La música y el Efecto-Mozart como un factor o variable para estudiar el proceso de la memoria y la atención en niños en edad temprana o preescolar
Berenice Barrañón BalderramaTarea22 de Enero de 2020
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EXPERIMENTO – PARTE 1: “PRÁCTICA DE INVESTIGACIÓN EXPERIMENTAL”
TITULO: La música y el Efecto-Mozart como un factor o variable para estudiar el proceso de la memoria y la atención en niños en edad temprana o preescolar.
AUTORES: Berenice Angelica Barrañón Balderrama, Darío Castillo Granados, Nancy Gonzalez Roldan, Sofia Hernández León.
MARCO TEÓRICO:
La música además de ser una expresión artística puede ser utilizada como un recurso pedagógico que favorezca el desarrollo intelectual, motriz y de lenguaje en los niños y las niñas en edad preescolar; a través del fortalecimiento de procesos cognitivos como la memoria, la atención, la percepción y la motivación. La música puede ser empleada para promover el desarrollo de las personas, buscando comprender la sonoridad del mundo como parte de la esencia humana, siendo esta compresión como plantea Caprav (2003); la que “permite que se considere a la educación a través de la música, como uno de los pilares del desarrollo integral, del ser humano”. Haciendo posible que al relacionar procesos físicos y psicológicos, a través de la práctica musical, se desarrollen diferentes habilidades como: la audición, la relación espacial, la motricidad fina, la coordinación visomotora, la lateralidad, la memoria mecánica, la evocación auditiva, el ritmo, la concentración y la expresión de emociones, entre otros. Los procesos de aprendizaje a través del sonido, el ritmo y la interpretación musical dan una perspectiva que invita a prestar atención, al fomento de la formación artística musical, en la edad preescolar. Las orientaciones pedagógicas a nivel preescolar se rigen por tres principios.
1. La participación, que reconoce el trabajo de grupo como oportunidad de aceptarse a sí mismo y al otro.
2. La lúdica, que establece el juego como la herramienta por excelencia, para los procesos de enseñanza-aprendizaje; ya que a través suyo el niño se conecta consigo mismo, con su entorno físico y social.
3. La integralidad el que hace partícipe a la música en el contexto educativo, al contemplar dentro de este las dimensiones socio-afectiva, ética, espiritual, comunicativa, cognitiva, corporal y estética del desarrollo del niño; como marco para lograr entretejer su relación social, con dignidad, libertad, plenitud y autonomía. Por lo tanto, alcanzar dicho propósito exige brindar a los niños no solo una buena nutrición y salud, sino estimulación psicosocial y amor, suscitando interacciones significativas con las personas que intervienen en su educación (Ministerio de Educación Nacional 1998). De esta manera, el niño desarrollará su habilidad para cooperar y mejorar comunicación e interacción con los demás, involucrando emociones que generan un aprendizaje significativo, agudizando la creatividad y el ingenio al resolver problemas.
La música dentro del salón de clases, sirve y funciona como una técnica, que puede recordarse con facilidad. Murphey nos indica que las canciones aparentemente trabajan en nuestra memoria a corto y largo plazo. Cantar canciones se asemeja a lo que Piaget describe como lenguaje egocéntrico; y describe que la necesidad de lenguaje egocéntrico, nunca nos deje realmente y se satisfaga parcialmente a través de una canción (Díaz, M., 2014).
Una de las funciones de la música puede ser el motivar la adquisición de un conocimiento o reforzar aquellos conocimientos adquiridos; así como constituye una pieza fundamental, para lograr la comunicación, dentro del aula. En los comienzos de la Psicología Cognitiva, Broadbent (1958) propuso el primer “Modelo Estructural del Procesamiento de la Información en el Sistema-Cognitivo-Humano”. Este modelo representa el primer diagrama que muestra, cómo fluye la información, a través del sistema de procesamiento de la información; y lo que ocurre con la información atendida y no atendida. Otros psicólogos de aquella época, interesados más directamente en el estudio de la memoria, propusieron también modelos estructurales semejantes al modelo de Broadbent, para intentar dar sentido a los resultados de sus investigaciones. De entre esos modelos, el que más ha influido en la investigación posterior sobre la memoria humana, ha sido el propuesto por Atkinson y Shiffrin (1968). Dicho modelo se denomina “Modelo Estructural” o “Modelo Modal”, porque hace hincapié en la existencia de varias estructuras o almacenes diferentes de memoria.
