TRABAJO DE ENVESTIGACION SOBRE“LA MUJER DELINCUENTE
carsolannTrabajo19 de Agosto de 2016
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[pic 1] | UNIVERSIDAD ESTATAL A DISTANCIA VICERECTORÍA ACADÉMICA ESCUELA CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES | [pic 2] |
CENTRO UNIVERSITARIO:
SAN CARLOS
CARRERA: CIENCIAS POLICIALES
ASIGNATURA: CRIMINOLOGÍA I
CÓDIGO: 05271
TRABAJO DE ENVESTIGACION SOBRE“LA MUJER DELINCUENTE
ESTUDIANTE: CARLOS SOLANO LAZO
NÚMERO DE CÉDULA: 02 0494 0578
FECHA DE ENTREGA: 07 DE AGOSTO 2016
II CUATRIMESTRE, 2016
INTRODUCCIÓN
Debido aumento exponencial de delitos cometidos por mujeres, es necesario realizar un estudio concreto, ya que las investigaciones criminologicas relacionadas con este caso son pocas, por lo tanto explicar su conducta delictiva se torma un poco complicado.
Por lo general se ha considerado que el delito en la mujer es una conducta aislada, casi de tipo pasional y que en relación al hombre las conductas antisociales son mínimas, sin embargo esta conducta criminal de algunas mujeres se ha incrementado, ocacionando un aumento importante en el número de mujeres en reclusión por delitos relacionados con drogas principalmente.
Este fenómeno se ha registrado a nivel mundial y Costa Rica no ha sido la excepción. Cada vez más mujeres se insertan en los circuitos del tráfico de estupefacientes como consumidoras, vendedoras al menudeo y transportistas locales (incluyendo en la prisión). En distintos países del mundo, la población penitenciaria femenil ha crecido a una tasa superior que la población masculina, pese a que sigue representando una minoría.[1]
Al 2014, en Costa Rica, 780 mujeres están privadas de libertad por la comisión de diversos delitos. De ellas, 511 fueron sentenciadas por delitos relacionados a infracciones a la Ley de Psicotrópicos, lo que representa un 65.5% de la población carcelaria femenina.
De estos 511 casos, 120 mujeres fueron condenadas por el delito de introducción de drogas a un centro penal que representa el 23.5% de las mujeres condenadas por delitos relacionados a la Ley de Psicotrópicos. Estos datos estadísticos demuestran una cifra alarmante de mujeres que han sido condenadas a una pena mínima de ocho años por la introducción de pequeñas cantidades de droga al centro penal, donde usualmente se encuentra recluida su pareja o compañero sentimental.[2]
En1986, el 46% de las privadas de libertad en el Centro Institucional el Buen Pastor, estaban recluidas por delitos contra la propiedad. En 1990, al aplicarse la Ley sobre Estupefacientes vigente, el porcentaje de mujeres presas por delitos contra la propiedad disminuyo a un 25%, mientras que aumentó un 75% la cantidad de mujeres en prisión por delitos relacionados con drogas. En necesario analizar la afectación al tejido social que implica tener a mujeres, madres y jefas del hogar, en la cárcel y sus implicaciones, a la luz de los roles de género asignados desde una perspectiva patriarcal
“La mujer no es un tipo especial de delincuente, ya que la mujer delincuente sigue el mismo esquema de desarrollo del hombre delincuente” (Cesar Lombroso, 2003, p. 10).
El presente trabajo de investigación se realizara a partir de este postulado del Cesare Lombroso en su obra llamada “El Atlas Criminal de Lombroso”. Se dará un enfoque al tema de la mujer delincuente no como una cuestión de género, sino más bien la interrelación de una serie de factores Psicosociales, mismos que afectan al hombre, y que lo hacen cometer conductas antisociales las cuales son objeto de pena en nuestro sistema jurídico.
DESARROLLO.
