintieron ofendidos por esta agresión y reaccionaron de la manera normal en que reacciona alguien cuando se lo ofende en su gentilicio. Porque, ya fuese por cobardía o por torpeza, las brujas no se atrevieron a hacer distinciones entre venezolanos, diferenciando entre pueblo de un lado y clase media y minoría dominante del otro, diciendo que es el primero el que es flojo, bonchón, borracho, ladrón y golpeador de mujeres mientras que la clase media y los ricos en cambio son todos trabajadores, abstemios, honrados y delicados con las damas. Aunque creo que es eso lo que quisieron decirnos, lo cierto es que no supieron o no se atrevieron a hacerlo, porque la agresión habría llevado las cosas al extremo del clasismo y del racismo. De modo que prefirieron atacar al venezolano sin distinción (los ricos y la derecha entienden que la cosa no va con ellos) y nos agredieron a todos sin distinción, quedando sólo ellas dos fuera, ya que a la vieja italiana semianalfabeta, candidata a la Misión Robinson, que según confesión propia ha vivido y progresado en Venezuela desde hace cuatro décadas sin siquiera aprender bien el idioma, la exime su condición de europea, de italiana de Sicilia, y a la bruja conductora del programa (que tampoco es venezolana, pues nació en Colombia, con lo cual no avanzaría mucho en términos de superioridad racial) la exime el hecho de que, también según confesión propia, por sus azules venas corre sangre francesa y alemana.
El otro punto que debo tocar, de importancia un tanto menor, es la falta de entereza de los invitados, tanto del sociólogo como del colaborador de la bruja, porque, en cualquier otro país donde entre la clase media y entre los trabajadores del medio televisivo hubiera menos servilismo y se respetara más la dignidad del propio gentilicio, no sólo esos invitados se habrían levantado y se habrían retirado sino que hasta los camarógrafos y técnicos habrían apagado las cámaras y habrían suspendido el programa. Estoy seguro de que un programa como este, si acaso se hubiera intentado hacerlo en el México de hace algunos años, en aquel México que todavía recordaba su Revolución y que tenía aun sentido del orgullo nacional y de la dignidad, (porque no sé si sería igual en el México actual, demasiado arrastrado ante Estados Unidos, demasiado corrompido por décadas de neoliberalismo) estoy seguro de que inmediatamente se habrían parado los invitados, se habrían apagado las cámaras y habría terminado el programa en medio de un rechazo absoluto de todo el mundo. Aquí en cambio insultar a los venezolanos todos en un canal privado de televisión, que se supone venezolano, es algo normal, eso es lo que la derecha manipuladora llama ‘libertad de expresión’, libertad de expresión exclusiva para ellos y para sus mercenarios sin que la mayoría del pueblo tenga en cambio acceso a los medios para darles merecida respuesta. Aquí, silencio y complicidad total. Ningún otro canal privado dice nada, todos guardan silencio; y no se meten en el asunto porque en el fondo todos ellos son parte de un mismo proyecto antinacional de colonización y desnacionalización, de devaluación del pueblo venezolano. Y el domingo siguiente la bruja conductora del programa se limitó en forma hipócrita a decir con el mayor cinismo que lo que pasa es que ella dice a veces cosas en las que no cree sólo para provocar polémica. Me gustaría saber que dijo en un próximo programa que ella celebró el ataque contra las torres del World Trade Center porque es simpatizante de Al Qaeda, o que en su opinión el gobierno sionista de Israel es un gobierno genocida. Sólo para provocar polémica.
II. ¿POR QUE UN PROGRAMA COMO ESTE AHORA?
En realidad, repito, ya se le ha dicho a esta señora y a sus pobres invitados casi todo lo que habría que decir sobre el asunto y no voy a detenerme más en eso. Lo tomaré, pues, como punto de partida para abordar lo principal, lo que creo que es el fondo del asunto, aunque todavía sea necesario hacer algunos comentarios finales al respecto.
Lo primero es que hay que decir que ese tipo de programa televisivo no es casual. Y mucho menos casual es que se produzca justamente ahora. Ese programa se integra –no sé por qué vías, pero de alguna manera estoy seguro de que se integra- al proyecto antinacional, al proyecto de esta derecha desesperada para ofender y devaluar al pueblo venezolano. Incluso para provocarlo. Por décadas y décadas a los venezolanos se nos ha acostumbrado a despreciar lo nuestro. A despreciarnos incluso como venezolanos. A considerarnos absolutamente inferiores, a pensar que todo lo nuestro es inferior, que nuestra comida era inferior, que nuestra literatura era inferior, que nuestra música era inferior, que nuestra cultura era inferior, que todas nuestras tradiciones y manifestaciones culturales eran inferiores, y que, de alguna forma, éramos seres inferiores entre seres inferiores como los latinoamericanos, como los pueblos mestizos, como los pueblos pobres.
Esa ha sido la anticultura que por décadas las clases dominantes colonizadas y colonizadoras han difundido en el país (podría decirse que por siglos, pero me refiero sobre todo al mundo más moderno, al actual, a la educación y a la televisión colonizada y a todo lo demás). Esa es la anticultura que han difundido las clases dominantes venezolanas, que son tristes apéndices de las clases dominantes extranjeras, europeas y sobre todo norteamericanas, esas mezquinas clases pseudo venezolanas defensoras de la colonización, de la imitación de todo lo yankee, de todo lo estadounidense, del clasismo y del racismo y del embrutecimiento absoluto de las masas, del pueblo, del desprecio abierto por sus valores, sus tradiciones, su cultura y sus costumbres.
Justamente uno de los grandes logros de este proceso bolivariano ha sido el de enseñarnos a revaluarnos como país y como pueblo, a recuperar al fin nuestra dignidad, a recobrar nuestro orgullo venezolano, a mostrarnos que no somos menos ni más que ningún pueblo y que somos hermanos de todos los pueblos. El venezolano de hoy es un pueblo orgulloso de su cultura, de sus valores, de sus tradiciones, que sabe y siente que forman parte de su identidad, y está conciente de que rescatar esas tradiciones, esos valores, esa música, esa cultura, es esencial para la construcción de un país distinto, democrático, solidario, soberano, digno, donde gobiernen las grandes mayorías y no unas pseudo élites, unas minorías ricas y poderosas, que han gobernado hasta ahora y que se mueven y se han movido siempre en Venezuela como si en vez de venezolanos fuesen invasores u ocupantes extranjeros, explotando y despreciando a las grandes mayorías, sobre todo cuando, como suele suceder, éstas tienen el color de la piel un poco o bastante más obscuro que el de ellas.
De manera que este proceso bolivariano nos ha enseñado a revaluarnos y a recuperar nuestra dignidad, nuestro orgullo venezolano; y hoy una buena parte de las venezolanas y los venezolanos estamos construyendo una Venezuela diferente. Y lo que la bruja de Televen intentó hacer en su programa de racismo trasnochado, verdaderamente miserable, fue agredir y descalificar al pueblo venezolano, hacerlo regresar al tiempo del auto desprecio, de la auto descalificación, del racismo. Pero, repito, el tiro le salió por la culata.
III. UN RACISMO TRASNOCHADO QUE
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