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Resumen de "The Monk Who Sold His Ferrari"

sera37Reseña20 de Octubre de 2011

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Libros de Gerencia Resumidos

El monje que vendió su Ferrari

Una fábula sobre alcanzar nuestros sueños y cumplir nuestro destino

por Robin S. Sharma

RESUMEN EJECUTIVO

Esta es la historia de Julián Mantle, un prominente abogado

que lo tenía todo en la vida (o al menos eso creía él). Pero, un

día, tras un infarto que lo puso al borde de la muerte, Julián

tomó la decisión de vender todas sus posesiones materiales e

irse a la India en busca de iluminación.

Fue entonces cuando conoció a los Sabios de Sivana en una

remota comunidad perdida en los Himalayas. Julián estudió

junto a estos durante varios años y así consiguió lo que estaba

buscando: las siete virtudes eternas de la vida esclarecida.

Esta amena historia constituye una fuente de sabiduría práctica

y espiritual que puede ser aprovechada por cualquiera, y

en especial, por gerentes y profesionales.

El despertar

A sus 53 años, Julián Mantle parecía un septuagenario. Era uno

de los abogados procesales más prominentes del país. Sobre su

escritorio tenía una frase enmarcada: “Estoy convencido de

que en este día somos dueños de nuestro destino, que la tarea

que se nos ha impuesto no es superior a nuestras fuerzas; que

sus acometidas no están por encima de lo que soy capaz de

soportar. Mientras tengamos fe en nuestra causa y una indeclinable

voluntad de vencer, la victoria estará a nuestro alcance”.

Fiel a este lema, Julián era un hombre duro, dinámico y

siempre dispuesto a trabajar 18 horas diarias.

Julián no sólo era bien conocido por sus éxitos profesionales,

sino por sus trajes italianos de tres mil dólares que vestían su

bien alimentado cuerpo, las salidas nocturnas a los mejores

restaurantes de la ciudad con despampanantes modelos y sus

excesos etílicos.

Durante los primeros años, justificaba su dilatado horario afirmando

que lo hacía “por el bien del escritorio jurídico”, y que

tenía previsto tomarse un mes de descanso “el próximo invierno”

para irse a las islas Caimán. Pero el tiempo pasaba y, a

medida que se extendía su fama de abogado brillante, su cuota

de trabajo, y sus éxitos, no dejaban de aumentar.

Pero algo andaba mal. Nada era suficiente para Julián. Ya no

se ocupaba de su esposa; su matrimonio finalmente fracasó.

Los excesos lo habían dejado más que obeso, se quejaba de

que estaba enfermo y había perdido el sentido del humor. Era

como si su vida hubiera perdido sentido. Pero lo peor de todo

era que, Julián Mantle, el brillante abogado, había perdido,

además, su pericia profesional.

No se trataba sólo del ritmo de vida que había llevado, sino de

lo que él mismo describía como un vacío espiritual. Ya no se

sentía entusiasmado por su trabajo. Fue entonces cuando sucedió:

Julián Mantle se desplomó en el tribunal frente a la mirada

atónita del juez y sus asistentes.

El visitante misterioso

El viejo Harding fue quien dio la noticia: “Julián ha decidido

abandonar el bufete y renunciar al ejercicio de su profesión”.

Esto sucedió hace unos años. La noticia me sorprendió sobremanera.

Sabía que Julián tenía sus problemas, pero no esperaba

algo así. Lo último que supe fue que se había ido a la India.

Les dijo a sus socios que deseaba simplificar su vida y conseguir

respuestas.

En esos tres años pasé de ser el asistente de Julián para convertirme

en un hastiado y cínico abogado. Llevaba una vida intensa,

pero debo admitir que, en mis momentos de tranquilidad,

pensaba a menudo en Julián. Me preguntaba qué sería de él.

La respuesta a esta pregunta llegó hace dos meses. Tras un día

de arduo trabajo, mi asistente entró en la oficina y me dijo que

fuera me buscaba alguien con urgencia. Al principio me negué,

pero tras la insistencia de mi asistente decidí recibir al extraño.

Fue entonces cuando por la puerta entró un hombre risueño de

unos 35 años. Era alto, delgado y musculoso, e irradiaba vitalidad

y energía. El joven se quedó mirándome hasta que dijo:

“¿Es así como tratas a tus visitas, John, incluso a quienes te

enseñaron todo cuanto sabes?”

