Libro 3 La Republica De Platon
lore123456789013 de Julio de 2013
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El Libro III de La República
En los inicios del libro III Sócrates y Adimanto siguen analizando el tema de la educación de los guardines y las cuestiones que éstos deberían o no deberían aprender. Siguiendo, por tanto, esta linea de investigación, Sócrates, propone prescindir de aquellos pasajes míticos en los que se habla acerca del Hades como algo terrible pues eso haría que los guerreros temieran la muerte y se comportaran de modo servil en el campo de batalla. En este contexto Sócrates proponer tachar versos homéricos del tipo siguiente: la lóbrega casa tremenda incluso en los dioses espanto produce, o aquel que dice cual murciélagos dentro de un antro asombroso que, si alguno se cae de su piedra, revuelan y gritan aglomerándose llenos de espanto, tal ellas entonces exhalando quejidos marchaban en grupo. Propone tambien Sócrates suprimir en la enseñanza de los guardianes todos los nombres terribles y espantosos relacionados con el Hades: Cocito, Estige,Espíritus.
Tambien deberían desaparecer los gemidos y los sollozos en boca de hombres bien reputados ya que ningún hombre de pro debería considerar la muerte como cosa temible. Por ello, señala que los guerreros no deberían leer versos como aquellos en donde se presenta a Aquiles con ambas manos cogiendo puñados de polvo negruzco y vertiéndolo sobre su pelo. Y es que, según Sócrates, si los jovenes guardianes oyesen en serio tales manifestaciones, entonces ante el más leve contratiempo se entregarían a largos trenos y lamentaciones sin sentir la menor vergüenza ni demostrar ninguna entereza.
Sócrates rechaza tambien todos aquellos pasajes en donde se presenta a los grandes hombres o a los dioses dominados por la risa. Afirma que no aceptarán pasajes como los de Homero que dicen: e inextinguible nació entre los dioses la risa cuando vieron a Hefesto en la sala afanándose tanto. Tampoco deben los jovenes guardianes tener acceso a aquellos pasajes que no sean aptos para infundir en ellos la virtud de la templanza. En este contexto Sócrates rechaza aquellos textos de lo poetas en donde se presente la gula virtud placencera: delante las mesas ven repletas de carnes y pan y el copero les saca de la gruesa cratera el licor y lo escancia en las copas
O aquelos pasajes en donde se presenta al mismo Zeus dominado por la pasión amorosa y excitándose de tal modo al contemplar a Hera, que no tiene paciencia para entrar en su aposento, sino que quiere yacer con ella allí mismo, en tierra. O el episodio en que Hefesto encadena a Afrodita y a Ares por motivos semejantes. Tambien deberían desparecer de la vista de los jovenes guerreros aquellos pasajes en donde se muestra a hombre dioses como venales y ávidos de riquezas: a los dioses y nobles monarcas persuades los dones. O el preceptor de Aquiles que le aconsejaba que, si le hacían regalos los aqueos, les ayudase, pero, en caso contrario, no depusiera su rencor contra ellos. En definitiva, Sócrates propone, por tanto, obligar a los poetas a decir que semejantes hechos y dichos no son obras de los heroes o los dioses ya que es imposble, como se ha establecido anteriormente, que ellos puedan ser causa de algo malo. Es necesario, por tanto, atajar el paso a esta clase de mitos. A continuación, Sócrates se pregunta si, despues de haberse ocupado de cómo debería de hablarse a los guardianes acerca de los dioses, de los demones y heroes y de las cosas de ultratumba, quedan aún temas por investigar. Señala que parece que falta tratar acerca de los pasajes que hablan acerca de los hombres. Confiesa que aquí se encuentran en un atolladero pues si no saben todavía que es la justicia como cuestionar las afirmaciones presentes en muchos pasajes de la mitología acerca de que existen hombre malos pero que son felices mientras que otros que son justos son totalmente desafortunados, y que tra cuenta el ser malo con tal de que ello pase inadvertido, y que la
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