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Libro V De La Republica - Platon


Enviado por   •  27 de Marzo de 2014  •  1.445 Palabras (6 Páginas)  •  819 Visitas

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El libro V es el más provocador de la República de Platón pues desarrolla temas polémicos como la eugenesia y el comunismo. Las medidas que Platón propone para la ciudad ideal le hacen parecer un nazi sin escrúpulos: sorteo amañado para emparejar a los mejores, eliminación de los peores o defectuosos, secuestrar a los recién nacidos y sacarlos fuera del país…

Sócrates está a punto de explicar las cuatro clases corruptas de Estado cuando Adimanto, a sugerencia de Polemarco, le interrumpe pidiéndole detalles sobre la ciudad ideal. Más específicamente, sobre asuntos importantes que han quedado sin aclarar como que las mujeres y los niños de los guardianes son comunes, cómo se administrará la procreación, cómo será la educación… Trasímaco y Glaucón se suman a la protesta de Adimanto. Sócrates se excusa argumentando que al hablar de estos temas podría cometer errores acerca de cómo han de ser las instituciones “nobles, buenas y justas” y considera esto un gran perjuicio para quien lo oiga, peor que un asesinato. Glaucón, echándose a reír, lo absuelve de este crimen imaginario y le incita a hablar con confianza.

¿Cuál habrá de ser el papel de las mujeres en el Estado ideal? En el capítulo anterior se comparaba a los guardianes con perros pastores del rebaño. Es evidente que las hembras de los perros pastores vigilan y cazan igual que los machos así que en la ciudad ideal hombres y mujeres están capacitados para cumplir las mismas funciones siempre y cuando se les de la misma educación. Por tanto, a las mujeres también se las educará mediante la música y la gimnasia. Sócrates admite que esto tiene consecuencias ridículas como que las jóvenes se ejercitarán desnudas en los gimnasios o, mucho peor, también las viejas, feas y arrugadas. A pesar de todo, Sócrates ruega a los graciosos que dejen a un lado sus bromas y relativicen un poco las costumbres sociales: hasta hace poco, dice, era vergonzoso que los hombres hiciesen gimnasia desnudos.

Sócrates vuelve a preguntarse si hombres y mujeres pueden desempeñar las mismas tareas teniendo en cuenta que tienen naturalezas tan diferentes. Este argumento, en apariencia tan sólido, no es para Sócrates sino una muestra de erística, de sofística, es decir, de disputa en torno a palabras y no sobre la verdadera naturaleza de las cosas. Lo desarma con una reducción al absurdo, argumentando que siendo diferentes las naturalezas de calvos y peludos no podrán tampoco desempeñar las mismas funciones. Un médico y una médica tienen ambos alma de médico y, por tanto, la misma naturaleza. Hay que preguntarse, por tanto, respecto de qué funciones dentro del Estado tienen distinta naturaleza hombres y mujeres. En general, el hombre es superior en todo a la mujer, excepto en “el tejido y el cuidado de los pasteles”. Pero, aún así, las aptitudes naturales para la gimnasia, la sabiduría y la guerra están repartidas igualitariamente entre ambos sexos, aunque son más débiles en las mujeres. Por lo tanto mujeres y hombres podrán participar en la guerra y las tareas de vigilancia del Estado, aunque se encargará a las mujeres las más livianas.

Entre los guardianes, las mujeres y los hijos serán comunes. Examinemos, en primer lugar, si sería útil y, en segundo lugar, si sería posible. Una vez seleccionados los mejores para ser educados como guardianes vivirán y comerán en común entremezclados hombres y mujeres. Por necesidad natural serán conducidos a la unión sexual pero, por analogía con el cuidado de los rebaños, no permitiremos que todos procreen por igual sino que, igual que hacemos con los caballos y el ganado, favorecemos que procreen más los mejores. Para que esto pueda hacerse entre humanos habrá que hacer uso de la mentira: un gran festival con un sorteo de modo que el mediocre culpe al azar de su pareja para copular. Al que tenga mucho éxito en el frente de batalla se le ofrecerá plena libertad para acostarse con las mujeres que desse y de ese modo deje la mayor cantidad posible de descendencia. Los niños pasarán a ser educados por los magistrados de la ciudad encargados específicamente de dicha tarea. Los mejores serán llevados a una guardería en una parte separada del país. Los peores y los defectuosos “serán escondidos en un lugar no mencionado ni manifiesto” (460c). Las mujeres guardianes podrán visitar a los

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