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La Historia Y El Historiador - Florescano


Enviado por   •  2 de Enero de 2015  •  1.811 Palabras (8 Páginas)  •  223 Visitas

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La historia es la disciplina del autoconocimiento humano, conocerse a si mismo significa conocer lo que se puede hacer y puesto que nadie sabe lo que puede hacer hasta que lo intenta, la única pista para saber lo que puede hacer el hombre es averiguar lo que ha hecho. El valor de la historia por consiguiente, consiste en que nos enseña lo que el hombre ha hecho y en ese sentido lo que es el hombre. Los desafíos que les imponen sus compañeros de generación y la ineludible competencia que padece en nuestros días, son los incentivos que lo inducen a superase. Es decir, desde que elige su vocación hasta que aprende a encauzarla, esta rodeado de condicionantes sociales inescapables.

De una parte es un producto social, un resultado de diversas corrientes colectivas; y de otra, un individuo acuciado por el deseo de superar herencias del pasado y de renovar su oficio a partir de los desafíos que le imponen su presente.

Cuando la alfombra mágica de la historia nos transporta a los tiempos transcurridos y nos acerca a las tareas que nuestros antecesores le asignaron al rescate del pasado, advertimos que las funciones de la historia han sido variadas. También observamos que buena parte de estas tareas se concentro en dotar a los grupos humanos de identidad, cohesión y sentido colectivo.

En todos esos casos la función de la historia es dotar de identidad a la diversidad de seres humanos que formaban la tribu, el pueblo, la patria o la nación. La recuperación del pasado tenia por fin crear valores sociales compartidos, infundir la idea de que el grupo o la nación tuvieron un origen común, inculcar la convicción de que la similitud de orígenes le otorgaba cohesión a los diversos miembros del conjunto social para enfrentar las dificultades del presente y confianza para asumir las responsabilidades del porvenir.

Como dice John Updike el historiador sigue siendo el especialista de la tribu que tiene el cargo de contarle a los demás lo que todo el grupo tiene que saber: ¿Quiénes somos? ¿Cuáles fueron nuestros orígenes? ¿Quiénes fueron nuestros antepasados? ¿Cómo llegamos a este punto o encrucijada de la historia?

Al tender un puente entre el pasado distante y el presente incierto, el relato histórico establece una relación de parentesco con los antepasados próximos y lejanos y un sentimiento de continuidad en el interior del grupo, el pueblo o la nación.

Pero si por una parte la historia ha sido una búsqueda infatigable de lo propio, debe reconocerse que su práctica es un registro de la diversidad del acontecer humano. Para el estudio de la historia la inmersión en el pasado es un encuentro constantemente asombrado con formas de vida distintas, marcadas la influencia de diversos medios naturales y culturales.

Podemos decir entonces que para estudiar el pasado supone una apertura a otros seres humanos. Nos obliga a trasladarnos a otros tiempos, a conocer lugares nunca vistos antes, a familiarizarnos con condiciones de vida diferentes a las propias. Dicho en forma resumida el oficio del historiador exige una curiosidad hacia el conocimiento del otro, una disposición para el asombro, una apertura a lo diferente y una practica de la tolerancia. Es verdad que no todos los historiadores alientan la simpatía y la disposición hacia lo extraño.

Al mismo tiempo que la imaginación histórica se esfuerza por revivir lo que ha desaparecido, por darle permanencia a lo que poco a poco se desvanece, por otro lado es una indagación sobre la transformación ineluctable de las vidas individuales, los grupos, las sociedades y los estados. La historia se ha dicho es el cambio de los individuos y las sociedades con el tiempo.

El historiador registra el cambio instantáneo, casi inmediato, que el paso de los días provoca en las vidas individuales y colectivas. Estudia los impactos formidables producidos por las conquistas, las revoluciones, las explosiones políticas que dislocan a grupos étnicos, pueblos y naciones. Gracias a el análisis de estos diversos momentos de la temporalidad, el estudio de la historia nos ha impuesto la carga de vivir conscientemente la brevedad de la existencia individual, la certidumbre de que nuestros actos de hoy se apoyan en la experiencia del pasado y se prolongarían en el futuro y que formamos parte del gran flujo de la historia, de una corriente mayor por la que transitan las naciones, las civilizaciones y el conjunto de la especie humana. Los seres humanos deben su carácter distintivo al hecho de compartir memorias y sustentar valores heredados del pasado.

Por otra parte, cuando la investigación histórica analiza los hechos ocurridos en el pasado se obliga a considerar cada uno de ellos según sus propios valores, que son precisamente los valores del tiempo, y el lugar donde estos hechos ocurrieron. De este modo la historia viene a ser el instrumento por medio del cual los hechos del pasado adquieren un significado singular e irrepetible dentro del desarrollo humano general.

La historia es necesaria no solo para hacer agradable la vida sino también para conferir a esta un sentido moral. Lo que es en si mortal a través de la historia conquista la inmortalidad lo que se halla ausente

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