Las mujeres han ganado espacios en todos los ámbitos. Incluso en ese gris y sórdido mundo del crimen. Aunque en menor escala que el hombre, la mujer participa en cualquier tipo de delito. Sin embargo, su intervención es más baja en aquellos ilícitos que implican violencia física y más alta en aquellos favorecidos por las características propias de su sexo. Así, si bien los hombres cuentan con la violencia característica de su fuerza física y de su sexo, para realizar los delitos, la mujer se apoya en su atractivo físico, su capacidad de seducción, sus actitudes maternales o en su apariencia inofensiva que se presente para abordar tal o cual situación. Se muestran cómo las mujeres ocupan los eslabones más bajos de la cadena delictiva. Se desempeñan principalmente como cultivadoras, recolectoras, vendedoras al menudeo, correos humanos (lo que se suele conocer como “mulas” o “burreras”, entre otros nombres) e introductoras de drogas a centros de reclusión. Es decir, con pocas excepciones, fungen como mano de obra fácilmente reemplazable de las redes criminales transnacionales.
Para analizar los delitos cometidos por las mujeres y su tipificación, debemos partir de que la criminología es la ciencia que estudia al delincuente, al delito y a la conducta delictiva, por tanto, es la que establece los parámetros a seguir para ubicar las causas y consecuencias de la criminalidad en una sociedad.
La criminología se auxilia para conocer la movilidad de la delincuencia y del delito e, incluso, en lo que se ha llamado el perfil del delincuente, en la estadística judicial en materia penal, misma que puede describirse e interpretarse desde diferentes dimensiones, según sea el interés de la lectura de los datos que ésta arroje. En este sentido, actualmente se ha formulado una serie de paradigmas sobre la diferencia entre los crímenes cometidos por hombres y los relacionados con mujeres, así como la conectividad entre unos y otros. Por esta razón resulta sustantivo saber, en primer lugar, de qué manera afecta a las mujeres y, con ello, contribuir con información para la formulación de iniciativas legislativas donde se contemple la investigación de los hechos delictivos y procesos judiciales idóneos, a fin de sancionar esas conductas y, por supuesto, prevenirlas, atenderlas y finalmente, en el ámbito penitenciario lograr incidir en la real reinserción a la sociedad de la persona que delinque. Históricamente, los estudios criminológicos1 han indagado las causas por las que las personas delinquen atribuyendo a mujeres y hombres diversos factores que inciden en tales conductas, ya sean éstos de carácter biologicista, psicológico e, incluso, genético. No obstante, la mayoría de dichos estudios ha tomado a los hombres como parámetro dejando a un lado las condiciones reales que llevan a una mujer a cometer un delito, así, la visión androcéntrica en las ciencias criminológicas ha permitido mantener invisibilizadas a las mujeres que delinquen.[3]
Desde Lombroso a la fecha, los estudios sobre delincuencia cometidos por mujeres no han tenido los avances significativos que sí han mostrado los estudios sobre delincuencia masculina. Algunos especialistas en el tema opinan que ello se debe al bajo porcentaje de mujeres que delinque frente al de los hombres, fenómeno que influye directamente en el poco interés que despierta atender a un reducido número de personas, es decir, se coloca como un problema que no es prioritario para la agenda del Estado Costarricense tal vez será por una valoración sin sentido la cual es que la población femenina penas alcanza un 42%del total de la población, y mientras tanto Estado sigue sin dar respuesta a muchas problemáticas que las mujeres enfrentan para lograr su óptimo desarrollo en el ámbito del ejercicio de sus Derechos Humanos. Derechos tales como el ejercicio pleno de su ciudadanía, participación política, igualdad de oportunidades en el empleo, entre otras demandas, que las mujeres han venido formulando a través de los años. Basta observar los datos estadísticos para darnos cuenta del confinamiento y segregación en la que el sector femenino sigue viviendo nuestro país, muy a pesar de los avances que, sin duda, se han logrado en los diferentes ámbitos.
No se trata de si las mujeres forman parte de un porcentaje alto o bajo, sino de que, simplemente, el sistema de opresión continúa y sigue vigente, lo cual es reflejado también en el sistema de justicia penal de nuestro país en donde las leyes penales que son elaboradas por los hombres para los hombres. Así las mujeres constituyen un grupo relegado y sin importancia en todos los niveles del sistema penal, desde la realización de leyes hasta el tratamiento penitenciario.
No es lo mismo encarcelar a hombres que a mujeres, esto se da debido a que la normativa penal ha creado un estereotipo de persona encarcelada, el cual no se adecua con la figura femenina y en muchos casos, tampoco con hombres. Se aplica entonces, una igualdad formal ante situaciones desiguales; estamos ante una discriminación material que ha sido invisibilizada, y que es necesario revelar, para buscarle solución.
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