Un Pavo Real En El Reino De Los Pinguinos
David1988248 de Abril de 2014
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UN PAVO REAL EN EL
REINO DE LOS
PINGÜINOS
Una fábula acerca de la creatividad y la
valentía
Bárbara BJ Hateley, Warren H. Schmidt
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DEDICATORIA .................................................................................................................................................... 2
PROLOGO ............................................................................................................................................................ 2
UN PAVO REAL EN EL REINO DE LOS PINGÜINOS ....................................................................................... 3
EPÍLOGO ............................................................................................................................................................ 10
APOSTILLAS A ESTA FÁBULA ....................................................................................................................... 11
USTED PUEDE IDENTIFICAR UNA ORGANIZACIÓN DE PINGÜINOS POR CÓMO SE VE.................... 11
USTED PUEDE IDENTIFICAR UNA ORGANIZACIÓN DE PINGÜINOS POR CÓMO TRABAJA... .......... 12
CONSEJOS PARA LOS PINGÜINOS QUE QUIEREN CAMBIAR ................................................................ 13
¿ES USTED UN PAVO REAL (O ALGUNA OTRA CLASE DE AVE EXÓTICA?) ....................................... 14
CONSEJOS DE SUPERVIVENCIA PARA PAVOS REALES (Y OTRAS AVES EXÓTICAS) ...................... 15
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DEDICATORIA
Dedicamos este libro a todos los que anhelan volar libremente y mostrar su verdadero color, y a todos
los que tienen la sabiduría de aprender de quienes son diferentes.
PROLOGO
De vez en cuando sale a la luz un librito que trata un tema profundo de manera sencilla y
elegante. Un pavo real en el reino de los pingüinos es uno de ésos. La obrita aporta una nueva
perspectiva al muy discutido tópico de la diversidad en el lugar de trabajo, y lo hace de manera muy
simpática. Mediante una fábula, este libro nos ayuda a ver qué puede pasar cuando tratamos de
expresarnos abierta y valerosamente en un medio creado por ejecutivos y gerentes que ven el mundo
desde una perspectiva muy diferente.
Ésta es la historia de Pedro, el pavo real, un ave vistosa, inteligente y talentosa, que viene a
vivir al Reino de los Pingüinos. Pronto se ve en problemas porque éstos han establecido un frío clima
organizacional, formal, burocrático y gobernado por un vasto conjunto de reglas escritas y no escritas.
Aunque le reconocen su talento, su estilo diferente y poco habitual hace sentir incómodos a los
pingüinos. La experiencia del pavo real refleja la de muchas personas “distintas” en las organizaciones
actuales. Aunque la valorización de la diversidad se predica continuamente por todas las partes, la
retórica no siempre es igual a la realidad. Ser “diferente” es mucho más que una cuestión de raza o
género. La diversidad, en su verdadero sentido, involucra toda una gama de singularidad humana –
personalidad, estilo de trabajar, visión del mundo, manera de comunicarse, y mucho más. Valorar la
diversidad quiere decir apreciar y estimular el que la gente sea ella misma, y ayudarle a desarrollar todo
su potencial y utilizar su talento, sus habilidades, sus ideas y su creatividad.
Esta encantadora fábula corporativa, basada en la experiencia de personas reales, relata
aventuras de Pedro, el pavo real, y otras aves exóticas al tratar de abrirse camino en el Reino de los
Pingüinos. Su historia es divertida e instructiva. Es un relato sobre los peligros y las posibilidades de ser
“diferente” en un mundo que valora la comodidad, la seguridad, y la previsibilidad de la conformidad.
Todos los que trabajen en una organización: ejecutivos, personal de recursos humanos, gerentes,
supervisores, y el personal en general, deben leer este librito. ¡Contiene revelaciones importantes para
todos!
Ken Blanchard.
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UN PAVO REAL EN EL REINO DE LOS PINGÜINOS
Érase una vez, y no hace tanto de eso, que los pingüinos dominaban muchas tierras en el Mar
de las Empresas. Aunque no siempre eran sabios o estimados, siempre tenían el mando.
La mayoría de las empresas eran parecidas: los altos ejecutivos y los gerentes usaban el traje
característico de los pingüinos; mientras que los obreros – aves de muchos tipos – se vestían con ropas
y colores de acuerdo con su trabajo y su estilo de vida.
A las aves que aspiraban a ascender en su empresa se les incitaba a ser lo más parecidas
posible a los pingüinos: a caminar con pasos cortos, a imitar su manera de andar, a usar el traje de
pingüino y a seguir el ejemplo de sus jefes.
