ENSAYO “MINGAS DE LA POST MODERNIDAD”
mikekasallasEnsayo26 de Abril de 2016
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ENSAYO “MINGAS DE LA POST MODERNIDAD”
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Presentado por:
SEBASTIAN VILLABON LOAIZA
Código:
612040
Presentado a:
PATRICIA NOGUERA
UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA SEDE MANIZALES
E-LOGISTICS
2016
“UNA MINGA PARA EL POST DESARROLLO”
“El Proyecto que amenaza la vida no respeta fronteras, por eso lo llaman Globalización. No solamente están a riesgo nuestras culturas, nuestras comunidades, nuestros pueblos y familias. Es peor, la vida misma corre el riesgo de ser destruida”
“Movimientos sociales y populares creados por indígenas en defensa de la tierra y el rechazo contra el desarraigo cultural y natural, que el tan afamado proceso de Globalización ha generado y ha querido permear en el Cauca, Colombiano” , Lo anterior es la premisa lógica en la que se basa el presente ensayo, puesto que es importante conocer el tipo de actores que el Autor tomó, para poder realizar este análisis de la época en la que vivimos y lo cual nos da a entender una mirada más holística y la vez critica, del proceso de deshumanización que a mi modo de ver, tiene como objetivo este modelo capitalista y su idea globalizadora, según lo planteado por Escobar.
Este documento expresa un conjunto de postulaciones y conclusiones a las que han llegado los movimientos sociales populares y académicos en los últimos años, para así poder pensar y reflexionar sobre la globalización y sus implicaciones; dando cuenta de que este modelo dominante, basado en perspectivas de dominio y nociones de modernidad, ha entrado en crisis. Con ello el autor plantea una nueva postura frente a las consecuencias de este tipo de modelo deshumanizante, proponiendo que es importante realizar una transición cultural la cual se comprenda y se conciba como un cambio de época y no solo como una e poca de cambios. Para llevar a cabo esta transformación, se deben resolver las contradicciones existentes entre el neo desarrollismo y el pos desarrollo, por supuesto, a favor de éste último.
El desarrollo es un proyecto tanto económico permeado por objetivos capitalistas e imperiales como también culturales. El texto plantea que es cultural en dos sentidos: surge de la experiencia particular de la modernidad europea, la cual se caracteriza por días capitalistas y de monarquías las cuales han sido claves en la elaboración de este modelo globalizador; y subordina las demás culturas y conocimientos, las cuales pretende transformar bajo principios occidentales. El desarrollo privilegia el crecimiento económico, la explotación de recursos naturales, el desarraigo cultural, la re significación de conceptos como el cuidado y la conservación de la naturalezala, lógica del mercado y la búsqueda de satisfacción material e individual por sobre cualquier otra meta sin importar las consecuencias que traiga el mismo. El desarrollo y la modernidad involucran una serie de principios como : el individuo racional, no atado ni a un lugar ni a una comunidad y mucho menos a una identidad como determinada que desee proteger y cuidar; la separación de naturaleza y cultura; la economía separada de lo social y lo natural, pasando focalizarse en el aumentos del capital y su expansión ; la primacía del conocimiento experto por encima de todo otro saber y la ciencia como verdad absoluta. Esta forma particular de modernidad tiende a crear lo que la ecóloga hindú Vandana Shiva llama “monocultivos mentales”. Erosiona la diversidad humana y natural. Como lo manifestaron activistas indígenas durante el Foro Social Mundial de Belém, este modelo ha entrado en crisis. No es la primera vez que se apela a “la crisis de civilización”, pero esta vez hay algo nuevo: la combinación de crisis económica, ambiental y cultural crea una mayor conciencia de la necesidad de un cambio significativo de modelo, pero en especial esta crisis se ha desbordado por el aspecto ambiental, ya que este modelo ha dejado, a un lado con sus nociones de desarraigo cultural y natural, el cuidado, la preservación y el concepto de naturaleza, ya no como el lugar donde vivimos y debemos cuidar, si no como un bien que se debe explotar para así poder sacar provecho del mismo; lo que se llama a reconstituir el mundo desde la diversidad y la diferencia, desde abajo. Nos encontramos ante una situación en que el lenguaje limita nuestros intentos de imaginar otras formas de pensar, ser y hacer; nos atrapa en los del pasado. Por ejemplo, ¿no pensamos