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Monografia operacion masacre


Enviado por   •  31 de Mayo de 2017  •  Monografías  •  2.101 Palabras (9 Páginas)  •  1.850 Visitas

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Introducción:

En este trabajo se hablará sobre el libro Operación Masacre, escrito por Rodolfo Walsh[1] y  se analizará el mismo como una novela innovadora que orientó las bases de un nuevo subgénero denominado “no-ficción,” también llamado “novela testimonio”. Es un subgénero literario, que se lo denomina de esta manera para diferenciarlo de la ficción pura. Son relatos de hechos históricos que se basan en datos verdaderos, pero narrados de forma novelada, lo cual hace que se desdibujen los límites entre historia y ficción. Sus rasgos característicos son el grado de investigación periodístico que el escritor debe realizar sobre los hechos ocurridos, la descripción significativa de los personajes, la utilización de lenguaje periodístico, el metaperiodismo[2] y la construcción en escenas. El narrador, además, describe los hechos y les suma sus comentarios subjetivos, en primera persona.

        

El límite entre periodismo y literatura:

La obra Operación Masacre se divide en cuatro partes. En primer lugar está el prólogo, que  cuenta cómo el narrador se entera de la existencia de los sobrevivientes y los primeros pasos de la investigación. “La primera noticia sobre los fusilamientos clandestinos de junio de 1956 me llegó en forma casual, a fines de ese año, en un café de La Plata donde se jugaba al ajedrez.”[3] También es apreciable la lucha interior del narrador entre no querer dejar que la historia de los fusilamientos lo afecte y su propia conciencia, que lo impulsa a jugarse por descubrir la verdad y revelarla: “No sé qué es lo que consigue atraerme en esa historia difusa, lejana, erizada de improbabilidades. (…) Miro la cara, el agujero en la mejilla, el agujero más grande en la garganta, la boca quebrada y los ojos opacos donde se ha quedado flotando una sombra de muerte. Me siento insultado, como me sentí sin saberlo cuando oí aquel grito desgarrador detrás de la persiana.” [4]

Lo que le sigue al prólogo es la Primera Parte, que habla de los personajes que serán fusilados y su entorno. Como el caso de Nicolás Carranza, quien “no era un hombre feliz, esa noche del 9 de junio de 1956. Al amparo de las sombras acababa de entrar en su casa, y es posible que algo lo mordiera por dentro. (…) Era peronista Nicolás Carranza. Y estaba prófugo.”[5] O el caso de Giunta: “No ha cumplido treinta años Giunta. Es un hombre alto, atildado, rubio, de mirada clara. Expansivo, grafico en los gestos y el lenguaje, tiene una dosis considerable de humos y aun de ironía escéptica (…) Hace quince años que trabaja Giunta como vendedor en una zapatería de Buenos Aires. Importa señalar dos cualidades menores, recogidas en la oficina.”[6]

Todos estos son personajes provenientes de la realidad, junto a las características y entornos de los mismos. El autor intenta contar la verdad sobre cada fusilado a través de la literatura, tanto sobre los fallecidos como los sobrevivientes.

La Segunda Parte, por otro lado, narra cómo se llevaron a cada uno de los hombres del departamento: “En el departamento del fondo, mientras tanto, se ha repetido la escena de sorpresa y brutalidad. La policía entra sin hallar oposición. (…) O es un héroe, o realmente no tenía la menor idea sobre el paradero del general rebelde…”[7] Luego narra el traslado a la Unidad regional de San Martín: “En la Unidad Regional han bajado a los prisioneros del colectivo. Los llevan por una larga galería y los introducen en una oficina situada la izquierda, donde hay varios bancos de plaza, de color verde, en los que van tomando asiento. (…) El sereno de la fábrica de caños, un viejo que todavía tenía puestas las botas de goma, farfulla un italiano incomprensible.”[8] También describe el traslado al lugar de fusilamiento, las conversaciones entre los presos y sus sentimientos, el fusilamiento propiamente dicho y el modo en que se salvaron los que pudieron lograrlo. A esto, el escritor le dedica una sección entera de noticia convertida en libro llamado “La Matanza”. En el libro Operación Masacre se explican los hechos del verdadero levantamiento de Tranco y Valle, lo que ocurrió con las personas que se habían reunido para escuchar la pelea, “Va a comenzar la lucha más espectacular de toda la intentona revolucionaria. (…) no consiguieron ni el más efímero de los éxitos”[9] y lo que ocurre al mismo tiempo en los altos mandos, anunciado desde la radio. El escritor relata minuciosamente los hechos de la masacre, de los tiros de gracia, de los que se salvaron, de los que murieron y cómo. El autor se dedica, en su rol de investigador, a seguir el curso de los hechos relatados de lo realmente sucedido por Livraga, el sobreviviente, y declaraciones de otros de ellos.

Por último, la Tercera Parte habla sobre la evidencia a través de la reproducción del expediente formado por la denuncia de Livraga, en donde relata que después del tiro de gracia logra escapar, es encontrado por un policía que lo lleva hasta el policlínico, donde vive un nuevo martirio. Se producen varios percances por parte de la policía que trata de rescatar el recibo otorgado en la Unidad Regional. Livraga logra desaparecer de la vista de la policía y es la prueba de que había estado en esa Unidad, hecho que la policía negaba. Se produce un intercambio de telegramas con el gobierno e interviene Jorge Doglia como jefe de la División Judicial de la Policía. Junto al expediente formado por las denuncias realizadas por Livraga también se hallan las declaraciones de los implicados, víctimas y victimarios. El autor, o en el caso de la obra, investigador, llega a la Corte Suprema y encuentra que ya había sido dado el fallo final en donde el crimen queda impune. En esta instancia, el autor incluye su enojo por las imprecisiones y falsedades del juicio, en el capítulo llamado “La justicia ciega.” En el mismo, vemos la impotencia que siente el autor ante las irregularidades de la causa: “Este fallo, al pasar la causa a una titulada justicia militar, igualmente cómplice y facciosa, deja para siempre impune la masacre de José León Suárez.”[10] El autor continúa criticando a los juristas que intervienen en el caso por la obviedad de su actuación a favor del ejército y la policía: “¿O es que un célebre jurista llega a creerse un ángel,  o un personaje de Wells, para jugar así con el tiempo? En media carilla, el doctor Soler se traga todo lo que durante décadas ha enseñado en sus cátedras y en sus textos.”[11]

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