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Hoja De Trabajo


Enviado por   •  29 de Abril de 2014  •  1.174 Palabras (5 Páginas)  •  274 Visitas

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SERIE I: INSTRUCCIONES: LEE ATENTAMENTE LAS VECES QUE SEAN NECESARIAS LA SIGUIENTE LECTURA.

EL GIGANTE EGOISTA

Todas las tardes al volver del colegio, los niños tenían la costumbre de jugar en el jardín abandonado del gigante. Era un gran jardín solitario, con un suave y verde césped. Brillaban aquí y allí las flores sobre el suelo. Había doce melocotoneros que, en primavera, se cubrían con una delicada floración blanquirrosada y, en otoño, daban hermosos frutos. Los pájaros posados sobre las ramas, cantaban tan deliciosamente que los niños interrumpían habitualmente sus juegos para escucharlos.

Un día, el gigante regresó a su casa. Volvía de una larga visita de siete años en casa de su amigo, el ogro de Cornualles. Al cabo de ese tiempo, dijo todo lo que tenía que decir, pues su conversación era limitada, y decidió regresar a su castillo. Al llegar, vio a los niños que jugaban en su jardín.

-¿Qué hacen ahí? –Les gritó con voz agria. Y los niños huyeron.

-El jardín es para mí solo –Prosiguió el gigante.

Entonces, lo cercó con un alto muro. Era un gigante egoísta.

Los pobres niños no tenían ya sitio de recreo. Intentaron jugar en la carretera, pero no les gustaba porque era polvorienta y estaba llena de agudas piedras.

Cuando volvió la primavera, volvieron los pájaros y renacieron las florecillas. Solo en el jardín del gigante egoísta continuaba el invierno. Desde que no había niños, los pájaros no tenían interés en cantar y los árboles se olvidaban de florecer. (…)

-No comprendo por qué la primavera tarda tanto sin llegar –Decía el gigante egoísta, cuando se asomaba a la ventana y veía su jardín blanco y feo. -¡Ojalá cambie el tiempo! Pensó el gigante.

Pero ni la primavera ni el verano llegaban. El otoño trajo frutos de oro a todos los jardines, pero no dio ninguno al gigante. (…)

Una mañana, mientras el gigante dormía en su lecho, despertó al escuchar una música deliciosa. Sonó tan dulcemente en sus oídos, que imaginó a los músicos del rey pasando por ahí.

En realidad, era un pardillo que cantaba ante su ventana, pero como no había oído a un pájaro en su jardín hacía mucho tiempo, le pareció la música más bella del mundo. Entonces, el granizo dejó de bailar sobre su cabeza y el viento del norte dejó de rugir. Un perfume delicioso llegó hasta su nariz a través de la ventana abierta.

-Creo que ha llegado al fin la primavera. –Dijo el gigante.

Saltó del lecho y se asomó a la ventana solo para mirar un espectáculo extraordinario. Por una brecha abierta en el muro, los niños se habían deslizado en el jardín y se encaramaban en las ramas de los melocotoneros. En cada uno de los árboles que alcanzaba a ver, había un niño. Y los árboles se sentían tan dichosos, de nuevo, que se habían cubierto de flores y se agitaban graciosamente. Era un bonito cuadro. Solo en el rincón más apartado del jardín seguía el invierno.

Allí se encontraba un niño muy pequeño. Tan pequeño que era, que no había alcanzado las ramas de los árboles y lloraba amargamente. (…) El corazón del gigante se enterneció al mirar hacia afuera.

-¡Qué egoísta he sido! –Pensó, –Ya sé porque la primavera no ha querido venir aquí. Voy a colocar a ese pobre pequeñuelo sobre la copa del árbol, luego tiraré el muro, y mi jardín será siempre el sitio de recreo de los niños.

Pero cuando los niños lo vieron, se quedaron tan aterrorizados que huyeron. El jardín se quedó otra vez invernal. Únicamente el niño pequeñito no había huido, porque no lo vio venir a causa de que sus ojos estaban llenos de lágrimas. El gigante se deslizó hasta él, lo tomó cariñosamente con sus manos y lo depositó sobre el árbol.

El árbol inmediatamente floreció, los pájaros vinieron a posarse y cantaron sobre él. El niñito extendió sus brazos, rodeó el cuello del gigante y lo besó. Los otros niños comprendieron que el gigante ya no era malo y volvieron a acercarse.

-Desde ahora éste es su jardín, pequeñuelos –Dijo el gigante. Y cogiendo un martillo muy grande, echó abajo el muro.

Cuando

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