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Resumen del capítulo 2 y 3 del Libro “Breve historia de la ciencia”


Enviado por   •  21 de Noviembre de 2019  •  Tareas  •  827 Palabras (4 Páginas)  •  476 Visitas

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Resumen del capítulo 2 y  3 del Libro “Breve historia de la ciencia”

Ricardo Iván Guardiola Rodríguez 14ª

Capítulo 2: Sistemas

La Ilustración se suele denominar también la Era de la Clasificación, el periodo en el que la agrupación de datos, los objetos y el conocimiento en categorías sistemáticas se convirtió en una obsesión. La ephraim Chamber’s cyclopedia, que apareció en 1728, fue la mayor innovación de la Inglaterra de la Ilustración, el primer intento de reunir todo el conocimiento de la humanidad en una ordenada serie alfabética. Chambers, un libreo autodidacta cuyo objetivo era ilustrar a los ciudadanos de la República de las Letras, admitía que su división en Artes y Ciencias era un tanto arbitraria. El camino marcado como “Racional” por Chambers conducía a la religión, la metafísica o la matemática, mientras que la óptica y la astronomía se hallaban en la misma ruta que la cetrería, la alquimia y la escultura. La Encyclopédie  se convirtió en el símbolo de la taxonomía racional en Francia, siguiendo el modelo de un árbol cuyo tronco central estaba rotulado como “Razón”. El plan de la         Encyclopédie incluía una ciencia relativamente nueva: la botánica. La palabra misma se había inventado a finales del siglo XVII, cuando los naturalistas descubrieron la reproducción sexual de las plantas y los coleccionistas estaban abrumados, no sólo por las nuevas especies importadas en la propia Europa. Aunque se efectuaron muchos intentos de acomodar las numerosas plantas en las categorías aristotélicas, las anomalías eran abundantes: había que tomar decisiones similares a las de clasificar los murciélagos o los ornitorrincos como mamíferos o como aves. Aunque los taxonomistas propusieron numerosos esquemas, ninguno de ellos satisfacía a todos. El esquema de clasificación cuantitativa de Camper convirtió los prejuicios raciales en una idea científicamente respetable. Desde ese momento se han hecho decisiones de muchas otras características humanas –el tamaño del cerebro, por ejemplo. Para justificar los discriminaciones entre razas y sexos sobre la base de diferentes físicas inherentes, La Ilustración se contempla con la gran Era de la Clasificación, en la que la ciencia fue capaz de entender el mundo mediante la organización en pulcras categóricas. Pero la prioridad de los clasificadores eran variadas, y nunca se pusieron de acuerdo sobre cual era el sistema perfecto. Como en muchos otros aspectos del conocimiento científico, se llego al consenso a través de la negociación, y el voto que podía inclinar la balanza no dependía únicamente de que los argumentos fuesen los más convincentes, sino también de la potencia de la voz que los exponían.

Capítulo 3: carreras.

Durante el siglo XVIII, los emprendedores científicos –conferenciantes, editores, escritores, constructores de instrumentos- desarrollaron métodos para sacar provecho de la ciencia. Esto provoco una retroalimentación positiva. Cuanto más eficaces eran los vendedores en convencer a los posibles clientes de la utilidad de la ciencia más crecía el prestigio de ésta, así como el número de clientes. Para el futuro de la ciencia a largo plazo, el invento más importante de la Ilustración no fue ningún instrumento ni teoría determinada, sino el concepto de carrera científica. La Royal Society creó uno de los primeros empleos científicos con sueldos de Gran Bretaña: el director del Museo Británico. Esta institución patrocinada por el estado, fundada en 1759, no sólo exhibía objetos artísticos y libros, sino también curiosidades naturales, como conchas, animales disecados, minerales y plantas. Los miembros de la Society se aseguraron de que fuese uno de los suyos quien se encargase del trabajo de dirigir esta institución pública: Gowin Knight, un hábil arribista. La vida de Knight ilustra hasta qué punto la innovación practica puede ser más significativa que las ideas. Aunque sus teorías eran ampulosas y enrevesadas, lo realmente importante fueron sus inventos y sus habilidades publicitarias. Londres era el centro del comercio mundial de instrumentos, y Knight introdujo los imanes de acero de alta calidad, que vendía con un amplio margen de beneficio, llevado así la medición de precisión a la investigación experimental. Knight logró aumentar aun más su estatus social y su fortuna al convencer a la Marina Británica para que distribuyese sus precisas y costosas brújulas. Fue una mujer, Mary Shelley, la que capturó con mayor habilidad algunas de esas ambiguas actitudes. Después de sumergirse en las conferencias publicadas de Davy, Shelley creo Víctor Frankenstein, un producto de su imaginación que, como el dios Jano, representaba los diversos rostros de la ciencia experimental. Haciéndose eco de las advertencias de Davy, Shelley cautivó a sus lectores al articular sus propias sensaciones ambivalentes acerca de la investigación científica. En la actualidad se suele interpretar Frankenstein  como un aviso proferido de los peligros de la ciencia, en especial la bomba atómica. Pero en realidad Shelley estaba poniendo manifiesto el incierto estatus de la ciencia en su propia época. Aunque Knight, Martin y otros mucho filósofos pioneros habían logrado vender la ciencia al público, a principios de siglo XIX muchos clientes seguía siendo reticentes a comprarlas.

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