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Los Ojos De Judas


Enviado por   •  3 de Octubre de 2014  •  1.111 Palabras (5 Páginas)  •  270 Visitas

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El narrador empieza describiendo al puerto de Pisco como una mansa aldea, de gran belleza. Menciona también a sus padres: su papá trabajaba en la Aduana recibiendo a los barcos, y su madre se dedicaba al hogar; a veces su papá por su trabajo llegaba muy tarde a casa. En una ocasión despertó de madrugada y escuchó a sus padres que hablaban sobre una pareja que había tenido problemas. Mencionaban a una señora Luisa, que por salvar a su hijo había delatado a su esposo Fernando, buscado por la justicia como sospechoso del asesinato de un tal Kerr. Dicha señora perdió tanto a su esposo, que fue encarcelado, como a su hijo, que le fue arrebatado. Abraham se sintió asustado, rezó una oración y volvió a dormirse. Al día siguiente fue a dar un paseo a la playa; de pronto se sintió algo raro y se echó a tomar una siesta; en ese trance vio a una mujer vestida de blanco que se acercaba, pero no pudo distinguir más porque se quedó dormido. Al despertar, pensó en la imagen de la mujer pero no vio nada, solo notó unas huellas de pisadas en la arena. Pensativo y temeroso, decidió volver a casa y cuando metió la mano a su bolsillo halló una medalla de plata de la Virgen Purísima. Imaginó que posiblemente la mujer misteriosa lo había colocado allí mientras dormía. Cavilando en ello volvió a casa, pero no comentó a nadie lo sucedido. Al día siguiente, que era martes de Semana Santa, regresó al mismo lugar de la playa y a la misma hora. De pronto vio la misma silueta de mujer nuevamente acercarse; sintió miedo y quiso retirarse, pero se contuvo. Era una señora blanca, vestida de blanco y de mirada apacible, a quien saludó con mucha cortesía. Conversaron. La mujer le preguntó si le gustaba el mar, a lo que Abraham respondió afirmativamente, agregando que venía todas las tardes. “¿Y te quedas dormido?” inquirió la mujer, por lo que Abraham le preguntó inquieto si ella había venido el día anterior. La mujer dijo que no, comentándole que cuando los niños eran buenos y se dormían a la orilla del mar, un ángel les regalaba una medalla. Abraham sonrió incrédulo. Cogidos de la mano, y amigablemente, retornaron a la población donde vieron que en una plazuela unos hombres preparaban una especie de torre de cañas. La mujer preguntó a Abraham qué hacían aquellos hombres y él respondió que preparaban el castillo donde quemarían la efigie de Judas el sábado de gloria. La mujer le preguntó si sabía por qué lo quemaban y Abraham respondió que por traicionar al Señor Jesús, y ante la pregunta de que si no le daba pena, respondió que no. Finalmente la mujer le preguntó si sería capaz de perdonar a Judas, a lo que Abraham respondió muy convencido que nunca, aduciendo que Dios se molestaría con él si lo hacía. Luego se separaron del camino y Abraham retornó a casa. Era martes de Semana Santa, y el resto de la semana Abraham no volvió a la playa, pero cuando llegó el Sábado de gloria, fue a dar su paseo habitual de la tarde. Al pasar por la plazuela vio que ya habían colocado al muñeco de Judas; le llamó la atención sus ojos enormes, blancos e iracundos con que lo habían representado. Ya en la playa se encontró

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