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Resumen De Los Narcoabogados


Enviado por   •  18 de Noviembre de 2013  •  3.356 Palabras (14 Páginas)  •  1.340 Visitas

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Colombia-México: Las conexiones criminales.

En el primer capítulo, Ricardo Ravelo, nos da una introducción a una de las varias historias que cuenta a lo largo del libro, en este caso la del famoso narcotraficante colombiano, Pablo Escobar. Nos relata dos anécdotas, una de uno de los abogados de Escoba, Gustavo Salazar Pineda, y otra de uno de sus lugartenientes, “Popeye”. El relato de Salazar Pineda habla de las atrocidades de las que era capaz Escobar, en este caso, solicitaba una pistola a uno de sus trabajadores luego el mismo retiraba las balas del revolver dejando sólo una, posteriormente mandaba llamar a otros dos de sus trabajadores, estos generalmente eran peones o personas que no eran de importancia dentro de su organización, y les ordenaba que apuntando a la cabeza del otro cada uno jalara el gatillo hasta que el arma disparaba.

El relato de “Popeye” nos muestra lo sanguinario que podía llegar a ser Escobar con sus enemigos solo por hablar mal de él o por contradecirlo, como el caso de los empresarios que apoyaron la ley que permitiría decomisar los bienes de los narcotraficantes, Escobar al enterarse de lo que pretendían fue personalmente a la finca de Fabio Echeverri Correa, presidente de la Asociación Nacional de Industriales de Colombia, con nueve de sus hombres entre ellos “Popeye”. El lugarteniente de Escobar nos cuenta como realizaron el operativo para incendiar la finca de Echeverri y lo que hicieron con las personas que se encontraban en ese momento en la finca. Y así de la misma manera dice que repitieron el mismo operativo en otras 4 fincas de empresarios importantes. Sobresale un fragmento del relato de “Popeye” en el que cuenta como Escobar se quedó parado en una loma viendo como las llamas consumían la finca de Echeverri.

El Abogado de la Mafia.

En este capítulo Ravelo relata el entorno en el que se desarrolló el “Abogado de la Mafia” Gustavo Salazar Pineda, también describe el primer contacto que tuvo Salazar con el capo Pablo Escobar, cuando el capo le dice al abogado: “Quiero que se encargue usted de unos asuntos. Pero lo quiero de tiempo completo porque hay que actuar rápido”.

En una entrevista realizada 19 años después a Salazar Pineda, el hace alusión a un pasaje de la biblia que dice: “todo tiene su tiempo y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora Tiempo de nacer y tiempo de morir, tiempo de plantar y tiempo de arrancar lo plantado. Tiempo de callar y tiempo de hablar…”

Basado en ese pasaje él dice que este es su tiempo de hablar ya que estando todos o al menos la mayoría de sus clientes muertos o encarcelados, ya es libre de contar como fue su vida durante el tiempo que sirvió para algunos de los hombres más peligrosos y de cómo él no busco a sus clientes sino que ellos lo buscaron a él.

Ravelo escribe cómo fue que se dieron todas las circunstancias necesarias para que Salazar llegara a entrar al círculo del narcotráfico, del que sabía que no podría salir. Salazar dice que desde pequeño él quería convertirse en abogado, a su madre ya se lo había comentado una vez que ella se lo preguntó una mañana antes de ir a la escuela, a lo cual la madre respondió: “Hijo sabes que los abogados no se salvan y se van para el infierno” pero Salazar le dijo que el de todos modos sería de los mejores abogados y que el diablo no le espantaba. La madre le había dicho eso porque el pueblo de donde eran era muy religioso, a los niños los obligaban a asistir a misa todos los domingos y el padre de la iglesia les hablaba del diablo como permanente perseguidor de niños.

Cuando Salazar era adolescente conoció al fundador de la mafia colombiana Santiago Ocampo Zuluaga quien visitaba frecuentemente su pueblo natal y repartía mucho dinero entre las personas y también a los padres de tres parroquias quienes recibían el dinero a título de limosna. Salazar nunca tuvo trato directo con Ocampo a pesar de que era muy amigo de su tío pero admite que siempre le pareció un buen hombre y que también lo consideraba simpático. Tiempo después la revista Selecciones publicó la historia de delitos de ese personaje a quien a partir de ese momento se le dejó de ver con un hombre bueno y se le empezó a ver como el fundador del cártel de Medellín y otra organizaciones. En el libro dice que Ocampo formó parte de la primera generación de narcotraficantes, los cuales eran muy discretos para todos sus negocios, no empleaban la violencia y tampoco eran ostentosos. Todo lo contrario de lo que vemos hoy en día. Todas esas virtudes le ayudaron a Ocampo a convertirse en maestro de los futuros jefes de los cárteles de Medellín y de Cali. Según Gustavo Salazar, Ocampo logró retirarse del negocio del narcotráfico y murió por causas naturales y sus últimos días los pasó en Cali, respetado por los nuevos jefes de la mafia.

El Encuentro con los Capos.

Este capítulo relata cómo era la vida de Salazar antes de envolverse en el mundo del narcotráfico. Después de graduarse de la Universidad Libre de Colombia, Salazar trabajaba en Bogotá, defendía casos de homicidios principalmente y él decía que toda persona tiene derecho a una legítima defensa aunque se tratara de un violador o como sus clientes, un capo.

Salazar en su trabajo, casi siempre se dedicaba a defender a personas de bajos recurso o casos de oficio, hasta 1986 cuando fue contactado por una persona, cuyo nombre no menciona obvias razones, quien le dijo que alguien de una organización criminal lo estaba buscando ya que tenían a varios miembros de la organización detenidos. La persona que lo contactó le dijo que iba a ganar mucho dinero y que si aceptaba no violara la regla de oro: No traicionarlos.

Luego Salazar preguntó que quien era la persona que lo buscaba, a lo cual la persona que estaba con él respondió: Se trata del señor Pablo Escobar y estamos aquí para fijar una fecha para el encuentro. Salazar aceptó y posteriormente fue llevado a uno de los escondites de Escobar, al llegar al lugar, Salazar fue recibido por Otoniel Gonzáles Franco mientras Escobar llegaba. Cuando Salazar vio por primera vez a Escobar dice que le dio miedo al verlo acercarse. Luego le preguntan que qué fue lo que percibió de Escobar ese día y él dijo que lo notó sereno, que no era ostentoso y que por su forma de vestir hasta parecía un campesino.

En 1987 Salazar defendió a Escobar y a Gonzalo Rodríguez Gacha “El Mexicano” que estaban acusados del asesinato de Jaime Pardo Leal, candidato presidencial en ese entonces, durante el juicio Escobar y Salazar tuvieron algunas contradicciones ya que el capo quería dirigir el curso del asunto pero a pesar de eso no tuvieron conflicto alguno. Después defendió a los hermanos

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