Los departamentos de desarrollo de los empleados ofrecían programas intensivos de
capacitación sobre el comportamiento del buen pingüino.
Las reglas y las normas eran claras desde el primer día. De manera sutil, y a veces no tan
sutilmente, los pingüinos aconsejaban: “Así hacemos las cosas aquí. El que quiera triunfar tiene que ser
como nosotros y punto”.
Las aves que estaban interesadas en moverse dentro de la ley del más fuerte se esmeraban en
poner cara de pingüino y en portarse como pingüinos. Pero incluso ellas comprendían que nunca
llegarían a los puestos claves. Se daba por sentado que todos los pingüinos eran jefes naturales y que
eran ordenados, leales y podían trabajar en equipo; y se sabía que anteponían los intereses de la
empresa a sus asuntos personales. De las otras aves se creía que eran más volubles y menos
confiables.
Por supuesto, esto nunca se decía en voz alta, ni por escrito. Porque, como en toda empresa,
los pingüinos querían dar la impresión de ser amplios y estar siempre listos a estimular el talento, la
dedicación al trabajo y los aportes de sus colaboradores. Pero en el fondo, todos sabían que los
pingüinos siempre habían sido y seguirían siendo los mandamases.
Los mayores acostumbraban poner a los menores bajo su ala protectora y guiarlos por el camino
del éxito. Los llevaban a jugar golf y a trotar, y hablaban con ellos de fútbol en los almuerzos de oficina.
Se notaba a leguas cuáles eran los pingüinos más importantes. Y era evidente que se sentían mejor sólo
cuando estaban entre ellos.
Todo era armonía en el Reino de los Pingüinos, siempre y cuando se aceptaran sus reglas del
juego. Las demás aves de la empresa sabían como debían obrar para que los pingüinos se sintieran
cómodos y seguros. Pero un día las cosas empezaron a cambiar en el Reino de los Pingüinos…
A los mayores les dio por recorrer otros lugares, donde conocieron unas aves muy interesantes
que les llamaron la atención por su capacidad gerencial, su experiencia y sus realizaciones. “Estas aves
no son pingüinos – pensaron los mayores - , pero quizá podrían convertirse en pingüinos si las llevamos
a nuestro país y las entrenamos a nuestro acomodo... Con seguridad estas aves tan notables y
extraordinarias podrán adaptarse a la forma de vida del Reino de los Pingüinos, y con su talento
contribuir a que lleguemos aun más lejos. Nuestro clima es distinto – frío y desapacible -, y como
nuestra tierra no hay otra: helada y yerma. Pero si a pesar de las circunstancias, nosotros hemos sido
capaces de salir adelante, quizá estas aves también puedan prosperar. Si son tan inteligentes como
parecen, se acomodarán a nuestro clima y a nuestras costumbres”.
Y así fue como Pedro, el pavo real, llegó al Reino de los Pingüinos...
4
Claramente, Pedro no tenía nada que ver con los pingüinos. En realidad era la antítesis de la
pingüinidad. Pedro era un pavo real: un ave llena de colorido, radiante y bullanguera.
Pedro era un pavo real muy talentoso que había hecho cosas importantes en su tierra. Sabía
escribir, y manejaba bien sus presupuestos; era creativo, imaginativo, sensato y práctico. Tenía muchos
amigos y admiradores en su propia tierra, y era muy popular y querido.
Los altos gerentes del Reino de los Pingüinos quedaron perplejos cuando conocieron a Pedro, el
pavo real. “Sí, era distinto – pensaban – pero sus logros profesionales eran impactantes y sus
posibilidades fabulosas. Sin duda tenían un gran potencial”.
Por su parte, a Pedro le interesaban los pingüinos por las maravillas que había oído y leído
acerca de su reino: la promesa de llegar a ser alguien y de hacer fortuna, y la satisfacción de formar
parte de una empresa grande y poderosa. Se trataba de un país rico, donde todas las aves estaban
extremadamente bien pagadas. “En esta nueva tierra mi futuro será más brillante”, pensó.
Así, los pingüinos y el pavo real llegaron a un acuerdo: él se iría a trabajar con ellos, y juntos
lograrían grandes cosas.
Al principio, todo funcionó a las mil maravillas. Los pingüinos estaban felices con su nuevo
pupilo, quien se destacaba por los destellos de colores que despedía de vez en cuando. Y Pedro
también estaba encantado
...