Pensamiento Complejo
juriellg27 de Enero de 2014
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Edgar Morin
INTRODUCCION
AL PENSAMIENTO
COMPLEJO
INTRODUCCION
AL PENSAMIENTO
COMPLEJO
Edgar Morin
Índice
Introducción de Marcelo Pakman ..................................9
Prólogo ........................................................................ 21
1. La inteligencia ciega ................................................ 25
2. El diseño y el designio complejos ............................ 37
3. El paradigma de complejidad ................................... 85
4. La complejidad y la acción ....................................... 111
5. La complejidad y la empresa .................................... 119
6. Epistemología de la complejidad ............................. 135
Obras de Edgar Morin................................................... 165
Introducción
La de Edgar Morin es, qué duda cabe, una aventura
intelectual. Extraña asociación la de estos dos términos.
Lo intelectual evoca a la razón, al orden, a lo científico y,
bien estructurado, a lo sesudo y alejado del riesgo. Aventura,
en cambio, es el nombre de la pasión, del libre juego resistiendo
la asfixia impuesta por las reglas, de lo impulsivo
y espontáneo, de lo impredictible. La síntesis fértil, tensa
pero creativa, de esos términos es, no solamente un hilo
conductor de la ya monumental obra teórica de Edgar Morin,
sino también una cualidad de su trayectoria personal.
Su obra debe, en consecuencia, ser entendida no sólo en
términos de su contenido sino del proceso productor. Es sobre
ese proceso que Morin ha meditado muchas veces en
un intento de adivinar la forma oculta de su búsqueda,
una búsqueda que, como todos los destinos humanos, como
lo pensaba Jorge Luis Borges, es una configuración única,
diseñada tal vez por los pasos que cada uno de nosotros
urde en un laberinto incalculable, y condensable en una cisecreta,
un «aleph», al que a veces creemos vislumbrar (
como Einstein pensaba que pasa, ocasionalmente, con el
sentido de lo humano) pero nunca logramos capturar plenamente.
En Morin su producción teórica no es nunca un intento
de ser un logro acabado, sino más bien un proceso que,
en su devenir mismo, marca un rumbo cognitivo en el que
somos invitados a participar. Recorramos algunos aspect
os de ésa, su aventura intelectual.
Morin nace en París en 1921. Su educación formal lo
1 lleva a licenciarse en Historia y Derecho, pero sus estudios
universitarios se interrumpen en 1942 cuando se une a la
Resistencia, tras la invasión nazi de Francia. Su estilo de
«resistente» no lo abandonará en el resto de su vida, expresándose
tanto en su tendencia a no dejarse abarcar por
discursos totalizantes, como en sus enfrentamientos con
los establishments de disciplinas diversas que lo han visto
siempre como «ajeno», como «extraño», al no poder aceptar
su estilo transgresor de fronteras disciplinarias, de libre
disposición de conceptos para ser usados en contextos diferentes,
de rigor acompañado, como quería Gregory Bateson,
por una imaginación al servicio de su praxis cotidiana
de complejización de los discursos teóricos y las prácticas
en el campo de las ciencias sociales.
Al terminar la guerra se une al ejército estacionado
en la Alemania derrotada y, testigo de la hecatombe de ese
imperio que había pretendido persistir por mil años, escribe
su primer libro, editado en 1946 como L'An zéro de
l'Allemagne*. Casi cuarenta años después, es interesante
volver a ese texto primero, en el cual la atención no se centra
en lo que tanto los medios como la intelectualidad de la
época consideraban central, sino en aspectos más marginales
para el interés del momento, como ser el futuro de
esa tierra demonizada que seguía, sin embargo, siendo
parte de Europa, la influencia de la catástrofe a múltiples
niveles en la cultura europea y mundial, el mapa mental
que para alemanes y europeos iba a señalar la evolución
de las identidades nacionales. Al enfocar estos temas Morin
muestra ya una inusual capacidad para ver a los procesos
sociales en movimiento, para iluminar aspectos generalmente
soslayados, cuestionar presuposiciones dadas
por evidentes y entroncar sus observaciones con procesos
pasados y aperturas hacia el futuro, incluyendo siempre
las preocupaciones éticas como centrales para la observa-
* Los títulos de las obras de Edgar Morin aparecen en francés cuando
no hay traducción disponible en español. Las fechas se corresponden siempre
a las de publicación de la edición original francesa. Consultar la lista de
obras de Edgar Morin al final del texto.
