Maestria Del Amor
ana03206 de Noviembre de 2014
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VII
El maestro del sueño
Toda relación en tu vida es susceptible de ser sanada, toda relación puede ser
maravillosa, pero siempre empezará por ti. Es necesario que tengas valentía para
utilizar la verdad, para hablarte a ti mismo con la verdad, para ser completamente
sincero contigo mismo. Quizá no es necesario que te muestres sincero con todo el
mundo, pero puedes serlo contigo mismo. Quizá no seas capaz de controlar lo que
ocurrirá a tu alrededor, pero puedes controlar tus propias reacciones. Esas reacciones
guiarán el sueño de tu vida, tu sueño personal. Son tus reacciones las que te hacen
sentir muy desdichado o muy feliz.
Tus reacciones son la clave para tener una vida maravillosa. Si eres capaz de
aprender a controlar tus propias reacciones, entonces podrás cambiar tus costumbres y
cambiarás tu vida.
Eres responsable de las consecuencias de todo lo que haces, piensas, dices y
sientes. Tal vez te resulte difícil comprender qué acciones provocaron una
consecuencia determinada -qué emociones, qué pensamientos-, pero lo que sí ves es la
consecuencia porque, bien la estás sufriendo, o estás disfrutando de ella. Controlas tu
sueño personal mediante las elecciones. Comprueba si la consecuencia de tu elección te
resulta satisfactoria o no. Si es una consecuencia que te permite disfrutar, entonces
sigue adelante. Perfecto. Pero si no te gusta lo que está ocurriendo en tu vida, si no
estás disfrutando de tu sueño, intenta averiguar qué está originando las consecuencias
que tanto te disgustan. Así es como se transforma el sueño.
Tu vida es la manifestación de tu sueño personal. Si eres capaz de transformar el
programa de tu sueño personal te convertirás en un maestro del sueño. Un maestro del
sueño crea una vida que es una obra maestra. Pero llegar a ser un maestro del sueño
representa un gran reto, ya que normalmente los seres humanos se convierten en
esclavos de sus propios sueños. El modo en que aprendemos a soñar es una trampa.
Con todas las creencias que tenemos de que nada es posible, resulta difícil escapar del
sueño del miedo. A fin de despertar del sueño, necesitas dominarlo.
Por esa razón los toltecas crearon la Maestría de la Transformación, para liberarse
del viejo sueño y crear un nuevo sueño donde todo es posible, incluso escapar del
sueño. En la Maestría de la Transformación, los toltecas dividen a la gente en
soñadores y en cazadores al acecho. Los soñadores saben que el sueño es una ilusión y
juegan en ese mundo de ilusión sabiendo que se trata sólo de eso. Los cazadores al
acecho son como un tigre o un jaguar, y están al acecho de toda acción y reacción.
Tienes que acechar tus propias reacciones; trabajar en ti mismo a cada instante.
Requiere mucho tiempo y valor porque resulta más fácil tomarse las cosas como algo
personal y reaccionar de la misma manera que acostumbras a hacer. Y eso te conduce a
cometer muchos errores y a padecer mucho dolor, porque tus reacciones sólo generan
más veneno emocional e incrementan la desdicha.
Ahora bien, cuando seas capaz de controlar tus reacciones, descubrirás que no
tardas nada en
es decir, en percibir las cosas como realmente son. Por lo general, la
ver
,
mente percibe las cosas como son, pero debido a toda la programación y a todas las
creencias que tenemos, hacemos interpretaciones de lo que percibimos, de lo que
oímos, y sobre todo, de lo que vemos.
Existe una gran diferencia entre ver de la manera en que la gente ve en el sueño y
ver sin establecer juicios, tal como es. La diferencia reside en el modo en que reacciona
tu cuerpo emocional frente a lo que percibes. Por ejemplo, si vas andando por la calle y
un desconocido te dice: «Eres un estúpido» y se aleja, puedes percibir la situación y
reaccionar de muchas maneras diferentes. Aceptar lo que esa persona te ha dicho y
pensar: «Sí, debo de ser un estúpido». Enfurecerte o sentirte humillado, o sencillamente
ignorarlo.
Lo cierto es que esa persona te está enfrentando a su propio veneno emocional y
te ha hecho ese comentario porque has sido el primero que se ha cruzado en su
camino. No tiene nada que ver contigo. No hay nada personal en ello. Y si eres capaz
de ver esa verdad, tal como es, no reaccionarás.
Dirás: «Cómo sufre esa persona», pero no te lo tomarás como algo personal. Es
sólo un ejemplo, pero se puede aplicar a la mayoría de las cosas que suceden
continuamente. Tenemos un pequeño ego que se toma todas las cosas de manera
personal, que nos hace reaccionar exageradamente. No vemos lo que está ocurriendo
realmente porque reaccionamos al instante y lo convertimos en parte de nuestro sueño.
