Reseña De Los Reyes Malditos
fer_t10 de Septiembre de 2012
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Los Reyes Malditos “El Rey de Hierro”
Esta historia inicia en 1314, en este periodo reinaba Felipe IV, reinaba en Francia. El rey tenía 3 hijos, de modo que su descendencia estaba asegurada. Ninguna riqueza se le escapaba, había expulsado a los judíos y atacado a los banqueros lombardos, para hacer frente a las necesidades del Tesoro alteraba el valor de la moneda, cada día el oro pesaba menos y valía más. Solo un poder había osado oponérsele: La Orden de los Caballeros del Temple, organización militar, religiosa y financiera, cuya gloria y riqueza provenía de las cruzadas, esa independencia, inquietó a Felipe el Hermoso, estuvo en contra de ellos y cerca de 15 mil hombres estuvieron en juicio durante 7 años, la narración comienza al final del séptimo año.
En Inglaterra, la Reina Isabel, esposa de Eduardo II, escuchaba a una de sus damas francesas que le leía un poema, Isabel sufría de amor; suspiró, le dijo a su dama que era suficiente poesía por ese día, le comentó que su primo Roberto de Artois llegaría de Francia; en ese momento entró otra dama y le comunicó a la reina: “Ha hablado”, dijo “quiero”. La reina Isabel tenia un hijo, era bebe todavía, esa fue su primer palabra ya que la dama se negaba a darle una galleta, Isabel le pidió que no se le animara a balbucear y a decir tonterías, poco le importaba que supiera decir “papá” o “mamá” prefería que le enseñara “rey” y “reina”. En ese momento la primera dama le anunció la llegada del conde Roberto de Artois. Su llegada era para comunicarle que Margarita de Borgoña reina de Navarra, futura reina de Francia, era catalogada en Francia como Margarita La ramera y también sospechaba sobre sus otras dos cuñadas: Juana y Blanca, de Juana aun tenia duda, pero si la catalogaba de zorra, no tenia pruebas para que Isabel hiciera algo para que su familia no sufriera tal vergüenza, pero Roberto de Artois le dijo que Margarita mando a que le arreglaran la antigua torre del palacio de Nesle, para hacerlo como un lugar de retiro para realizar sus oraciones, pero él ha indagando y vio hasta muy tarde luces y son las noches en las que su esposo Luis se ausenta, junto con Blanca y Juana, y las 3 son muy astutas porque si les llegasen a preguntar las tres dirían que estaban juntas orando; también se ha dicho que desaparecen joyas y que cuando una mujer se deshace de ellas en secreto es para comprar a algún cómplice o para agasajar a algún galán. Isabel le pregunto que si se lo había mencionado a su padre Felipe el Hermoso, Roberto de Artois le dijo que ella conocía demás a su padre que el y que seria necesario enseñarle a sus cuñadas acostadas con sus amantes para que le creyera, además Roberto de Artois no era bien recibido desde que perdió su proceso, entonces ahí Isabel supo que Roberto de Artois lo hacia por venganza, porque le habían robado su herencia del condado de Artois y se lo habían dado a su tía la condesa Mahaunt de Borgoña, casó a sus dos hijas y a su prima con los tres hermanos de Isabel. Así que su plan fue mandar a hacer tres escarcelas y dárselas como obsequios a sus cuñadas, en cuanto diera resultado ella iría a París para hablar con su padre. Su esposo Eduardo II, socializaba con los albañiles e incluso Isabel le menciono a Roberto de Artois que le gustaban los albañiles, estaban reconstruyendo Westminster, de pronto tuvieron un momento de debilidad, pero Isabel se apartó de él, Roberto de Artois l e dijo que llevaba una carta dirigida hacia ella de su tío Carlos de Valois pidiéndole que hablara con su padre ya que los dignatarios del Temple serían condenados y que su padrino Jacobo de Molay seria condenado a muerte, le dijo que ella no podía juzgar sobre los actos de su padrino, pero que escribiría la carta. Los dos jamás se imaginaron que serian los primeros artífices de una guerra entre Francia e Inglaterra que duraría más de 100 años.
Jacobo de Molay que era prisionero en los sótanos transformados en cárcel de la torre mayor del Palacio del Temple, en su propia casa madre. Recordaba todo tipo de torturas en las que había sido sometido, y la voz fría de Guillermo de Nogaret insistiéndole que confesara sus crímenes, pero, ¿qué crímenes? , después de tanto sufrimiento accedió a decir la verdad, si se practicaba la sodomía en la Orden, si, eran herejes, si le escupían a la Cruz, si adoraban a un ídolo con cabeza de gato, si a todo. Hace siete años estaba encadenado, era lógico que en algún momento se volviera loco, incluso trato de domesticar a dos ratas que siempre iban a roer sus sobras de pan. Se repetía para si mismo: “¡Lo pagarán! Clemente, Guillermo, Felipe… El Papa, el Canciller, el Rey… morirían, escuchó unos pasos y lo sacaron de la prisión, lo llevaban a Notre Dame, al salir vio a otros tres dignatarios de la Orden del Temple: el visitador general, el perceptor de Normandía y el comandante de Aquitania. El primero en acercarse a abrazar al gran maestre fue el perceptor de Normandía Godofredo de Charnay, Jacobo de Molay los animó un poco, los escuderos quienes los llevaban les dijeron que tenían derecho a ser desencadenados, el Maestre no tenía el denario, Godofredo de Charnay le pago el denario, Jacobo de Molay les decía: Preparémonos para morir.