10
ción de procesos sociales, entendiendo que la ética también
evoluciona, en sí misma, como un proceso social.
Comienza luego su interés sobre el tema de la «muerte»
desde una perspectiva múltiple, que va de lo biológico a lo
mitológico. La experiencia de la guerra, la resistencia y las
imágenes del hundimiento alemán juegan, quizás, un papel
en ese interés. Es éste, tal vez, el primer ejercicio de
articulación de nociones provenientes de disciplinas diversas
para abordar un tema que le permite establecer puentes
entre lo humano a nivel biofisico con los niveles
antropo-sociales y psico-mitológicos. Lo social se abre, por
una parte, al cuerpo en su materialidad física y, por la
otra, a lo imaginario en sus expresiones individuales (psicológicas
en sentido tradicional) y sociales (mitológicas).
En 1951 se publica El hombre y la muerte, producto de
esas meditaciones tempranas.
Es también en ese año 1951 que Morin entra en el
Centre National de la Recherche Scientifique como inves- t
igador. Los cinco años siguientes los pasa estudiando lo
que él denominará el «hombre imaginario». La relación,
difícil de abarcar en términos tradicionales, entre lo imaginario
y lo real, que ya fuera centro de su interés en su estudio
sobre la muerte, continúa ahora siendo explorada en
su aproximación al mundo del cine. También aquí, rompe
las barreras que lo obligarían a utilizar sólo discursos provenientes
del mundo de las artes y se interesa por el cine
desde una perspectiva múltiple, no sólo social y antropológica,
sino también mitológica (el cine aparece aquí como
una oportunidad para estudiar lo mítico en su hacerse,
corno «mitopoyesis», y no sólo como producto terminado,
aparentemente intemporal) y económico-cultural (como
producto de consumo de una sociedad de masas). El cine o
H hombre imaginario, publicado en 1956 lleva ya por subtítulo
Ensayo de Antropología, mostrando una conciencia
temprana de que su indagación supera ya, en su intención,
aún a-metódica, las fronteras tradicionales que debieran
restringir su pertenencia a ciertas tradiciones intelectuales
y culturales. La problemática abierta por esta intención
innovadora le plantea ciertas dificultades metodológicas
y lo comienza a lanzar en la dirección de una búsqueda
mucho más., abarcativa.
De su interés por el cine es también producto su obra
Las stars, publicada en 1957. Es en ese mismo año que
Morin funda la revista Arguments, donde esa discusión
más amplia a la que se ve llevado comienza a tomar lugar, a
través de artículos que muestran un hilo conductor en su
iconoclastia, producto, en buena parte, del desencanto por
los discursos hegemónicos, heredera del proceso que lo lleva
a romper con el marxismo, un proceso parcialmente desencadenado
por la reflexión, pero también por sus choques
con una izquierda dogmática, a la que no vacila en calificar
de estalinista, en los medios intelectuales franceses. Su
libro Autocrítica, publicado en 1959, es testimonio del
doloroso proceso personal de ruptura con el marxismo, así
como de meditaciones fecundas sobre el totalitarismo y,
nuevamente, la estrechez de los discursos totalizadores.
Un cuidado especial por resistir los cantos de sirena de
múltiples «revoluciones» intelectuales y científicas, que
nunca lo encuentran como un seguidor ciego, sino como un
entusiasta crítico, va a ser la herencia perdurable de ese
proceso. L'Esprit du temps, publicado en 1962, es quizá la
última obra de su período temprano, donde todos sus intereses
mayores se delinean, sin terminar de organizarse, en
torno a la intención de articular lo físico con lo biológico y
ambos con lo antropológico, psicológico y mitológico. Una
particular capacidad para entender las condiciones de producción
de los discursos sociales como emergentes de cruces
de caminos y fertilizaciones mutuas entre discurso§ de
disciplinas diversas recorre ya sus trabajos tempranos.
Durante un período de enfermedad, en 1962 y 1963,
Morin escribe Le vif du sujet (publicado en 1969), una continuación,
ahora más consciente de sí, de su intento de
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