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Preso de su cóctel preferido: la molotov


Enviado por   •  1 de Julio de 2021  •  Biografías  •  1.791 Palabras (8 Páginas)  •  95 Visitas

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Preso de su cóctel preferido: la molotov

Rodrigo Oyarzún, un joven de 24 años, partícipe de casi todas las manifestaciones en Santiago desde el 2011, siempre se enorgulleció de lograr escapar de Carabineros de mil y un formas. Sin embargo, la suerte le cambió rotundamente cuando fue puesto en prisión preventiva luego de lanzar una molotov en junio de 2019, lugar donde estuvo casi seis meses. La experiencia lo cambió, pero solo aumentó sus convicciones.

Por Valeria Urra

 

Aquel 6 de junio de 2019 pudo decirse que era un día de invierno bastante normal, hicieron apenas 16 grados en Santiago, el cielo estaba nublado e incluso se pronosticó algo de lluvia. El Colegio de Profesores había convocado a una marcha nacional para aquel jueves y Rodrigo Oyarzún (24) decidió ir luego de que una de sus amigas le dijera que después de esto, habría desórdenes en la calle después de la marcha oficial y que ante cualquier cosa, se podían refugiar en la Universidad Alberto Hurtado (UAH), ubicada en la Alameda y donde ella estudiaba. “Tenía pensado ir. ¡Bacán que me lo hayas dicho!”, le comentó a su amiga y pensó que así estaba la mano para ir a “wear” sin miedo.[1] Al día siguiente habló con Francisco, uno de sus amigos más cercanos que estudió en el mismo lugar y le indicó toda la situación:

Oye, sabí que hay marcha y nos pueden hacer la mano para entrar después.

Explicando que cuando existían este tipo de manifestaciones, la universidad cerraba sus puertas para que no entrara mucha gente y no hubiese desmanes en el interior del recinto.  

¡Ya! Yo hablo con mis ex compañeros y vemos qué podemos hacer.

“Ese ‘vemos qué podemos hacer’ es netamente para generar una instancia de violencia y enfrentamiento, ya sea con pinturas, molotov o con la wea que saliera”, indicó Rodrigo.[2]

La rutina para ese jueves estaba totalmente calculada. La marcha era a las 11 a.m. y terminaba, aproximadamente, a las 13:00 p.m., los desórdenes serían hasta las 2 o 3 de la tarde y ahí tomaría la micro “fuerte y derecho” para llegar bien a la clase que tenía a las 16 horas en el Instituto Profesional Duoc, ubicado en la comuna de San Bernardo.[3] Sin embargo, nada salió como Rodrigo lo había planeado.

Llegó a la Alameda y el escenario ya era tenso. La gente se enfrentaba a Carabineros, algunos se escapaban y refugiaban en diversos lugares. ¿El favorito? la UAH, por lo que, intentando evitar que ingresaran más individuos, rápidamente cerraron sus puertas. Rodrigo alcanzó a entrar y se juntó con ambos amigos, donde comenzaron a preparar el fatídico cóctel que lo llevó tras las rejas.

— Con mis amigos íbamos netamente a los enfrentamientos. Yo podía estar muy a favor, por ejemplo, de las manifestaciones por la educación y cosas así. De hecho, nosotros íbamos a la marcha como individuos normales, pero nosotros esperábamos el final para el enfrentamiento. En general, usábamos pinturas o lo que encontráramos en el momento, pero cuando era más organizado comprábamos bencina, uno juntaba botellas, el otro llevaba aserrín y cosas así—menciona Rodrigo[4].

En la intersección de la Alameda y Almirante Barroso, se encontraba gente mostrando sus lienzos, enfrentándose con la policía y entonando cánticos contra ellos, además de ser mojados también por el conocido “guanaco”. Él y su amigo esperaron dentro de la UAH hasta que el carro lanza agua se retirara y se fueron a cambiar de ropa para comenzar el “ataque”. Se vistió completamente de negro: desde los guantes, el cortaviento, pasamontañas, polerón, pantalones y zapatillas. Vieron asimismo que las Fuerzas Especiales de Carabineros que quedaban, se estaban escondiendo hacia el otro lado de la Alameda, hacia el sur, por lo que decidieron ir y lanzarles molotov, pero rápidamente se dieron cuenta de que era una trampa.[5]

— Hasta el día de hoy no se me olvida. Los pacos a los que les íbamos a tirar weas, hicieron el amago de correr hacia nosotros y de la nada escucho gritos, me doy vuelta y vienen otros pacos por atrás, a 3 - 5 metros de donde estábamos. En ese momento de adrenalina vi un espacio para escapar por la vereda, pero fue imposible. Me taclearon entre dos, hubo forcejeo, me agarraron a patadas, me asfixiaron y me arrastraron por el suelo, que estaba lleno de agua, hasta el furgón de Fuerzas Especiales. Me pegaron hasta que se aburrieron.[6]

Luego de todo lo sucedido, fue llevado a la 3° Comisaría donde constató lesiones y luego a la 33° Comisaría de Ñuñoa. Le hicieron pericias de hidrocarburos para corroborar si presentaba bencina o pólvora en sus manos y análisis de sus vestimentas. Le dieron la posibilidad de llamar a su casa, pero prefirió llamar a sus amigos porque sabía todo lo complejo que se venía. Estuvo toda la noche en el calabozo y al día siguiente, 7 de junio de 2019, pasó a control de detención.[7] El día 10 del mismo mes, Rodrigo cumplía 23 años y se dictaminó que, mientras durara la investigación, quedaría en prisión preventiva “por el delito de arrojar elementos incendiarios en la vía pública, autor, consumado”, según el documento “Individualización de Audiencia de control de la detención”, de la Corte de Apelaciones.[8]

Problemas en el sistema penal de Chile

El caso de Rodrigo tuvo bastantes contrariedades, en primer lugar, porque, como él mismo lo dijo “en la ley chilena es más grave andar con los elementos para confeccionar una molotov que el lanzamiento de una. Es como todo al revés. Si me pillan con un bidón de bencina y tres botellas vacías es más grave que el que yo ya la haya lanzado el artefacto” y también porque se tiene registro que la justicia en nuestro país ha decidido utilizar la prisión preventiva como el primer y más fácil método a utilizarse, cuando no debiese ser así.

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