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PROFESORADO, CULTURA Y POST MODERNIDAD: HARGREAVES


Enviado por   •  25 de Enero de 2014  •  Ensayos  •  7.397 Palabras (30 Páginas)  •  534 Visitas

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PROFESORADO, CULTURA Y POST MODERNIDAD: HARGREAVES

En los campos del liderazgo educativo, de la eficacia escolar, del perfeccio¬namiento de la escuela y del desarrollo del profesorado se acepta cada vez más la idea de que las escuelas deben tener una misión o un sentido de misión . Las misiones, al forjar unas creencias y fines comunes dentro de la comunidad docen¬te, mitigan las incertidumbres de la enseñanza que inducen la culpabilidad . Mediante la construcción de unos objetivos comunes con la expectativa compar¬tida de que pueden cumplirse, las misiones refuerzan también la sensación de efi¬cacia de los profesores y sus convicciones de que pueden mejorar el rendimien¬to de sus alumnos, con independencia de su origen social . Las misiones ofrecen una motivación y proporcionan un sentido. En particular, para quienes han parti¬cipado en su elaboración, las misiones tienen un gran significado.

El desarrollo de un sentido de misión construye la lealtad, el compromiso y la confianza en una comunidad escolar. Constituye un poderoso impulso para el perfeccionamiento. Pero, si las misiones desarrollan la lealtad entre los fieles y la confianza entre los comprometidos, también provocan la herejía entre quienes cuestionan, difieren y dudan. Cuanto más estricta y ferviente es la misión, mayor es y más se extiende la herejía. Para el misionero, las herejías trascienden los muros de la sabiduría, los límites de la creencia. No hay que derogarlas ni des¬preciarlas. El juicio de una idea como herética supone desecharla prescindiendo de consejos o consideraciones. En este sentido, la construcción social de la herejía es una poderosa fuerza ideológica. Suprime la adecuada discusión sobre las opciones y alternativas, despreciando su seriedad, en plan protector, o destruyendo la credibilidad personal de quienes la patrocinan. Por tanto, los herejes no se limitan a disentir o a mostrar su desacuerdo, sino que son un verdadero fra¬caso personal. La debilidad, la locura o la maldad son el sello del hereje, las cua¬lidades que le distinguen del resto.

En su extensa e interesante exposición sobre la herejía como fenómeno social, SZASZ sostiene que la herejía

no tiene nada que ver con el hecho de no creer lo que creen los demás o lo que uno debe creer, sino con la proclamación de la falta de creencia cuando lo correcto es pro¬fesar la creencia o, al menos, permanecer en silencio .

La herejía estará presente, dice SZASZ, “siempre que exista tensión entre el individuo y el grupo” . Los individuos deben pensar por sí mismos. Eso es lo que les hace individuos. Sin embargo, el grupo quiere que sus miembros se hagan eco de sus creencias. Esto es lo que SZASZ llama la “estructura constante de la he¬rejía”.

Suele entenderse la herejía en relación con las creencias y doctrinas religiosas, pero también puede asociarse a tos ideales científicos y tecnológicos o a los sistemas de creencias políticas y culturales. Proclamar que la virginidad de la Virgen María no es una verdad literal, sino una metáfora literaria constituye una herejía en la tradición cristiana. Afirmar que el Oeste tiene mucho que aprender del Este (y no sólo al revés) o que el progreso no siempre es bueno constituye una herejía en las democracias occidentales. Los sistemas educativos y quienes trabajan en ellos o en su nombre también tienen sus herejías. Que las escuelas funcionarían mejor sin director; que las escuelas deberían ser las responsables primordiales de la elaboración de sus propios currícula; que muchos niños con necesidades especiales están mejor sin integrarse en clases normales: éstas son las herejías del pensamiento educativo contemporáneo. En los sistemas educati¬vos actuales, unas herejías como ésas son indecibles. El hecho de enunciarlas no sólo es una muestra de desacuerdo, sino de ser perverso o débil. Las herejías se sitúan fuera de los límites de la razón.

Podríamos denominar a todas ellas herejías fundamentales, o herejías de contenido. Son herejías que cuestionan, que amenazan determinadas partes del sistema de creencias, ciertas doctrinas muy queridas por los fieles. Pero, bajo estas herejías, hay otras aún más profundas. Las llamo herejías genéricas o herejías de forma. Las herejías genéricas atentan contra el fin fundamental de la misión misma y contra los principios en los que se basa. En los campos del per¬feccionamiento escolar, el desarrollo del profesorado y el cambio educativo, una herejía genérica fundamental es la del individualismo. Las cualidades y carac¬terísticas que recogen las designaciones "individualismo", "aislamiento" y "secretismo" del profesor suelen percibirse como amenazas o barreras significativas para el desarrollo profesional, la implementación del cambio y el desarrollo de objetivos pedagógicos compartidos.

Sin embargo, las expresiones como "individualismo" y "colegialidad" son muy vagas e imprecisas, abiertas a multitud de significados e interpretaciones. Por ejemplo, con respecto a la colegialidad, LITTLE señala que el término es "concep¬tualmente amorfo e ideológicamente optimista" . Casi lo mismo puede decirse del individualismo. En muchos aspectos, esos términos no se utilizan ni entienden como descripciones precisas de tipos de práctica, política o aspiraciones. En cambio, son, en gran medida, simbólicos y dan pie a la retórica de un discurso mítico sobre el cambio y el perfeccionamiento. Así, la colaboración y la colegiali¬dad se convierten en imágenes poderosas de la aspiración preferida, y el aisla¬miento y el individualismo, en imágenes igualmente poderosas de la aversión pro¬fesional. En consecuencia, el individualismo, el aislamiento y el secretismo se han convertido en preocupaciones y objetivos clave del movimiento de reforma edu¬cativa. Su erradicación, como la de cualquier herejía, tiene la máxima prioridad.

Las culturas de la enseñanza

El individualismo, el aislamiento y el secretismo constituyen una forma particu¬lar de lo que se conoce como la cultura de la enseñanza. Pero hay otros tipos de cultura del profesor que también son importantes para el trabajo que realizan los docentes e influyen en él. En general, estas distintas culturas proporcionan un contexto en el que se desarrollan, sostienen y acaban gozando de preferencia determinadas estrategias de la enseñanza. En este sentido, las culturas de la enseñanza comprenden creencias, valores, hábitos y formas de hacer las cosas asumidas por las comunidades de profesores que tienen que afrontar exigencias y limitaciones similares en el transcurso de muchos años . La cultura transmite, a sus nuevos

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