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Mujer delincuente Criminología y Mujer Delincuente.


Enviado por   •  10 de Noviembre de 2015  •  Documentos de Investigación  •  2.718 Palabras (11 Páginas)  •  148 Visitas

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Criminología y Mujer Delincuente.

Lic. Carmen Guadalupe Bravo Quintas[1]*

La criminología ha tratado de explicar la causación del delito y, para tales efectos, ha elaborado una serie de teorías de diferente condición, unas generales y otras de alcance limitado. Todavía es frecuente hablar de causas sociológicas, psicológicas, biológicas, etc., que sin pretender constituirse en escuelas, significan una tendencia específica que hoy día resulta cada vez más difícil de mantener.

Debido al creciente aumento de delitos cometidos por mujeres, es necesario realizar un estudio concreto, ya que las investigaciones relacionadas con este caso son pocas. Se debe tomar en cuenta que este es un terreno poco abordado por lo que la legislación carece de estipulaciones concretas destinadas para los actos delictivos de la mujer.

Como se menciono anteriormente, el tema de la criminalidad femenina ha sido poco explorado. Observándose una carencia de estudios sobre la criminalidad y la criminalización de la mujer. Las investigaciones y análisis de la criminalidad que se han hecho, salvo contadas excepciones, se hacen desde la perspectiva masculina. Estos estudios  son considerados válidos para ambos sexos. Lo cual explica la ausencia de una política penal  dirigida a la mujer y que las explicaciones de la criminalidad femenina constituyan un anexo  del estudio de la criminalidad en general poco profundizado.

Lo mismo ocurre con las leyes penales que son elaboradas por los hombres para los hombres.  Así las mujeres constituyen un grupo relegado y sin importancia en todos los niveles del sistema penal, desde la realización de leyes hasta el tratamiento penitenciario.

Se aprecia que la mujer, debido a su complejidad por su naturaleza, es difícil de entender y tratar, esto se traslada al aspecto criminal. No se puede determinar qué factor es el que influye en la realización de  los delitos que comete. Pero se puede determinar en que el social es el principal generador de frustraciones y sentimientos negativos, que aunados con los factores biológicos y psicológicos se complementan los motivos que la orillan a delinquir.

Aunque en menor escala que el hombre, la mujer participa en cualquier tipo de delito. Sin embargo, su intervención es más baja en aquellos ilícitos que implican violencia física y más alta en aquellos favorecidos por las características propias de su sexo. Así, si bien los hombres cuentan con la violencia característica de su fuerza física y de su sexo, para realizar los delitos, la mujer se apoya en su atractivo físico, su capacidad de seducción, sus actitudes maternales o en  su apariencia inofensiva que se presente para abordar tal o cual situación.

La mayor participación de la mujer en el mundo del delito tal vez se deba a que ella efectivamente transgrede más que antes, en la medida en que va logrando desprenderse de los controles sociales  que sometían su conducta en forma más estricta que los varones. Sin embargo, también podría pensarse que la transgresión de la mujer salió del ámbito doméstico  para expresarse a través de nuevas formas en los diversos escenarios de la vida social en los que incursiona como nunca antes. Así, al hacer visible su conducta, las mujeres se exponen más a ser detectadas y sancionadas.

Por lo regular la mujer comete delitos  en respuesta a la marginación y relegación que le ha dado la sociedad. El que no se valore y respete su papel en el núcleo familiar y social, la lleva a hacerse notar de alguna manera. La conducta antisocial y delictiva sólo es una forma de hacer saber que allí están.

Un punto que se debe  destacar es el relacionado con la situación de la mujer en reclusión, ya que esta sometida a   un sistema viejo, olvidado y obsoleto, teniendo la nula finalidad de readaptar a la mujer delincuente.

Las tareas y actividades que desempeña la mujer en reclusión son inapropiadas, ya que la sumen en una situación de conformismo y poca superación tanto intelectual como emocional. Esto no quiere decir que el realizar actividades domésticas sea una tarea que al interior de la prisión se un distractor, pero los talleres que se les obliga a tomar deberían ir más enfocados a desarrollar a una mujer con aspiraciones elevadas. Podrían eliminar el de costura y adoptar el de secretariado, o auxiliar de enfermería, técnico en conservación de alimentos y técnico en computación, por ejemplo; ya que la mujer al salir de reclusión la mayoría de las veces se ve abandonada, y en su calidad de expresidiaria se le cierran las puertas para poder obtener un trabajo. Ante esto el más viable es el de empleada doméstica, creando un círculo  vicioso, donde la mujer se siente poco útil, rechazada por la sociedad y sin aspiraciones personales.

