Ensayo De Una Visita A Una Orquesta
marbeuls13 de Julio de 2014
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5ta sinfonia de beethoven
mpuesta en do menor (Op. 67) y estrenada en 1808, esta sinfonía contiene las cuatro notas más famosas de la Historia de la música. Mayor sencillez es imposible para iniciar una obra sinfónica.
Estas notas han sido interpretadas como el toque de la puerta del destino (en palabras del autor), la representación de la V de victoria en clave morse y hay quienes afirman que es una variación de una canción de Luigi Cherubini. Lo que importa más, a mi juicio, es que esas primeras notas dan cuenta de que estamos tan acostumbrados a reconocerlas, que ya no las escuchamos con atención.
El último movimiento inicia con la liberación de los flautines, contrabajos y trombones para llevarnos hasta el clímax de la obra que coincide con los últimos acordes. La máxima tensión generada por los primeros compases vuelve con la misma fuerza y explosividad en los últimos. Esto debió ser más que sorprendente y emotivo para los escuchas de la época, pues en ninguna sinfonía anterior se había dado una coincidencia entre clímax y final. La quinta de Beethoven es una obra perfecta estructuralmente. Una característica (si bien subjetiva) de toda gran sinfonía es el planteamiento de una transición de emociones a las que el escucha está expuesto. No es casual que la mayoría de las sinfonías terminen de una manera estimulante. Este es uno de los ejemplos más dramáticos de dicha transición, ya el paso de los primeros tres movimientos al cuarto constituye un trance de las sombras a la luz, pero el cierre de la sinfonía es estructuralmente el desenlace de los primeros compases y no sólo una manera de repetir un tema y terminarlo.
El escritor y crítico musical ETA Hoffmann afirmó que la música instrumental era la más alta de las formas artísticas porque abría a los escuchas el campo del infinito. Su ausencia de texto permitía a la música expresar lo que era inefable. Fue en el siglo XIX cuando la manera de escuchar música dio un cambio importantísimo con el auge de la música sinfónica. Hasta entonces, las sinfonías acompañaban o servían de introducciones de obras consideradas más importantes como las óperas. Hoffmann reseñó la quinta sinfonía de Beethoven en 1813; su reseña es un documento de gran importancia para la manera en que escuchamos la música, porque el crítico vio lo que para nosotros ahora es obvio: la música no requiere de un texto para expresar o comunicar ideas. Esto, sin embargo, fue algo muy novedoso en 1813.El último movimiento inicia con la liberación de los flautines, contrabajos y trombones para llevarnos hasta el clímax de la obra que coincide con los últimos acordes. La máxima tensión generada por los primeros compases vuelve con la misma fuerza y explosividad en los últimos. Esto debió ser más que sorprendente y emotivo para los escuchas de la época, pues en ninguna sinfonía anterior se había dado una coincidencia entre clímax y final. La quinta de Beethoven es una obra perfecta estructuralmente. Una característica (si bien subjetiva) de toda gran sinfonía es el planteamiento de una transición de emociones a las que el escucha está expuesto. No es casual que la mayoría de las sinfonías terminen de una manera estimulante. Este es uno de los ejemplos más dramáticos de dicha transición, ya el paso de los primeros tres movimientos al cuarto constituye un trance de las sombras a la luz, pero el cierre de la sinfonía es estructuralmente el desenlace de los primeros compases y no sólo una manera de repetir un tema y terminarlo.
El escritor y crítico musical ETA Hoffmann afirmó que la música instrumental era la más alta de las formas artísticas porque abría a los escuchas el campo del infinito. Su ausencia de texto permitía a la música expresar lo que era inefable. Fue en el siglo XIX cuando la manera de escuchar música dio un cambio importantísimo con el auge de la música sinfónica. Hasta entonces, las sinfonías acompañaban o servían de introducciones de obras consideradas más importantes como las óperas. Hoffmann reseñó la quinta sinfonía de Beethoven en 1813; su reseña es un documento de gran importancia para la manera en que escuchamos la música, porque el crítico vio lo que para nosotros ahora es obvio: la música no requiere de un texto para expresar o comunicar ideas. Esto, sin embargo, fue algo muy novedoso en 1813.
