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Leólo: La Complicidad Narrativa Entre Palabra E Imagen


Enviado por   •  19 de Junio de 2013  •  1.727 Palabras (7 Páginas)  •  429 Visitas

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Desde los tiempos del arte griego se sostiene que un poeta debe desempeñarse en su oficio a la manera de un pintor, y que éste, a su vez, involucrarse con las imágenes de la misma forma en que el poeta escribe. Ahora, cuando se trata de tiempos más recientes, ésta interdisciplinariedad ha encontrado diferentes posibilidades por la obvia desintegración de éstos géneros artísticos en escuelas, movimientos, tendencias, etc…también porque esta época, en términos de público, ha confiado su entretenimiento y disfrute a una práctica en específico: el Cine. El Cine, entendido como una narración audio-visual, lo advertimos rápidamente, debe buscar sus fuentes prestadas de las artes anteriores a su aparición; como un género independiente de su entorno, el cine no estaría en posibilidades de darse pues no sería más que una abstracción sin función ni atracción para el espectador. Es ésta la razón por la que el Cine se apoya sobre las grandes novelas o best-sellers de una época para establecer sus propias narraciones de la misma forma en que recoge las técnicas de la fotografía para su textura visual y las obras del arte plástico para la composición. El cine es una suerte de práctica mixta en la que cada elemento, una vez recluido, cumple la función específica de enriquecer la experiencia visual. Este es el caso de la película Leólo con respecto a las letras, específicamente en el campo de la escritura.

En la segunda y última película del director canadiense Jean Claude Lauzon (1953-1997), conocemos la vida de un niño franco-canadiense de nombre Leo, quien no acepta las condiciones bajo las que nació. Circunstancia que nos llevará a través del polo más íntimo del protagonista de ésta narración. Más que el simple hecho de que todos sus pensamientos sean el hilo que le da soporte a las situaciones e imágenes que van formando el complejo mundo de la narración, se trata de que ésta intimidad rebasa un simple proceso psíquico y se convierte, a falta de un mejor término, en una experiencia espiritual. Aunque el tema de éste ensayo se enfoque en qué tanto apoya, e incluso determina, el elemento literario al relato fílmico, este aparte también tendrá peso en el desarrollo, pues su circunstancia de complicidad y confesión con el espectador hacen de Leólo una experiencia tan radicalmente personal como la lectura de un libro.

Desde el momento en que Leo empieza a narrar su historia personal, negando aquello que los otros puedan decir sobre él, entramos a una oposición entre un punto alejado en el mapa que viene siendo, obviamente, el protagonista, frente a la realidad que los otros viven y determinan de igual forma, automáticamente, sobre Leo. La narración, insinuamos, tiene dos vertientes opuestas bajo las que el espectador, a fin de cuentas, tendrá que emitir un juicio. El voz off no sólo se convierte en una técnica narrativa sino aquello a través de lo cual el director –también escritor del guión- quiere retar los prejuicios morales de su público.

Leo no acepta, primariamente, dos condiciones con alta relevancia ética en las convenciones sociales: la paternidad y la nacionalidad. El mundo real bajo el que se desarrolla la película he querido que Leo naciera en Canadá y fuese hijo de un sujeto gordo y bajito que trabaja en una fábrica. Leo establece desde el inicio una narración fantasiosa y perturbadora en la que le atribuye su nacimiento a un descarado trabajador en la cosecha de tomates de Italia. Esto hace que para Leo su padre sea un italiano sin rostro y que se verdadero nombre sea el de Leólo Lozone. Desde un inicio nos enfrentamos a un niño sin miedo a enfrentar todo aquello que no lo satisface y con lo que no se siente identificado. Pero el reto de Leólo, en adelante, no va a ser el de la sugerente imagen de un pequeño alzándose sobre los gigantes empuñando sus manos. Es dentro de la imaginación de Leólo que tienen lugar sus posturas apátridas. Su confesión por el gusto de la belleza italiana, su necesidad de que su padre muestre rasgos de fuerza, de rebeldía sobre la rutina laboral, todo es producto de la realidad inalterable que son las palabras descubiertas por Leo en un libro de inexacta procedencia. De ahí en adelante, nos confesará, leer y escribir es lo único con lo que compensa la realidad externa en la que no es capaz de encontrarse. Es decir, aquella realidad que nos es dada inmediatamente por el plano, la escena cinematográfica.

La realidad de Leólo, a través de la película, empieza a mostrar declives en la medida en que juega con elementos que podrían parecer clichés diseñados a propósito por parte del director para advertir al espectador de su posible debilidad. Me refiero, en particular, a una escena curiosamente conmovedora en la que el papá de Leo lleva a sus hijos al parque y juega con ellos, dándole vueltas a través de su panza con sus manos, de la misma forma en que un padre cariñoso lo haría. Aquí es cuando el espectador podría empezar

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