Una mañana común y corriente Analía de 9 años iba caminando hacia su colegio a través del parque

Una mañana común y corriente Analía de 9 años iba caminando hacia su colegio a través del parque. Estaba distraída hablando por celular cuando en el momento menos pensado una capucha negra le cubrió la cara impidiéndole ver, a la vez que le quitaban el celular y la empujaban al interior de un auto que arrancó a toda velocidad. Ella se sintió completamente asustada sin saber que pasaba ni hacia qué lugar la llevaban porque el auto daba vueltas de modo que se sentía completamente desconcertada. La persona que la había raptado no hablaba una sola palabra y le había sujetado las manos y sintió que el hincón que le hizo perder completamente el conocimiento.

Cuando despertó estaba con los ojos vendados y amarrada a una silla con una mordaza que le impedía hablar ni emitir algún sonido. Trató de escuchar para identificar de alguna manera el lugar donde se encontraba, sin embargo solo había un absoluto silencio.

No pudo darse cuenta del tiempo que había transcurrido hasta que sintió que una puerta se abría y pasos que se acercaban hacia ella, una mano le quitó la mordaza y una voz de mujer que le decía come, a la vez que sintió que le acercaban una cuchara a la boca con una comida horrible que no la pudo pasar. Como rechazó la comida oyó que la mujer le decía “Bueno, si te mueres de hambre será tu culpa”. Le volvieron a poner la mordaza y oyó que los pasos de la mujer se alejaban, una puerta se cerraba y después nuevamente se olló el absoluto silencio.

Mientras esto sucedía el culpable del rapto por el celular de Analía llamó a la casa de ella, pidió hablar con su mamá y exigió la entrega de medio millón de dólares por la liberación de su hija. Les doy 24 horas para que me entreguen el dinero si es que quieren volver a ver a su hija. Volveré a llamarlos.

La madre desesperada llamó a su esposo y le contó lo sucedido. El padre no sabía que hacer porque ellos no poseían esa gran cantidad de dinero. Entonces le dijo: Cuando vuelva a llamar dile que no tenemos tanto dinero, pero haremos los esfuerzos necesarios para conseguir la mayor cantidad de dinero que podamos y que por favor vuelva a llamar en 12 horas para ganar tiempo mientras pensamos que hacer.

Efectivamente al llegar la tarde recibieron una nueva llamada de la secuestradora exigiendo una pronta respuesta, la madre cumplió con lo que le había dicho su esposo y el secuestrador aceptó prorrogar el plazo por 12 horas adicionales.

Mientras tanto el padre se rompía la cabeza pensando que hacer, por mucho que tratara era imposible para él conseguir esa cantidad de dinero. Así que no se le ocurrió otra idea que mentirle al secuestrador diciéndole que ya tenía la cantidad que le pidió. Luego el padre le preguntó dónde se podrían reunir para que le entregue el dinero y le devuelvan a su hija. El secuestrador le dio una dirección en un lugar aislado, bastante alejado de la ciudad. Nos vemos a la 1:30

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