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FOUCHE EL GENIO TENEBROSO

pedrazaangelica24 de Septiembre de 2011

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Fouché era todo un genio, pero que era una persona muy insegura de sí misma, por lo tanto es que no se conoce mucho acerca de este personaje, según el autor, uno de los principales idealistas en la revolución francesa pero que por culpa de su personalidad siempre estaba atrás de alguien quien era el que tenía que dar la cara por él, aunque él era el de las ideas.

Fouché tenía una personalidad muy fría y que siempre quería estar del lado de los ganadores, así pues, a Fouché no le importaba traicionar a las personas, aunque fueran muy cercanas a él, con tal de conseguir su objetivo primordial que era el de estar de lado de los vencedores.

Aún después de haber formado parte de la Iglesia, Fouché al querer estar siempre del lado de los vencedores, se vuelve en contra de ésta, diciendo que ni la inmortalidad ni Dios existen.

Era un líder, sin embargo, a falta de personalidad siempre tenía que estar atrás de alguien para que ese alguien diera la cara por él, aunque éste (Fouché) era el cerebro de las operaciones, como lo fue el alzamiento contra el Cristianismo.

La falta de abanderamiento es lo que produce en Fouché una crisis de identidad que en el ocaso de su existencia se vuelve tenebrosa mente evidente. No tiene a dónde ir, para él no existen los amigos… y toda su obra, cada martillazo certero sobre el duro mármol de la estrepitosa Francia, desaparece en un velo justificado.

La danza siniestra del genio tenebroso no fue inmune a los severos ataques, algunos de ellos exitosos, contra sus excesos.

Como padre del espionaje moderno, supo sacar provecho de las culpas de otros políticos tan terribles como él. Todo lo sabía, y todos le temían. Hizo del temor a ser descubierto el arma mortal con la que podría conseguir todo lo que quisiera, y así fue.

Máscaras eclipsaron su crueldad y maleabilidad. Máscaras humanas que pagaron la grave equivocación con la vida. Fouché nunca actuó dando la cara, siempre fue un segundo papel, de menor porte, pero de mayor importancia, el protagonista detrás del protagonista en la cruel tragedia que fue su obra, y la ácida comedia que fue su vida. Uno a uno cayeron los velos… hasta que el hombre de las mil máscaras quedó con su desagradable rostro al mundo… tan sólo para descubrir que no era nadie… que nadie le reconocía.

“A un hombre como yo le tiene sin cuidado la vida de un millón de seres”, dijo Napoleón enceguecido por el estúpido juego de la guerra. Para Fouché no hicieron falta un millón de seres, bastó con someter al más poderoso, valerse de artimañas, traiciones y corrupción para develar por completo la personalidad macabra de alguien menos siniestro que él mismo.

El genio tenebroso pasó como el perfecto traidor, y lo fue. Traicionó todo lo traicionable: A la monarquía, la república, la burguesía, el comunismo (del cual es autor del primer tratado)… pero jamás se traicionó así mismo, por la sencilla razón de que no había una idea qué traicionar…

Y aún con todo, no deja de ser absolutamente admirable. Pocos hombres han plasmado su firma de manera tan indeleble como Joseph Fouché. Los dos movimientos franceses que han marcado la historia de la humanidad: La ilustración, y la Revolución Francesa, han impulsado a numerosas naciones a exigir el mundo utópico que les está negado, han motivado a remover el gobierno perverso e injusto. Tal fue el fervor que los franceses motivaron, que se olvidó mirar la otra parte de esa historia…

Al final, Fouché es un hombre completamente olvidado por toda la sociedad a la que alguna vez le hizo bien o le hizo mal, ya no se pronuncia su nombre ni siquiera para recordar a una de las personas más temidas de la época. José Fouché muere el 26 de diciembre de 1820 en la ribera triestina.

La historia de Fouché nos dice que para

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