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LOS PROYECTOS Y LA PROYECCIÓN DEL INGENIERO EN LA SOCIEDAD

Kiher7 de Abril de 2014

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Este artículo se orienta a resaltar la importancia de los proyectos en el desarrollo de la sociedad y a hacer más explícito el rol del ingeniero en su correcta formulación, ejecución y terminación, garantizando una entrega a tiempo, dentro del costo programado y a un nivel de desempeño óptimo. Los proyectos ocupan una porción importante de la actividad del ingeniero y son un vínculo del servicio que se presta a la comunidad, aun cuando el conocimiento que hoy se requiere para manejarlos no se enseña a nivel de pregrado, dejando al ejercicio profesional el desarrollo de las competencias particulares. La complejidad que encierra este campo es significativa, y normalmente pasa inadvertida para quienes deciden manejar proyectos. Ello deriva en resultados mediocres manifiestos en: interrupciones, conflictos interpersonales y organizacionales, problemas legales y en muchos casos, la paralización indefinida del proyecto. Se pretende analizar en una forma compacta los avances recientes acaecidos en esta área y los retos que se plantean para el ingeniero.

El trabajo del Ingeniero tiene la particularidad que se traslada a la comunidad rápidamente y lo hace como obras, no simplemente como ideas; es algo maravilloso de esta profesión. La palabra ingeniero en el idioma inglés es muy evidenciadora y refleja sus orígenes en la era industrial, el maquinador: personas que diseñan, fabrican, utilizan y mantienen las máquinas que la sociedad necesita para disfrutar de mayor bienestar y confort.

La ingeniería contribuye al desarrollo social mayormente en el área técnica mediante la construcción de obras civiles, facilidades de producción y transporte, suministro de energía y productos derivados del conocimiento en general, y se encarga del desarrollo y actualización tecnológica. Interviene en todos los niveles de la economía: transforma materias primas en bienes de mayor valor agregado y de utilidad pública, en el desarrollo y operación de sistemas productivos, así como en el sector servicios… por solo nombrar algunas áreas que son evidentes al ciudadano común.

Hay un denominador común en todos los aspectos descritos: ¡TODOS son, al menos inicialmente, proyectos! y es por ello que esta disciplina debe formar parte de la “competencia” del Ingeniero.

El conocimiento y manejo de un proyecto representa un elemento “estructural” en la formación del ingeniero; curiosamente sólo se contempla en los cursos de postgrado, salvo en la carrera de Ingeniería Industrial. Algunos pregrados contienen la asignatura de “evaluación económica de proyectos”, la cual se orienta a la justificación financiera del proyecto, pero en la práctica está más involucrado en las fases que suceden a esta evaluación, donde el detalle de ingeniería entra a formar parte del plan financiero para su ejecución, aspecto que usualmente se aprende en la práctica. El conocimiento y aplicación de las leyes y reglamentos es otra área donde se presentan problemas con frecuencia y en la que el ingeniero tiene la necesidad de incursionar y aprender para evitar inconvenientes importantes.

Esta situación, por demás paradójica, refleja la realidad de lo que hemos encontrado en la práctica profesional. La industria petrolera y petroquímica lo tiene registrado en su bitácora, manifiesta en la ocurrencia de problemas, inconvenientes, interrupciones, paralizaciones de obra, demandas judiciales… en fin la frustrante situación de no terminar un proyecto a tiempo, al costo presupuestado o con deficiencias de calidad. No tenemos que ir muy lejos para percatarnos de ello: demos unas vueltas por cualquier ciudad y observemos obras mal terminadas, servicios públicos insuficientes, construcciones paralizadas o a medio hacer, planteles industriales inactivos, un parque automotor deteriorado, vialidad insuficiente, transporte de materiales en forma insegura, sistemas obsoletos de manejo de materiales, o sistemas de servicio que no ayudan a mantener a los clientes…. ¡Sobran los ejemplos!

¿Cómo entender esta incoherencia? ¿Será que se parte de la premisa, que lo de los proyectos se aprende por ensayo y error, o tal vez, que es fácil de aprender y no se necesita una formación específica? Al menos eso es lo que pareciera ser. Por cierto, detrás de estas obras la sociedad percibe a los ingenieros como los encargados y les atribuye, en parte, responsabilidades. Conviene entonces analizar con más detalle esta situación en el contexto más general posible.

I- EL GRADO DE DESARROLLO DE LA SOCIEDAD ACTUAL

¿En qué sociedad estamos viviendo en la actualidad? Cuando en mis intervenciones públicas hago esta pregunta, la mayoría señalan aún que es la era de la Informática, (la cual sucedió a la era Industrial y se inició en los años 40 y dejó paso en los 80 a la era del Conocimiento, la cual se encuentra en sus postrimerías ya que se está ingresando la era de la Sabiduría: donde, además del conocimiento interviene la filosofía de la raza humana en su búsqueda de “significados”. El “motor” de la dinámica social de más de medio siglo tan inestable subyace en una palabra: CAMBIO.

