Maz Weber
pales280014 de Octubre de 2013
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Introducción
“La ética protestante y el espíritu del capitalismo” fue publicado en 1901 en Alemania. Max Weber, economista, sociólogo, filósofo y autor de esta obra, nació en Erfurt, Alemania, en 1864, comenzó a enseñar en la Universidad de Frisburg de Bringau en 1894 e incluso llegó a participar en la redacción de la Constitución de Weimar.
En su obra encontramos el tema de la multidimensional de las clases sociales. Weber modificó la teoría marxista de la determinación de la clase por la posición de los individuos en relación con los medios de producción, e introdujo tres dimensiones a lo largo los cuales se estratifica socialmente a los individuos. Dentro del orden económico, éstos pertenecen a clases que se estratifican de acuerdo con el consumo de bienes.
La concepción weberiana de las clases económicas es más amplia que la marxista. Aunque no negó que el orden económico no determinase el orden social y político. La clase económica era percibida por Weber como algo importante, sobre todo porque era una causa de estatus, considerando que existía una fuerte correlación entre las posiciones de clase. Sin embargo, una vez un grupo ha obtenido un estatus elevado a través de cierto logro, sus miembros tienden a limitar las oportunidades de que otros individuos las sustituyan.
Al analizar el crecimiento del capitalismo industrial, Weber sostenía que el mayor significado que se pone en el logro y el universalismo, debilita en vez de acrecentar la conciencia de clase entre grupos afines, oponiéndose así a la interpretación marxista. Y aunque Weber no centrase sus estudios en las clases sociales, al reconocer la multidimensional de la estratificación social estableció las líneas maestras que guiaron los estudios no marxistas de la sociología moderna.
La obra de Max Weber “La ética protestante y el espíritu del capitalismo” pretende determinar la influencia de ciertos ideales religiosos en la formación de una mentalidad económica fijándonos en el caso concreto de las conexiones de la ética económica moderna con la ética racional del protestantismo ascético, aunque todos los preceptos y teorías que en este trabajo se promulgan han sido superados por la sociología moderna y posmoderna, sin duda, esta es una obra que ayuda a comprender muchas de las derivaciones de la ideología occidental contemporánea.
El problema
Weber comienza su exposición con una introducción que tiene como objetivo encontrar las raíces del capitalismo occidental, su desarrollo y busca las causas de la aparición de un espíritu del capitalismo como él lo llama, que no significa la avidez y el lucro a toda costa, sino el compromiso disciplinado con el trabajo, este espíritu se basa en combinar la ganancia de dinero mediante la realización de actividades económicas legítimas con un uso moderado de estos ingresos en cuanto al consumo personal.
Para tratar de situar el capitalismo, Weber busca las diferencias entre las culturas europea - occidentales y las orientales. Diferencia los rasgos de estas culturas en lo referente al pensamiento, arte, costumbres, órdenes políticos y sociales, etc.
Una vez adoptado el punto de partida propuesto por la investigación de Max Weber, nos encontramos ante el hecho de intentar acercar esa actividad económica, a saber, capitalismo, a otras esferas de la estructura social, y más concretamente en relación con la religión.
Weber no afirmó en parte alguna que la única causa del surgimiento del capitalismo fuera la ética protestante. Incluso si en algunos Weber sobrestimó la eficacia de las creencias religiosas en la conducta determinante en materias económicas, consideró ambas direcciones de influencias. Explica la anulación y desmoronamiento del capitalismo en el mundo antiguo en función de las estructuras de poder sin presentar la “ética económica” como un factor independiente.
El libro comienza haciendo una reflexión sobre un fenómeno observado por la prensa y la literatura católica alemana de finales del siglo XIX y principios del XX; y es, en sus palabras, el carácter eminentemente protestante tanto de la propiedad y empresas capitalistas, como de las esferas superiores de las clases trabajadoras; sugiriendo que este fenómeno se encuentra en los lugares donde el capitalismo ha sufrido un avance considerable y la sociedad se ha organizado en capas sociales y profesionales.