Tu reacción proviene de una creencia interior muy profunda. Has repetido esa
manera de reaccionar miles de veces y al final se ha convertido en un hábito para ti.
Estás condicionado a ser de una determinada manera. Y ahí reside el reto: cambiar tus
reacciones normales, cambiar tus hábitos, arriesgarte y hacer elecciones diferentes. Si
no consigues la consecuencia que querías, cámbiala una y otra vez hasta obtener
finalmente el resultado que deseas.
He dicho que nunca hicimos la elección de tener en nuestro interior al Parásito,
que es el Juez, la Víctima y el Sistema de Creencias. Si sabemos que no teníamos otra
opción y adquirimos conciencia de que no es nada más que un sueño, recobraremos
algo que perdimos y que es muy importante: algo que las religiones llaman «libre
albedrío», y que es lo que Dios les concedió a los seres humanos cuando los creo. Es
cierto, pero el sueño nos lo arrebató y se lo quedó, porque el sueño es quien controla la
voluntad de la mayoría de los seres humanos.
Algunos dicen: «Quiero cambiar, realmente quiero cambiar. No hay ninguna razón
para que sea tan pobre. Soy inteligente. Merezco vivir una vida mejor, ganar mucho
más dinero del que gano actualmente». Lo saben, pero sólo es lo que su mente les dice.
¿Y qué hacen? Encender el televisor y
pasarse horas y horas mirándolo. Entonces,
¿dónde está la fortaleza de su voluntad?
Una vez que tenemos conciencia, podemos hacer una elección. Si fuésemos
capaces de tener esa conciencia de manera permanente, cambiaríamos nuestras
costumbres, nuestras reacciones y nuestra vida entera. Cuando cobramos esa
conciencia, volvemos a tener el libre albedrío. Cuando recobramos el libre albedrío,
entonces somos capaces de recordar quienes somos en cualquier momento. Y si lo
olvidamos, podemos escoger otra vez, pero sólo si tenemos esa conciencia. De lo
contrario, no tenemos elección.
Cobrar conciencia significa ser responsable de la propia vida. No eres responsable
de lo que está sucediendo en el mundo. Eres responsable de ti mismo. No fuiste tú
quien hizo el mundo tal como es; el mundo ya estaba como es ahora antes de que tú
nacieses. No viniste aquí con la gran misión de salvar al mundo y de cambiar la
sociedad, pero, indudablemente, viniste con una gran misión; una misión importante.
La verdadera misión que tienes en la vida es hacerte feliz, y a fin de ser feliz, debes
examinar tus creencias, la manera que tienes de juzgarte a ti mismo, tu victimismo.
Sé completamente sincero con respecto a tu felicidad. No proyectes una falsa
impresión de felicidad diciéndole a todo el mundo: «Mírame. He triunfado en la vida,
tengo todo lo que quiero, soy muy feliz», cuando no te gustas.
Todo está ahí para nosotros, pero lo primero que necesitamos es tener la valentía
de abrir los ojos, de utilizar la verdad y de ver las cosas como son en realidad. Los seres
humanos están muy ciegos y la razón de tanta ceguera es que no quieren ver. Por
ejemplo: Una mujer joven conoce a un hombre y de inmediato siente una fuerte
atracción hacia él.
Tiene una subida de hormonas y lo único que quiere es a ese hombre. Todas sus
amigas ven qué tipo de hombre es. Consume drogas, no trabaja, tiene todas las
características que hacen sufrir tanto a las mujeres. Pero cuando ella lo mira, ¿qué es lo
que ve? Sólo ve lo que quiere ver. Ve que es alto, guapo, fuerte, encantador. Se crea
una imagen de él e intenta negar lo que no quiere ver. Se miente a sí misma. Realmente
quiere creer que la relación funcionará. Las amigas le dicen: «Pero toma drogas, es un
alcohólico, no trabaja». Y ella les contesta: «Sí, pero mi amor hará que cambie».
Su madre no soporta a ese hombre, claro, y lo mismo le sucede a su padre. Los dos
están preocupados por ella porque ven adonde la va a llevar el camino que ha tomado.
Le dicen: «No es un buen hombre». Pero ella les responde: «Me estáis diciendo lo que
tengo que hacer». Se enfrenta a su madre y a su padre, hace caso de sus hormonas y se
miente a sí misma en un intento de justificar su elección: «Es mi vida y voy a hacer con
ella lo que quiera».
Meses más tarde, la relación la devuelve a la realidad. La
...