Lo anterior ha generando un sinnúmero de términos nuevos, desde los ingenieriles con los cuales estamos familiarizados, como los de otras disciplinas: sinergia, paradigmas, tercerización, JIT, TQM, ERP,…”

A veces tardamos en percatarnos del verdadero significado de nuevos vocablos de moda. Les sucedió a los americanos cuando se puso en boga la “calidad”; de hecho, ellos también la manejaban en sus procesos y se permitían tolerancias flexibles, 1 ó 2 % por decir una cifra. La realidad es que no entendieron que mientras los japoneses crearon al estrategia de producir calidad para “competir”, ellos mantuvieron su paradigma basado en el control de costos y precios para maximizar su participación en el mercado. Quién ganó, ya lo sabemos; G. Taguchi formuló la “función pérdida”, la cual hay que minimizar. Con ella permitió el desarrollo y auge de la calidad total (tolerancias de 0,001%); hoy la matriz de referencia (“template”) del comercio mundial (ISO 9000).

Pero después de lo anterior han aparecido nuevos términos y enfoques que no pueden pasar inadvertidos: Misión empresarial (principio de los 80), Visión (1986), Reingeniería de los procesos (Hammer & Champ 1990), desarrollo personal y ética empresarial (década de los 90), gerencia de los procesos (1990 hasta la actualidad), gerencia de proyectos (desde finales de los años 50 y cada vez con más vigencia), y entre otros muchos, “sustentabilidad”, un vocablo que evidencia la preocupación de la humanidad por su capacidad de autodestrucción.

El asunto es si en realidad comprendemos el significado de estos términos y los sabemos utilizar. Tal es el caso por ejemplo de Misión y Visión que, en muchas veces, no ayudan a focalizar el esfuerzo que se hace en las instituciones. Las Universidades autónomas en Venezuela son un buen ejemplo: en qué se diferencia la Universidad de Carabobo de la de Los Andes o la Central; de hecho, el servicio a un sector industrial importante radicado en el estado Carabobo debería contemplarse, y en consecuencia muchas carreras podrían reorientar sus programas. Será por esta razón que hay empresas más exitosas que otras: si observamos la Visión de Microsoft: “Un computador en cada escritorio y hogar con programas Microsoft”, todo está dicho en menos de una línea, y sus trabajadores conocen hacia donde deben orientar su esfuerzo,

La función Mercadeo en las empresas se incorpora en los 70; es sorpresivamente reciente y llama la atención pues es hoy lo que marca el paso de la economía. En la actualidad el enfoque de mercado se solapó con el tecnológico y es la palanca del éxito de muchas empresas es la tecnología. En el año 2004 Chan y Maugborne publicaron su libro “Estrategia del Océano Azul”, en pocas palabras, la idea no es desarrollar una nueva tecnología sino crear un mercado de “algo” que ni siquiera existe. El punto aquí, es que los proyectos se formulan en función de estas fuerzas competitivas.

Los ingenieros debemos percatarnos de este “tsunami” de cambios que afrenta el desenvolvimiento profesional y el devenir. Es primordial, ya que si en estos momentos tuviésemos que proyectar una obra que requiere 5 años para su terminación, ¿con qué criterio definiremos la tecnología que incorporaremos, por decir algo, en el año 4, si la realidad nos dice que el ritmo de cambio de la tecnología que usamos los ingenieros se modifica cada 3 ó 4 años. Aún más, qué sistemas en el área de informática o automatización incluiremos en este proyecto quinquenal, cuando éstos se obsolecen cada dos años? La solución a esta paradoja originó lo que hoy se maneja como “Ingeniería Concurrente”, es decir, incorporamos la tecnología más reciente según vamos desarrollando el proyecto. Se está usando ya hace al menos dos décadas: p. ej. el diseño de compuertas para controlar inundaciones generadas por las corrientes erráticas del mar del norte en Holanda. Los sistemas hoy se están diseñando con un criterio nuevo, “para que puedan evolucionar” hacia el nuevo destino tecnológico (frontera tecnológica) que aun no hemos visualizado; a veces sin embargo lo anterior no funciona y el cambio es “radical”… borrón y cuenta nueva.

II- VALOR SOCIAL DE LOS PROYECTOS DE INGENIERÍA

La realidad anterior exige una respuesta profesional. La Gerencia de Proyectos ha demostrado ser un instrumento valioso para producir los cambios, en tiempos y costos óptimos (eficacia) y a un buen nivel de desempeño (calidad y eficiencia organizacional).

No se usa como una disciplina solitaria sino se integra

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