aún que somos ‘pobres y subdesarrollados’, que ‘tenemos que desarrollarnos’? Esto constata la vigencia del ‘desarrollo’ como forma naturalizada de soñar, de pensar, hasta de ser. Y no es para menos: la creación de África, Asia y América Latina como ‘subdesarrollados’ ha involucrado un profundo proceso simbólico y material; a esto apuntan los críticos cuando dicen que fuimos “inventados” como subdesarrollados. Esta invención comenzó después de la Segunda Guerra Mundial, y desde el desarrollo y la modernidad involucran una serie de principios: el individuo racional, no atado ni a un lugar ni a una comunidad; la separación de naturaleza y cultura; la economía separada de lo social y lo natural; la primacía del conocimiento experto por encima de todo otro saber. Entonces con esto el autor plantea que no se ha logrado salir de su discurso, especialmente las élites y las clases medias, pero afecta, en mayor o menor medida, a todos los grupos sociales. Una invención cultural de esta naturaleza no se desmantela fácilmente, pues involucra instituciones, individuos y comunidades, prácticas sociales, económicas y ambientales lo cual es algo arduo en lo que se debe trabajar para poder resignificar esos ideales que se han naturalizado; estos se despliegan en todos los rincones de la vida social, y nos convoca afectivamente, en nuestras subjetividades y cuerpos. Pero nada de esto es natural. En su afán por superar el modelo neoliberal, los gobiernos progresistas han revitalizado el desarrollismo a nombre del cambio radical. Este llamado “pos neoliberal” el cual desde la perspectiva del autor acarrea muchos de los lastres del periodo que supuestamente habría terminado, más muchas trampas del desarrollismo convencional. Para entender más este tipo de cambio en texto presenta un ejemplo, que es el caso de Ecuador y nos permite ilustrar este punto. “Neo desarrollismo frente a pos desarrollo en Ecuador Es bien sabido que la nueva Constitución, de 2008, del Ecuador estipula que el objetivo del desarrollo es el sumak kawsay, o buen vivir. Esta “ruptura conceptual” con los modelos de desarrollo de las últimas décadas ya estaba anunciada en el ‘Plan Nacional de Desarrollo 2007-2010’ (Ecuador, 2007, p. 11). El ‘Plan’ es novedoso, pero evidencia continuidades con el pasado, que se convierten en verdaderas trampas para la acción estatal y los movimientos. Aunque fue elaborado antes de la Constitución, y es injusto criticarlo a posteriori, su análisis nos permite ilustrar las tensiones entre neo desarrollismo y pos desarrollo. Antes de pasar al ‘Plan’, citaremos unas palabras sobre las constituciones de Ecuador y Bolivia. Como bien lo afirma Alberto Acosta: “El Buen Vivir, más que una declaración constitucional, se presenta como una oportunidad para construir colectivamente un nuevo régimen de desarrollo” (2009). Para Catherine Walsh, la visión integral del buen vivir ha orientado las cosmovisiones y prácticas de los pueblos de Abya Yala y de los descendientes de la diáspora africana durante siglos (2009). Eduardo Gudynas (2009) considera que los derechos de la naturaleza reconocidos en la carta ecuatoriana constituyen un giro del antropocentrismo moderno a un biocentrismo, que encuentra resonancia en las cosmovisiones indígenas y afro, y en la ecología contemporánea. Todos estos autores, sin embargo, enfatizan las dificultades para llevar estas visiones a la práctica. La mayoría de las políticas de los gobiernos están aún en contradicción con el buen vivir, pues continúan encarnando una visión modernista del desarrollo. El ‘Plan’ ecuatoriano ilustra este punto. El ‘Plan’ define el desarrollo así: “Entendemos por desarrollo la consecución del buen vivir de todos, en paz y armonía con la naturaleza y la prolongación indefinida de las culturas humanas. El buen vivir presupone que las libertades, oportunidades, capacidades y potencialidades reales de los individuos se amplíen de modo que permitan lograr simultáneamente aquello que la sociedad, los territorios, las diversas identidades colectivas y cada uno —visto como un ser humano universal y particular a la vez— valora como objetivo de vida deseable.” (Ecuador, 2007, p. 59)
Esta nueva concepción que nos da el autor como ejemplo, implementada en ecuador y Bolivia, muestra la posibilidad de poder ir pensando en otro tipo de desarrollo, el cual vaya en concordancia con el cuidado y la preservación de la naturaleza y sus recursos, pero, sobre todo, el poder re construir esos valores que en marcar la identidad de donde se viene y se pertenece, tanto cultural como socialmente.
