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Las ruinas circulares. Análisis


Enviado por   •  10 de Agosto de 2016  •  Informes  •  1.342 Palabras (6 Páginas)  •  1.243 Visitas

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EDI

2do. Año. Profesorado de Lengua y Literatura

INFORME DE LECTURA

 “Las ruinas circulares” de Jorge  Luis Borges

Fecha: 31 de Mayo 2013


Jorge Luis Borges presenta desde el título y desde el epígrafe la base sustancial del cuento. En el título “Las ruinas circulares”, ruinas: refiriéndose a algo que existió, se destruyó y solo quedan restos, y circulares: algo que no tiene ni principio ni fin. El epígrafe es una clave del relato: “And if he left off dreaming abourt you... (Y si él dejara de soñarte)"[1] Donde Alicia, es producto del sueño del rey y si éste se despertara, Alicia desaparecería. El hombre-mago de Borges, envuelto en situaciones ambiguas, en cuanto al lugar y a la existencia, mediante una relación encarnada entre el sueño y la realidad, y a través de ritos y veneraciones, logra la creación de una criatura, un discípulo, su propia creación. Cuando llega al término de su obra, bruscamente puede comprender que su propia existencia es en realidad el sueño de otro creador.

El hombre- mago que presenta Jorge Luis Borges llega a un lugar  incierto pero con una razón claramente definida “Sabía que ese templo era el lugar que requería su invencible propósito…”[2] Aparece como extraño a ese lugar y ante los hombres que habitaban en los alrededores. Esta situación cambia unos pocos días después cuando se comprende y se acepta la existencia de ese hombre-mago (por temor o por respeto) y  su pertenencia a ese lugar. Los lugareños ayudaron de alguna forma en la subsistencia del hombre-mago sin interferir en su propósito.

En el lugar, Borges describe el templo, el recinto circular donde se refugia el soñador. Es el lugar donde habitan los dioses, donde la fuerza creadora y destructora del fuego se hacía presente, es la representación de la continuidad, de las relaciones cíclicas del universo, del crear y destruir. Este templo devastado por el fuego, es el lugar ideal para la nueva creación, para el comienzo. Como lo explica el  siguiente fragmento: “Es simplemente la regeneración del ciclo vital y la imitación microcósmica de la creación, como piensa Renou. El paso de la muerte a la vida implica también que los recintos rituales (el recinto circular que corona un tigre o un caballo de piedra, que tuvo alguna vez el color del fuego y que ahora el de la ceniza) con sus utensillos aparezcan abandonados y devastados, y que vuelvan a prepararse para otras prácticas del culto en un nuevo gesto de regeneración.”[3]

Una vez en el lugar exacto, el hombre-mago, decide comenzar con su tarea “soñar a su creación”, y es en este punto donde Borges nos presenta la relación entre lo onírico y la realidad. La búsqueda de llevar a la realidad el producto de los sueños, de las representaciones mentales. Para Leonor Fleming, puede considerarse a la obra literaria como a esa “creación” soñada por su soñador y al escritor como un profesional soñador que impone a la realidad sus obras, los productos de su mente. Reuniendo el soñador y el escritor características similares.[4]

El hombre- mago entra en una búsqueda casi desesperada de su ideal creación, transcurre un lapso de tiempo en que soñaba varios posibles candidatos, pensaba tanto durante el sueño como en  la vigilia que solo tendría que seleccionar al correcto, al ideal. Esta decisión no le llevó tanto tiempo y pudo reconocer maravillado a su discípulo.

Este desasosiego, la ansiedad por terminar su obra, de hacerla realidad, se interrumpió con el fracaso que sufre este hombre-mago: Al despertar se dio cuenta de que no había soñado.

Comienza el soñador una lucha ardua y cansadora para poder controlar el estado mental del sueño y terminar su propósito. Viendo lo inútil de sus penosos métodos, concluyó que era imposible intentar controlar ese estado. Concentró su atención en reponer sus fuerzas y en llevar a cabo una serie de ritos que lo restablecieron física y espiritualmente, y al pronunciar apenas un nombre incompleto durmió y soñó con un corazón que latía.

En esta situación Borges nos demuestra la incapacidad del hombre para manejar la imaginación, el sueño, lo irreal y el poder de ese mundo de sueños sobre la realidad.

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