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De Embutidos (morcón, Longanizas, Morcillas...).


Enviado por   •  26 de Diciembre de 2012  •  874 Palabras (4 Páginas)  •  337 Visitas

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de embutidos (morcón, longanizas, morcillas...).

Otra gran opción es la del interior. Para los días nublados y lluviosos, las migas ruleras, hechas a base de harina con aceite, agua, sal y paciencia. Gazpacho jumillano, gazpacho de Yecla, perdices escabechadas o arroz con conejo. Si es el tiempo, en Calasparra, arroz con caracoles.

la mandrágora, el beleño y la belladona, plantas alucinógenas en uso por los brujos y hechiceros de la época.

El mar Mediterráneo fue un centro de gran actividad política y social en el siglo XVI y sirvió como escenario para la lucha entre el Imperio Otomano de los turcos y el Sagrado Imperio Romano de los Habsburgos. Fueron estos dos imperios los que jugaron papeles dominantes en la región y probablemente los más importantes distribuidores de las plantas americanas en los países del Mediterráneo.

El papel desempeñado por los turcos se hace evidente en la nomenclatura de las plantas americanas en el siglo XVI. El maíz aparecía en los herbarios europeos con el apelativo de “grano turco” el chile “pimienta roja turca” el guajolote “turkey”.

Los botánicos calculan que 78 plantas nuevas fueron introducidas durante los siglos de la época romana, mientras que el número de plantas introducidas a Italia durante el siglo XVI llegó a 127.

Si los granos llegaron a ser una obsesión para el hombre del Mediterráneo fue porque invariablemente escaseaban y el hambre siempre estaba en puerta.

Las hambrunas, en que la gente se moría en las calles fueron un hecho común en Italia en el siglo XVI. Las pérdidas de las cosechas, las hambrunas y las pestilencias tienden a caminar de la mano.

La homogeneidad del clima y los recursos naturales de la zona dieron lugar en toda la cuenca del Mediterráneo a una dieta con cierta uniformidad, basada en el pan, el aceite de oliva y el vino. Hubo ciertas diferencias regionales como las sopas aguadas de la Provenza francesa, la pasta italiana y el yogur de los turcos, pero ya en la Baja Edad Media, existía una dieta mediterránea identificable.

Si bien es cierto que las plantas llegaron a Europa a fines del siglo XV y durante el XVI, fue hasta el XVIII cuando adquirieron un papel significativo en la dieta cotidiana del Mediterráneo. A partir de este siglo empezaron a aparecer en los recetarios en las crónicas de los viajeros.

Empezaron a agregar el maíz y la papa a los estofados, cocidos y ollas campechanos. El frijol logró sustituir a la fabada romana en la fabada asturiana, en el cassoulet de la Provenza Francesa y el los platillos toscanos italianos.

El jitomate y el chile entraron con facilidad a las cocinas griegas y balcánicas en los guisos como la moussaka, “el pollo a la paprika” y el gulyas húngaro.

El gazpacho andaluz, antiguo platillo mozárabe, posiblemente de origen romano, tradicionalmente preparado con pedazos de pan, aceite de oliva, ajo, adquirió una nueva

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