Los motivos históricos que lo impulsaron: la adscripción a una determinada confusión religiosa no aparece como causa de fenómenos económicos, sino más bien como consecuencia de los mismos. Tras la Reforma, se vislumbra en Alemania una “ruptura” con el tradicionalismo, aunque esto no significó, en absoluto, la eliminación del poder eclesiástico sobre la vida; así se entiende la perdurabilidad de pueblos con una fisonomía económica moderna que soportan el dominio de la Iglesia católica la cual castiga al hereje, pero es indulgente con el pecador. El hecho de que, precisamente, los países económicamente más progresistas y aparentemente más reformadores, se viesen sometidos de forma tan clara a una tiranía puritana, hasta ese momento desconocida, centra el análisis de Weber y pone las bases para entender al mayor participación de los protestantes en la posesión del capital y la dirección de la economía. Se vislumbra así, el verdadero espíritu del capitalismo, el cual se ve presionado y encuentra en el protestantismo un lugar de desarrollo ideal.
A la hora de trazar las diferencias que pueden existir entre el catolicismo clásico y el protestantismo, Weber se refiere a los aspectos que delimitan su actividad social y son fiel reflejo tanto de la estructura social alemana, como de la forma de vida allí desarrollada. En un principio señala las diferencias que encuentra entre el tipo de enseñanza que dan a sus hijos los padres católicos con relación a los protestantes. Se desglosa en este aspecto que la formación católica es de tipo humanística, mientras que los estudios técnicos y para profesiones de tipo industrial y mercantil son cursados en número notablemente mayor por los protestantes. Este aspecto será de gran trascendencia para el estudio que sobre la profesión, haga Weber en posteriores capítulos.
Otra diferencia o elemento diferenciador, es que los católicos participan también en menor proporción en las capas ilustradas del elemento trabajador de la moderna gran industria, es decir, los católicos se inclinan más a seguir en el oficio, mientras que los protestantes se lanzan en número mucho mayor a la fábrica en la que escalan los puestos superiores del proletariado ilustrado y de la burocracia industrial.
Todos estos elementos nos llevan a postular que han sido siempre los protestantes (singularmente en alguna de sus confesiones, a saber, pietistas, menonitas, calvinistas, etc., las cuales son descritas en la segunda parte de la obra con detalle), los que como oprimidos u opresores, mayoría o minoría han mostrado una tendencia más marcada hacia el racionalismo económico. La razón a estas conductas tan diferentes hay que buscarla, según Weber, en alguna característica personal determinada y permanente, y no sólo en un cierta situación histórico - político de cada confesión.
El protestante opta por comer bien, mientras que el católico prefiere dormir tranquilamente, este símil metafórico puede darnos una idea aproximada del impulso motivado que llevó al protestantismo a adelantarse en la moderna actividad económica capitalista. Pero si lo que se pretende es profundizar más, habrá que eliminar estas generalidades y habría que pensar que si toda esa supuesta oposición entre alejamiento del mundo, ascesis y piedad de una parte, y participación en la actividad capitalista de otra, no debería quedar más bien convertida en un íntimo parentesco.
La ética profesional del protestantismo ascético.
Para poder hacer un estudio profundo de las conductas de las sectas representantes del protestantismo ascético, primero han de estudiarse las características de éstas. Son fundamentalmente cuatro las sectas puritanas que más afectan en la investigación: El calvinismo, sobre todo en los principales países del occidente europeo en el siglo XVII; el pietismo que vio la luz por vez primera en el seno del calvinismo inglés y singularmente del holandés, a fines del siglo XVII, y debido a la acción eficaz de Spencer, se incorporó al luteranismo; el metodismo que surge en la mitad del siglo XVIII dentro de la Iglesia oficial anglicana de la cual se separa al pasar a América y cuya intención era la renovación del espíritu ascético; y las sectas nacidas del movimiento bautizante, ya sea el arminianismo en Holanda y Estados Unidos de carácter eremítica o partidaria de la soberanía del Estado aún en los asuntos eclesiásticos.
El calvinismo es un sistema teológico que deriva su nombre de Juan Calvino. El calvinismo coincide con el luteranismo en la afirmación de la justificación por la fe de la Escritura como única regla de fe y de la ausencia de libre albedrío tras la Caída. Insiste de manera extraordinaria en la soberanía de Dios, el calvinismo desarrolló desde el inicio una serie de principios encaminados a evitar el poder absoluto y a controlar el ejercicio del poder político. De esta manera se convirtió en una de las líneas de pensamiento especialmente influyentes en la configuración de la democracia moderna.
En un primer momento parece obvio prescindir en nuestra consideración tanto de los fundamentos dogmáticos como de las doctrinas éticas para atenernos exclusivamente a la práctica moral, pero esto no es posible pues van en íntima conexión. La primera y más importante idea religiosa que Weber toma en
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