Desde este modelo Globalizador el crecimiento se cuestiona como meta, pero no como medio. Habla, también, de “áreas estratégicas para potenciar el crecimiento económico que sustenta el desarrollo humano (energía, petróleo, telecomunicaciones, ciencia y tecnología, minería, agua y desarrollo rural), de especial atención por parte del Estado” (Ecuador, 2007, p. 73). Esta noción es problemática, pues dichas áreas parecieran estar exentas de los criterios culturales y ambientales necesarios para el buen vivir. No por casualidad la política minera del gobierno opera bajo este principio. Cabe preguntarse, ¿acaso no hay otras “áreas estratégicas” que deban fortalecerse porque constituyen elementos fundamentales del buen vivir? Aquí vemos una profunda asimetría en el ‘Plan’, entre los elementos que contribuyen al “crecimiento económico” y aquellos que harían viable una política socio ambiental para el buen vivir. Esta asimetría remite a una visión economicista y técnica, que podría ilustrarse con muchos otros aspectos del ‘Plan’. En resumen, el actual ‘Plan’ y la Constitución de 2008 abren la posibilidad de “disputar el sentido histórico del desarrollo” (Acosta, 2009). Esta búsqueda ha revitalizado la discusión política y del desarrollo, y la ha abierto a otros saberes y prácticas culturales (interculturalidad). En relación con el modelo dominante, el desarrollo como buen vivir: 1. cuestiona el ‘mal desarrollo’ basado en el crecimiento y el progreso material como metas rectoras y ambiciosas hablándolo coloquialmente; 2. desplaza el desarrollo como fin, hacia el desarrollo como proceso de cambio cualitativo; 3. permite ir más allá de modelos basados en la exportación de recursos primarios, y combate la reprimarización, en boga en el continente (Ecuador, 2007, p. 568), al abordar con cierta seriedad la sustentabilidad del patrimonio natural. Otros aspectos innovadores que han sido resaltados incluyen: 1. al acoger la visión del buen vivir, asume que no hay un estado de ‘subdesarrollo’ por ser superado, ni uno de ‘desarrollo’ por ser alcanzado, pues refiere a otra filosofía de vida. 2. Mueve el debate del antropocentrismo al biocentrismo, y reinserta la economía en la sociedad y los ecosistemas (siguiendo la economía ecológica). Intuye una nueva ética de desarrollo, que subordine los objetivos económicos a los criterios ecológicos, la dignidad humana y el bienestar de la gente. 3. En este sentido, busca articular economía, medio ambiente, cultura y sociedad. Ello demanda la construcción de economías mixtas y solidarias (“Economía social y solidaria”, 2008). 4. Recupera lo público, la diversidad y la justicia social e intergeneracional como principios. 5. Reconoce diferencias culturales y de género. 6. Permite nuevos énfasis, incluyendo la soberanía alimentaria y el control de los recursos naturales. Vale preguntarse: ¿estos rasgos constituyen una ‘ruptura conceptual’ capaz de potenciar el cambio radical que presume la Constitución? Aquí hay que apuntar a varios problemas persistentes: 1. hay una serie de concepciones contradictorias, especialmente alrededor del papel del crecimiento, ya anotadas; 2. falta claridad en los procesos para llevar a cabo el ‘Plan’, dadas estas contradicciones; 3. se mantienen los lineamientos macro desarrollistas; 4. persiste una orientación individual fuerte inherente a las concepciones de ‘desarrollo humano’ con base en ‘capacidades’ opuesta al potencial colectivista y relacional del buen vivir. Habría que preguntarse, finalmente, por la voluntad política para impulsar los cambios necesarios para una política social y ambiental efectiva para el buen vivir. Como lo apuntan Gudynas, Guevara y Roque, en su análisis de las políticas sociales de los gobiernos progresistas, en todos ellos hay una gran distancia entre los pronunciamientos y la práctica (2008). Esta distancia ocurre porque los gobiernos siguen atrapados en concepciones desarrollistas. Para resumir: aunque en estos discursos el ‘desarrollo.
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