El aprendizaje es el proceso por el que adquirimos el conocimiento sobre el mundo, mientras que la memoria es el proceso por el que el conocimiento es codificado, almacenado, consolidado, y posteriormente recuperado. El aprendizaje y la memoria son procesos íntimamente relacionados. No se consigue separar el aprendizaje de la memoria, ni resulta posible realizar dicha distinción dentro del circuito neuronal (Ortega, C., 2010). La memoria es un proceso cognitivo relativamente complicado y en consecuencia, se presupone que el sistema neuroanatómico subyacente, ha de ser complejo. Fisiológicamente, los recuerdos se producen por variaciones de la sensibilidad de transmisión sináptica, de una neurona a la siguiente. Estas variaciones a su vez generan nuevas vías o vías facilitadas de transmisión de señales, por los circuitos neurales del cerebro. Las vías nuevas o facilitadas, se llaman huellas de memoria. Son importantes porque una vez establecidas, la mente puede activarlas para reproducir los recuerdos (Ortega, C., 2010).
Diversos estudios, han examinado los efectos del entrenamiento musical o la instrucción en música sobre las habilidades de niños y niñas, en otras disciplinas. Se concluye que la escucha de música puede tener una repercusión positiva en el rendimiento escolar del alumnado, viendo este sus habilidades académicas mejoradas (Rauscher, 2003). Uno de los efectos más citados basados en el entrenamiento musical es el conocido como "Efecto-Mozart". El término efecto Mozart comenzó a utilizarse a partir de los estudios de Rauscher et al. (citado en Suazo et al., 2008), los cuales mostraron que el alumnado Universitario que acababa de oír una Sonata del compositor austríaco, logró mejores resultados en tareas de orientación espacial (Suazo et al., 2008). Al efecto Mozart se le atribuyen aportes muy significativos, como lo son en lo relacionado con la estimulación de la interioridad humana, más que con el cuerpo físico; es decir, produce estados de distensión neuronal y propicia para la creatividad. El hallazgo ha originado una producción consistente en libros, discos compactos, y sitios web que afirman, que la escucha de música clásica, puede hacer más inteligentes a los niños y niñas. Sin embargo, lo cierto es que a día de hoy no existe ninguna evidencia científica que apoye esta teoría, por lo tanto, aunque este fenómeno es de interés, sus implicaciones educativas están todavía sin demostrar (Rauscher, 2003).
Las investigaciones referidas al efecto de la música sobre el cerebro infantil, han coincidido en que ésta provoca una activación de la corteza cerebral, específicamente en las zonas frontal y occipital, implicadas en el procesamiento espacio-temporal. Asimismo, al evaluar los efectos de la música a través de registros de electroencefalogramas, se ha encontrado que la música origina una actividad eléctrica cerebral tipo alfa. El cerebro baja la frecuencia de su actividad eléctrica quedando entre 14 y 8 Hz (Ordoñez, E.). De acuerdo a estudios, la música (sobre todo la música clásica de Mozart) provoca:
• Aumento en la capacidad de memoria, atención y concentración de los niños.
• Provoca la evocación de recuerdos e imágenes, con lo cual se enriquece el intelecto.
• Estimula el desarrollo integral del niño, al actuar sobre todas las áreas del desarrollo.
Un rápido desarrollo cerebral afecta al desarrollo cognitivo, social y emocional; que ayuda a garantizar que cada niño o niña alcancen su potencial y se integren como parte productiva, en una sociedad mundial, en rápido cambio. Cuanto más estimulante sea el entorno en la primera infancia, mayor será el desarrollo y el aprendizaje del niño. “La falta de estimulación adecuada en los niños se ha evidenciado como un deficiente crecimiento y la escasez de hormonas, como la adrenocorticotropa” (Vélez, 2006: 11). Entendemos que la memoria visual es la capacidad para recordar información visual, como formas o patrones, sin posibilidad de etiquetado verbal" (González-Pérez et al., 2013), mientras que la memoria verbal es la capacidad para recordar información de naturaleza lingüística.
La memoria a corto y largo plazo, son un concepto que ya anticipaba Herman Ebbinghausen en 1885, con su experimento en que él mismo memorizaba una lista de sílabas sin sentido. Logró describir las leyes básicas de la memorización, la curva de aprendizaje, y del olvido (pp.17-18). Alteraciones físicas (estructurales) de la sinapsis, ocurren cuando se desarrollan huellas de la memoria, a largo plazo. Las alteraciones estructurales más importantes son: 1.- Aumento del número de lugares de liberación de vesículas, para la secreción de neurotransmisores; 2.- Incremento del número de vesículas del transmisor; 3.- Aumento del número de terminales sinápticas; 4.- Modificaciones de las estructuras, de las espinas dendríticas (Ortega, C., 2010).
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