El gran maestre comenzaba a recordar ciertas cosas en las que Felipe el Hermoso le había pedido, ellos administraban el tesoro de parís, el rey de Hierro quería ser el Gran Maestre de la Orden, pero las reglas de la Organización estaban claras:” Ningún príncipe soberano podía gozar de mando en nuestra orden”, Felipe jamás olvidó aquel insulto, así que comenzó a indagar sobre la Orden y no muy tarde trasladaron el Tesoro al Louvre, de ahí venia toda su sentencia. Cuando los llevaban por las calles, todo mundo se quitaba del camino, con caras tristes y otros hasta se persignaban cuando pasaban enfrente de ellos, los templarios pensaron que tal ves no estarían solos en su calvario, incluso Jacobo de Molay pensó que algunos de la Orden habían preparado una conspiración e irían a su rescate ya que en 1307 un gran número de de caballeros del Temple habían escapado, así que comenzaron a escrutar entre la multitud, pero por otra parte también pensaba que no lo harían, ya que había traicionado a la orden, había cedido a las torturas y confesado crímenes.
Mientras tanto, en las calles de Francia, con la multitud de la gente y los diferentes olores que se podían percibir entre calles, un hombre vendía barquillos calientes, un paseante con una túnica blanca se acercó a probar una, apenas si le dio un mordisco, una mano blanca dejo un denario por aquel suculento barquillo, el vendedor dijo que él se lo perdía que eran muy buenos, en eso se quedo estupefacto al ver a quien se había dirigido: un hombre muy alto de ojos inmensos e inmóviles, llevaba una capucha blanca y túnica hasta las rodillas. Cada calle, cada callejón tenían su especialidad, zapateros, carpinteros, tejedores, etc. El hombre de la capucha blanca seguía avanzando entre la multitud, muchos a su paso le hacían una reverencia, custodiado por tres guardias colgando del brazo el bastón, rematado por la flor de lis, de pronto un joven iba saliendo de un callejón llevaba tres perros, chocaron contra el paseante de capucha blanca, el joven decía en italiano “grandísimo tonto”. Uno de los guardias lo tomó por el brazo y le dijo a quien se estaba dirigiendo, se acercó al. De pronto hizo una reverencia y pidiendo disculpas. El paseante se fijo en los perros y pregunto de quien eran, el dijo que pertenecían a su tío el banquero Tolomei, muy hermosos, dijo el paseante el hombre de la capucha se fue; todos los comerciantes se acercaron a él diciéndole que había chocado con el mismo Rey Felipe, el se excusó diciendo que jamás lo había visto. El rey Felipe se paseaba entre las calles como un simple burgués, muchos forasteros que no sabían quien era se le acercaban para preguntarle una simple información, avaro de palabras como de dinero, no dicta mas de 3 palabras y cada salida no se gastaba más de tres monedas, el Rey pasaba por el mercado de carnes cuando escucho a la multitud gritar: “¡Ahí vienen!”. Mientras tanto el rey se dirigía al palacio con las calles bruscamente vacías, regresó a sus aposentos por la galería Mercière, se llamó asi ya que Felipe dio el privilegio de vender en la galería del palacio, llamada por esta razón galería Mercière, había cuarenta estatuas de los reyes que habían se sucedido en el trono, frente a la de Felipe el Hermoso había una estatua de Enguerrando de Marigny; El rey se dirigía hacia la galería cuando vio a 2 muchachas y a un joven en las escaleras, las jóvenes eran dos de las nueras del rey, Juana y Blanca, el muchacho vestia como un oficial del palacio, los tres discutían a media voz, Felipe se acercó y los tres se quedaron sorprendidos, Felipe IV pregunto sobre que hablaban, Blanca que era la única que se atrevía a bromear con el Rey le dijo que se sentían muy solas ya que desde hace cinco días sus esposos las descuidaban, ya que los retenía hasta muy tarde en las sesiones del consejo. El rey preguntó sobre el doncel con quien se encontraban, era Felipe de Aunuay escudero del conde de Valois, el rey pregunto si tenía un hermano, Gualterio de Aunuay que estaba de servicio con el monseñor de Poitiers. Cuando el rey se retiró, los tres dieron un suspiro de alivio, Felipe de Aunuay, escudero del conde de Valois, era desde hacia cuatro años el amante me Margarita de Borgoña, la mayor
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