ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Las Formas En La Escena


Enviado por   •  12 de Enero de 2015  •  4.576 Palabras (19 Páginas)  •  201 Visitas

Página 1 de 19

ARTE DRAMÁTICO

A menudo, esta expresión se utiliza en el sentido más general de «teatro», para designar al mismo tiempo la práctica artística (hacer teatro) y el conjunto de obras, textos y literatura dramática que sirve de base escrita a la representación o a la puesta en escena. Así pues, el arte dramático es un género dentro de la literatura y una práctica vinculada a la interpretación del actor que encarna o muestra un personaje ante un público.

ARTE TEATRAL

Arte teatral es una alianza de palabras que contiene en germen todas las contradicciones del teatro: ¿es éste un arte autónomo que tiene sus propias leyes y posee una especificidad* estética? ¿O bien no es otra cosa que la resultante —síntesis, conglomerado o yuxtaposición— de diversas artes como la pintura, la poesía, la arquitectura, la música, la danza y el gesto? Ambos puntos de vista coexisten en la historia de la estética. Pero se trata, en primer lugar, de interrogarse sobre sus orígenes y su tradición occidental.

1 • Orígenes del teatro

La riqueza infinita de las formas y de las tradiciones teatrales a lo largo de la historia hace imposible una definición, incluso muy general, del arte teatral. La etimología de la palabra griega theatron, que designaba el lugar desde donde los espectadores veían la representación sólo explica parcialmente un componente de este arte. En efecto, arte visual por excelencia, espacio del voyeurismo institucionalizado, el teatro, pese a todo, ha sido «reducido» muy a menudo a un género literario, el arte dramático, cuya parte espectacular fue considerada, desde ARISTÓTELES, como accesoria y necesariamente sometida al texto.

A esta dispersión de las formas teatrales y de los géneros dramáticos corresponde una similar diversidad de las condiciones materiales, sociales y estéticas de la empresa teatral: ¿qué vínculo puede existir, por ejemplo, entre un ritual primitivo, una obra de bulevar, un misterio medieval o un espectáculo de la tradición india o china? Los sociólogos y los antropólogos tienen serias dificultades para determinar las motivaciones de la necesidad de teatro en el hombre. Han mencionado sucesiva —o simultáneamente— el deseo mimético, el gusto por el juego de niños y adultos, la función iniciadora del ceremonial, la necesidad de contar historias y de burlarse impunemente de un estado social, el placer que proporciona metamorfosearse en el actor. El origen del teatro habría sido ritual* y religioso, y el individuo, fundido en el grupo, habría participado en una ceremonia, antes de delegar poco a poco esta tarea al actor o al sacerdote; el teatro sólo se habría separado progresivamente de su esencia mágica y religiosa y se habría hecho lo suficientemente fuerte como para desafiar a esta sociedad: de ahí las dificultades históricas que caracterizan su relación con la autoridad, con la ley, por no decir con su simple derecho de ciudadanía. Sea cual sea el valor de tales teorías, el teatro de hoy no tiene nada que ver con este origen cúltico (salvo en algunas experiencias de un retorno al mito o a la ceremonia que buscan, siguiendo a ARTAUD, la pureza original del acto teatral). Se ha diversificado hasta el punto de responder a numerosas nuevas funciones estéticas y sociales. Su desarrollo está íntimamente ligado al de la conciencia social y tecnológica: ¿acaso no se predice periódicamente su inminente desaparición ante la invasión de los medios de comunicación* y de las artes de masas?

2 • La tradición occidental

Aunque la cuestión de la esencia* y de la especificidad del arte teatral siempre tiene algo de idealista y de metafísico, muy alejado de la realidad de las prácticas teatrales, podemos enumerar, al menos, para nuestra tradición occidental, algunos rasgos característicos de este arte, desde los griegos hasta hoy. La noción de arte difiere de la de artesanado, de técnica o de ritual: incluso si tiene a su disposición diversas técnicas (de la interpretación, de la escenografía, etc.) y sigue poseyendo una parte de acciones prescritas e inmutables, el teatro desborda el marco de cada uno de sus componentes. Presenta siempre una acción (o la representación mimética de una acción) a través de actores que encarnan o muestran para un público reunido en un tiempo y en un lugar más o menos organizados para acogerlo. Un texto (o una acción), un cuerpo de actor, un escenario, un espectador: ésta parece ser la cadena obligada de toda comunicación teatral. Cada eslabón de esta cadena adopta, sin embargo, formas muy diversas: el texto es sustituido en algunas ocasiones por un estilo de interpretación no literario, incluso si se trata de un texto social igualmente fijo y legible; el cuerpo del actor pierde su valor de presencia humana cuando el director de escena lo convierte en una «supermarioneta*» o cuando es reemplazado por un objeto o un dispositivo escénico figurado por la escenografía; el escenario no tiene por qué ser el de un edificio teatral construido específicamente para la representación de obras dramáticas: una plaza pública, un hangar o cualquier otro lugar «desviado» pueden prestarse perfectamente a la actividad teatral; por lo que se refiere al espectador, es imposible eliminarlo totalmente sin transformar el arte teatral en un juego dramático donde todos son participantes, en un rito que no necesita ninguna mirada exterior para ser llevado a cabo, o en una «actividad de capillita», un «autoteatro», totalmente encerrados en sí mismos y sin ninguna apertura crítica sobre la sociedad.

El arte dramático se basa originariamente (con La República de PLATÓN o la Poética de ARISTÓTELES) en una distinción entre la mímesis (representación de las acciones por imitación directa) y la diégesis (relato de estas mismas acciones por un narrador). La mímesis se convierte, posteriormente, en la marca de la «objetividad» teatral (en el sentido de SZONDI): los él de los personajes (actuantes y parlantes) son dialogados por el yo del autor dramático; la re-presentación se ofrece como imagen de un mundo ya constituido. De hecho, hoy sabemos que la representación mimética no es directa e inmediata, sino una transformación en discurso del texto y de los actores. La representación teatral comporta un conjunto de directivas, consejos y órdenes contenidos en la partitura* teatral, texto y acotaciones escénicas.

La distinción y la jerarquía entre los géneros no tienen nada de rígido y de definitivo, tal como pretendía la poética clásica, basada en una visión normativa de los géneros y de sus funciones sociales. Todo el arte teatral contemporáneo denuncia esta tripartición teatro/poesía/novela. Igualmente, la polaridad

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (28.9 Kb)  
Leer 18 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com