Obertura
Una obertura es la introducción instrumental (cuerda, madera, metal y percusión) de una ópera u otra obra dramática, musical o no. Algunas composiciones instrumentales independientes de los siglos XIX y XX también fueron llamadas oberturas por sus compositores, como es el caso de Obertura Las Hébridas de Felix Mendelssohn.
historia
Las primeras óperas, que datan de principios del siglo XVII, no tenían oberturas pero sí una introducción que hacían los vocalistas en la que realizaban un resumen de la acción que se iba a desarrollar acto seguido. Las introducciones instrumentales se comenzaron a utilizar habitualmente a mediados del siglo XVII, cuando se desarrollaron dos formas características: la obertura francesa, desarrollada por Jean Baptiste Lully, estaba compuesta de dos partes, la primera lenta y estática y la segunda rápida y con muchos detalles contrapuntísticos; y la obertura italiana, desarrollada a finales del siglo XVII por Alessandro Scarlatti, que tenía tres secciones: rápida, lenta y rápida. Éste fue el antecedente del género instrumental independiente de la sinfonía.
Hasta finales del siglo XVIII, las oberturas estaban relacionadas de algún modo con las óperas que se desarrollaban a continuación. El compositor alemán Christoph Willibald Gluck fue uno de los primeros que usó material de sus óperas para sus oberturas. De esta manera, éstas establecían el perfil emocional de la ópera que seguía. La influencia de las ideas de Gluck es evidente en la ópera de 1787 Don Giovanni de Wolfgang Amadeus Mozart, en la que por primera vez se escucha la música de las últimas escenas en la obertura. El empleo de la música utilizada más tarde en la propia ópera se puede apreciar en las tres primeras oberturas de la ópera de Ludwig van Beethoven Fidelio.
En el siglo XIX, la obertura evolucionó hacia un único movimiento, de forma similar al primer tiempo de la sonata o de la sinfonía, a diferencia de los dos movimientos de la obertura francesa y los tres de la obertura italiana. El compositor italiano Gioacchino Rossini escribió gran número oberturas operísticas, destacando la obertura de Guillermo Tell en 1829. El compositor alemán Richard Wagner extendió aún más el uso de oberturas. Las oberturas de sus óperas realizan un repaso de la acción dramática de la trama de la ópera e incorporan temas de la música del drama. En las óperas de Wagner la obertura se convierte en un preludio extenso que lleva sin interrupción a la música del primer acto. La mayoría de los compositores posteriores abandonaron la obertura por completo, aunque ésta sigue utilizándose en la opereta y en el musical.
cavatina de rosini
La Cavatina en su origen, era un aria con una sola parte, señalada por su brevedad. Luego, sinónimo de aria de presentación. En la ópera clásica y romántica designa un aria breve que sigue inmediatamente a otra larga que acaba de cantar el mismo personaje.
Rossini es como el eslabón operístico que une los siglos XVII y XIX. Con mirada retrospectiva intenta salvar los mejores logros de la pretérita etapa del rococó y el clasicismo, pero a la vez es consecuente con el momento presente y anticipa, quedándose en el umbral sin traspasarlo, lo que serían los nuevos horizontes del próximo primer romanticismo. Transforma la ópera seria, despojándola de sus rancios aromas de cartón piedra y haciéndola más lógica y humana. A la vez ahonda en el camino iniciado por sus antecesores Paisiello y Cimarosa y eleva la ópera bufa a la categoría de género mayor como demuestra, entre otros títulos, su genial “Barbero”.
En “El Barbero” se pone de manifiesto que el estilo musical de Rossini enriquece considerablemente el de su modelo de ópera bufa napolitana. El salto cualitativo en el tratamiento de la instrumentación permite una mayor gama de intensidades sonoras, a la vez que se manifiesta un gran sentido del ritmo. Desde el punto de vista vocal reserva, según la norma del género, las voces muy importantemente en la obra, está escrito para bajo – bufo y la tesitura de Basilio es de bajo. Utiliza un tenor lírico para el papel amoroso del Conde de Almaviva, mientras que el papel de protagonista femenino, Rosina, está escrito para mezzo o contralto aguda de coloratura. El papel de “seconda donna”, en este caso Berta, es para soprano. Pero sin duda el verdadero hallazgo del maestro es confiar el papel del protagonista, Fígaro, a un barítono, con lo que consigue acentuar los aspectos cómicos por el contraste muy nítido respecto a la voz del señor. La obra consta de una obertura, nueve números para solista, cinco dúos, un trío y dos sextetos con coro.
Casi al comienzo del Acto I se encuentra la famosa cavatina* de Figaro “Largo al factotum della cità... (Paso al factotum de la ciudad) en la que Rossini es capaz de deslumbrarnos con sus mejores armas y presentar al protagonista mediante un verdadero retrato musical (cualidad reservada a muy pocos compositores de ópera), en la que aparecen las virtudes que adornan al personaje: joven, seguro de sí mismo, simpático, activo, y audaz, astuto, pero con una sabiduría de pueblo no exenta de bondad... papel de gran lucimiento pero de extremada dificultad, tanto dramática como musical, al tener que expresar la malicia y socarronería del personaje, con todos los matices antes señalados, y a la vez poseer
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