- ¿Julián? ¿Eres tú? ¡No me lo puedo creer!

La sonora carcajada del visitante confirmó mis sospechas.

Ante mí tenía al añorado yogui de la India: Julián Mantle.

La milagrosa transformación de Julián Mantle

Yo no salía de mi asombro. ¿Cómo podía alguien que sólo

unos años atrás parecía un viejo verse tan enérgico y vivo?

¿Cuál era la causa de este extraordinario cambio?

Julián me dijo que su ritmo de vida le había cobrado su precio.

El infarto no había sido sino un síntoma de un problema más

profundo. La presión constante y el extenuante trabajo de abogado

habían destruido su espíritu. Fue entonces cuando se vio

en la necesidad de escoger entre su carrera y la vida, y terminó

El monje que vendió su Ferrari 2

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escogiendo la segunda.

Julián contó que había vendido todas sus posesiones materiales

antes de irse a la India; que mientras viajaba de pueblo en pueblo

se había sentido nuevamente vivo. Pronto recuperó su

curiosidad innata y su chispa creativa, así como su entusiasmo

y sus ganas de vivir. Empezó a sentirse más jovial y sereno. Y

recuperó algo más: la risa.

Durante las primeras etapas del viaje, Julián buscó a conocidos

y respetados maestros. Todos lo recibieron con los brazos y el

corazón abierto, y compartieron con él sus conocimientos. Para

Julián, que había metido lo poco que le quedaba en una mochila,

fue una “odisea personal”, una época mágica. Pero dichos

encuentros con eruditos y maestros no le brindaron a Julián el

saber que este estaba buscando. El primer paso real no llegó

sino siete meses después en Cachemira, donde tuvo la suerte

de conocer al yogui Krishnan. Este había sido también un

abogado hastiado de la febril vida en Nueva Delhi; había

renunciado a sus posesiones materiales y se había dedicado a

cuidar el templo del pueblo en la más absoluta austeridad.

Cada uno le contó su historia al otro, y el yogui Krishnan sentenció:

“Yo también he recorrido ese camino, amigo mío. Pero

he aprendido que todo tiene una razón. He aprendido que el

fracaso es necesario para la expansión de la persona”. Tras oír

estas palabras, Julián sintió un gran alborozo.

- Necesito tu ayuda, Krishnan.

- Será un honor, pero… ¿puedo hacerte una sugerencia?

- Por supuesto.

- Desde que estoy al cuidado de este templo, he oído hablar

mucho de un grupo de sabios que vive en las cumbres del

Himalaya. Nadie sabe dónde viven exactamente, pero se dice

que han descubierto una especie de sistema para mejorar

profundamente la vida de cualquier persona desde un punto

de vista mental, físico y espiritual. Lo único que puedo

decirte con certeza es que la gente los conoce como los

Grandes Sabios de Sivana.

Al día siguiente, al despuntar el alba, Julián empezó su peregrinaje

hasta la tierra perdida de Sivana. La travesía duró siete

días, y Julián tuvo la oportunidad no sólo de admirar la belleza

del paisaje, sino de preguntarse si podría pasar el resto de su

vida sin el reto intelectual que su profesión le había deparado.

Entonces, mientras meditaba sobre estos asuntos, sucedió:

frente a Julián apareció una extraña figura, vestida con una

ondulante túnica. A pesar de ser muy esquivo, Julián se las

arregló para hablarle.

- Me llamo Julián Mantle. He venido a aprender de los

Sabios de Sivana. ¿Dónde puedo encontrarlos?

- ¿Para qué buscas a esos sabios, amigo?

Entonces Julián le contó su historia. El extraño viajero permaneció

en silencio y, finalmente, dijo:

- Soy en efecto uno de esos sabios. Si de verdad tienes un

deseo sincero de aprender esa sabiduría, es mi deber ayudarte.

Si quieres puedes venir como invitado mío a nuestro

templo. Pero debes prometerme una cosa: cuando hayas

aprendido las verdades eternas, deberás regresar a tu país y

hacer partícipes de las mismas a cuantos las necesiten.

Julián aceptó.

Encuentro mágico con los Sabios de Sivana

- Bienvenido al nirvana de Sivana

dijo el sabio a Julián, mientras este veía algo inimaginable: la

aldea estaba

...

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