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Robbins


Enviado por   •  10 de Octubre de 2013  •  Tesis  •  13.681 Palabras (55 Páginas)  •  278 Visitas

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El presente texto aborda las contradicciones del concepto de modernidad tardía acuñado en la teoría crítica y como éste necesariamente debe ser reinterpretado a la luz de la globalización. En este sentido, se analiza las principales diferencias entre las características de la modernidad tardía -con sus matices weberianos, totalitarios, de ampliación de la racionalidad instrumental y estatalmente dirigida- y como deberíamos entenderla a partir del carácter crecientemente fluido, multicultural y de primado del mercado sobre la realidad social. También se estudia como la globalización expande las condiciones distópicas de la modernidad tardía, que son radicalmente diferentes de las promesas modernas de seguridad y estabilidad.

Abstract

The present paper deals with the contradictions of the concept of Late Modernity coined by the Critical Theory and how this concept must be reinterpreted in the perspective of globalization. First, the main characteristics of the Late Modernity are analysed, taking special account of its weberian and totalitarian features, as well as the extension of its instrumental rationality. Secondly, the incompatibities between those characteristics and the increasing social fluidity, multicultural condition and primacy of the market on the social reality. Finally, the way by which globalization expands the distopic conditions of Late Modernity, which are radically different from the modern promises of safety and stability.

Palabras clave

Teoría crítica, fluidez ontológica, sociedad red, modernización, Giovanni Arrighi, Ulrich Beck, Zygmunt Bauman.

Keywords

Critical theory, ontological fluency, society net, modernization, Giovanni Arrighi, Ulrich Beck, Zygmunt Bauman.

La globalización en el contexto de la modernidad tardía.

La crisis de la modernidad supone tener que redefinir los términos tradicionales con los que la hemos pensado y la necesidad de crear nuevos conceptos que sean más adecuados a la situación en que vivimos. Uno de esos nuevos términos que parecen describir antiguos fenómenos es el de globalización. Existe consenso respecto de que la globalización tiene una raíz económica y que sus definiciones pueden partir desde allí, pero cuando se trata de fijar sus límites los problemas se multiplican ya que podemos coincidir en la existencia de unas globalizaciones culturales, sociales, políticas, de los derechos humanos, de la guerra, etc. De este modo, el término al volverse tan polisémico se torna inútil. Por otra parte, el fenómeno de la globalización encuentra todas sus contradicciones cuando se trata de abordar sus efectos sociales y la construcción de identidades, ya que allí chocan los paradigmas de la ciudadanía moderna con los del multiculturalismo, lo que ciertamente tiene unos resultados que tienen que ver directamente con la violencia, el racismo y la xenofobia. Ello se solapa a las tradicionales luchas de clases, lo que genera a su vez nuevas paradojas.

1. La globalización en el contexto moderno.

La globalización se percibió primeramente como un fenómeno económico con amplias repercusiones y que genera -en un efecto de cascada- nuevas globalizaciones sociales, culturales y políticas. Giovanni Arrighi, de modo muy documentado, señala que desde el punto de vista estrictamente económico la globalización no es un proceso nuevo. Por el contrario, está relacionado con los procesos de acumulación de capital y con el reordenamiento del capitalismo a escala mundial. Siguiendo el modelo de “sistema-mundo” de Immanuel Wallerstein, expone un modelo evolutivo y gradual, que desestima las perspectivas que indican que la globalización constituye una revolución sin precedentes2. Incluso la novedad de las innovaciones informáticas es relativa si se le compara con otras revoluciones científico-tecnológicas modernas, como el cableado submarino del telégrafo que ya en 1860 permitió una virtualización de la economía a nivel intercontinental. Otros indicadores muestran también elementos de continuidad, siendo la diferencia económica más relevante la creciente importancia de los mercados financieros mundiales, que fueron los primeros en globalizarse3. La arquitectura económica global de Breton Woods, jerárquicamente gestionada por EE.UU. dejó paso a otro sistema -también global- más descentralizado y coordinado por el mercado creando una mayor volatilidad e inestabilidad financiera. Los cambios económicos deben, por tanto, ser considerados en su escala, alcance y complejidad. Arrighi señala que la investigación con horizontes temporales más amplios permite ver cuatro ciclos sistémicos de acumulación capitalista en la modernidad. Dichos ciclos culminan en una crisis de sobreacumulación que inicia un período de mayor competencia, expansión financiera y el fin de las estructuras ordenadoras del comercio y la producción. En palabras de Arrighi;

“Es el tiempo en el que el líder de la expansión anterior del comercio mundial cosecha los frutos de su liderazgo en virtud de su posición de mando sobre los procesos de acumulación de capital a escala mundial. Pero es también el tiempo en el que el mismo líder es desplazado gradualmente de las alturas del mando del capitalismo mundial por un emergente nuevo liderazgo. Ésta ha sido la experiencia de Gran Bretaña entre el final del siglo diecinueve y el comienzo del veinte; de Holanda en el siglo dieciocho, y de la diáspora capitalista genovesa en la segunda mitad del siglo dieciséis4.”

En efecto, el líder cosecha los frutos al mismo tiempo que comienza su declive. En el caso estadounidense su hegemonía económica se debe más a las beneficiosas coyunturas derivadas de la Guerra Fría, en su predominio en las instituciones internacionales y la expansión de sus empresas a escala mundial, que a los resultados actuales de la globalización. En esta perspectiva, los períodos de sobreacumulación implican turbulencias que desestabilizan los centros organizadores. Ello genera incertidumbres en nuevos ámbitos, más allá de los económicos, haciendo peligrar las estructuras políticas que el mismo liberalismo había acuñado, lo que hace insostenible la afirmación dogmática de los mercados autorregulados. Dicha afirmación, siguiendo al autor, nunca ha resultado verificada en los ciclos sistémicos de acumulación. Por el contrario, las crisis y sus inestabilidades parecen indicar que el poder hegemónico declinante no pudiera controlar ni la velocidad ni la dirección de su poder. La reconducción del capitalismo hacia caminos más creativos que destructivos

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