Dentro del proceso de la prevención de las conductas antisociales o delictivas, se debe poner  atención en la  comunicación y respeto familiar y social que permiten transmitir las nociones y respeto indispensables de las virtudes humanas. Es importante  la necesidad de fortalecer la cultura de la prevención del delito desde los ámbitos familiares y escolares, en donde la comunicación, información y observación de las actitudes humanas que regulan la conducta, sean ejercicios constantes que permitan formar personas potencialmente aptas para la convivencia en sociedad.

Las mujeres necesitan igualdad en los programas penales y penitenciarios, oportunidades en la administración de la justicia, instalaciones adecuadas. Se sabe de antemano que esto tendrá como consecuencia un tratamiento igualmente  en la persecución del delito, y una atención en la imposición de las penas y ejecución de las mismas sin diferencia ni consideraciones especiales.

Es notable que la situación de la criminalidad femenina ha experimentado cambios trascendentales. En la actualidad el ámbito criminal ya no es exclusivo de los hombres, estos predominan pero no son los únicos, en menor medida se han incorporado las mujeres y los menores que poco a poco han ido ganando notoriedad.

La criminalidad en la mujer

En el campo de la mujer criminal aun existen lagunas preocupantes ya que este fenómeno se ha ido estudiado poco a poco, en algún tiempo se llego a pensar que no había mujeres criminales ya que se daba por hecho que eran buenas solo por ser mujeres o que la culpa de su notable criminalidad se dio por la liberación femenina estos estudios fueron realizados por[i], sin embargo[ii]Marchiori habla de la personalidad de la mujer delincuente y cae en cuenta que es una problemática difícil de analizar por lo que la carencia de estudios sobre el tema que van desde personalidad hasta conducta delictiva, esta autora escribe

“La problemática de la mujer delincuente es una de las difíciles de analizar desde el punto de vista criminológico por la carencia de estudios y de investigaciones sobre la conducta delictiva. Por lo general se ha considerado que el delito de la mujer es una conducta aislada, casi tipo pasional y que en relación al hombre las conductas antisociales son mínimas. Sin embargo en las ultimas tres décadas el delito de la mujer ha aumentado firme y progresivamente en una proporción de 1/50, 1/20 y hasta 1 a 5 en relación al hombre, especialmente en países latinoamericanos. La conducta delictiva que realiza una mujer es la expresión de una sicopatología individual de su alteración psicológica y social, pero en este caso la mujer delincuente, no solamente es una persona enferma, sino el emergente de un núcleo familiar enfermo en el que la mujer traduce a través de la agresión, las necesidades y conflictos del intra-grupo familiar.
Entre las características psicológicas mas generales de la mujer delincuente con referencia a su personalidad se deben mencionar: el modo particular, singular de la conducta delictiva, por ejemplo: en relación al tipo de instrumento, el lugar del delito, la relación de conocimiento con la víctima, la conducta pre-delictiva tan especial de la mujer en la que aparece la premeditación, la preparación del delito de un modo casi obsesivo.”

Entonces la mujer delincuente es un mezcla, como lo es el hombre delincuente; entre lo social y lo psicológico, tal ves no habrá mucho estudio en cuestión cuantitativo o cualitativa, pero lo que se lee y se transcribe es una visión socio-cultural y la mezcla de factores criminógenos en los que están envueltos estos sujetos masculinos y femeninos, lo cuales tiene es su haber historias de vida complicada en muchas ocasiones una parentalidad
[iii] mal tratante, nula afectividad y ni hablar del sentido de pertenencia el cual esta lejos de vislumbrar una estabilidad emocional en estas personas, sin embargo el tema que nos atañe y como describe párrafos arriba que la mujer delincuente es cuidadosa y , por lo regular actúa con premeditación y nulas veces como reacción tendrá que ver muy inconcientemente el control social introyectado que si bien es ambivalente en este caso de la mujer criminal, la ambivalencia radica; en que si hablamos de que existe un control social en esta estructura psíquica no se pensaría en transgredir la norma, mas sin embargo la mayoría de la veces ocurre que son actos estructurados y aun con esta cuestión de control social se comenten, no dejando de lado el control. Hurwitz[iv] señala muy acertadamente que la forma de la delincuencia femenina está particularmente inclinada a la complicidad y sobre todo a la inducción. Las características de la personalidad en la mujer delincuente sale a relucir una inestabilidad afectiva ligado a un complicado proceso vivencial en la historia familiar e individual que incluyen en la mayoría de los casos violencia, ausentismo parental, dificultades en las áreas de convivencia inclinándose a conflictos con la imagen paterna, así mismo se encuentra una inadecuada activación de estos mecanismos de defensa que como lo señala Laplanche,[v] “es un conjunto de operaciones cuya finalidad está en reducir o suprimir toda modificación que pueda poner en peligro la integridad y la constancia del individuo biopsicológico.

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