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Macbeth vs Henry V


Enviado por   •  17 de Agosto de 2022  •  Ensayos  •  5.095 Palabras (21 Páginas)  •  136 Visitas

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INTRODUCCIÓN

En muchos aspectos, la vida y obra del norteamericano Orson Welles y del irlandés Kenneth Branagh parecen transcurrir paralelas durante un buen trecho de sus primeros años como actores, directores de escena y cineastas.

Ambas vidas, aunque separadas por casi medio siglo, comparten su pasión por el teatro, y muy particularmente por la obra de Shakespeare. Ambos hombres destacaron desde muy jóvenes en las artes escénicas, y ambos tuvieron sonados éxitos de crítica y público casi desde el principio de sus carreras. Welles, como actor y director de dramatizaciones radiofónicas; Branagh, como actor y productor teatral. Tanto Welles como Branagh formaron sus propias compañías teatrales, y los dos muy pronto dieron el salto al cine, granjeándose con sus primeras obras fílmicas el respeto de la industria y el favor de los espectadores.

Aunque Welles pronto encontraría dificultades para desarrollar su creatividad según su propio y anárquico método de trabajo dentro del rígido sistema de estudios del Hollywood clásico, en todas las películas que dirigió y en la mayor parte de los personajes que interpretó podríamos encontrar referentes procedentes de o inspirados por la obra de Shakespeare. Sin embargo, debido a su acelerada caída en desgracia entre las productoras estadounidenses, sólo pudo concretar esa pasión vital y profesional en forma de una trilogía fílmica que empieza en los Estados Unidos con Macbeth, continúa en Italia con Othello, y finaliza en España, 17 años después, con Campanadas a medianoche, un compendio de cinco obras teatrales centrado en el personaje de Falstaff.

Branagh, al igual que Welles hizo con Ciudadano Kane, triunfa con su opera prima cinematográfica, aunque él sí lo hace desde el principio con una adaptación shakesperiana: Enrique V. No es más que un matiz de orden, un accidente cronológico: Macbeth bien podría haber sido la primera película dirigida por Welles, y Ciudadano Kane, una de las postreras; de igual forma, Branagh ha ido alternando éxitos y fracasos dentro de su filmografía, lo que nos deja el camino libre para contemplar ambas películas, Macbeth y Enrique V, como lo que son: sencillamente dos grandes adaptaciones de Shakespeare dirigidas por dos grandes cineastas.

Existen motivos, pues, que hacen interesante realizar un ejercicio comparativo entre ambas películas, más allá de la personalidad y detalles biográficos de sus directores. Ese será el objeto de este ensayo, en el que intentaré establecer los puntos de contacto y de divergencia entre dos películas que, pese a no tener la misma obra teatral como base, sí reúnen características que hacen posible realizar un análisis en conjunto que permita extraer alguna conclusión relevante.


MACBETH CONTRA ENRIQUE V

A pesar de que Welles ya tenía experiencia como cineasta cuando dirigió Macbeth, ésta fue su primera adaptación de una obra de Shakespeare a la gran pantalla. No obstante, como director teatral ya había dirigido montajes basados en diversas obras del dramaturgo inglés, por lo que esos dos factores le daban cierta ventaja a la hora de abordar una adaptación exitosa. De hecho, debido a la escasez presupuestaria con la que tuvo que trabajar, Welles debió recurrir a todo su bagaje profesional, tanto teatral como cinematográfico, para poder sacar la película adelante.

Branagh debuta como director de cine con su Enrique V, aunque como Welles tenía ya experiencia como director de montajes teatrales; también como en el caso de Welles con su Ciudadano Kane, Branagh llegaba a la industria cinematográfica precedido de una extraordinaria fama de genio teatral y con cierta tendencia a la megalomanía[1]. Y en efecto, Branagh enfoca el proyecto con gran libertad creativa y maestría escenográfica, tras lo cual muchos críticos lo calificarán como legítimo sucesor del actor británico Lawrence Olivier.

Pese a sus diferencias presupuestarias, ambas películas son las primeras adaptaciones que realizaron dos grandes conocedores de la obra de Shakespeare, por lo que cabe suponer que volcaron en ellas gran parte de sus respectivas interpretaciones sobre lo que debe ser el teatro en el cine, o mejor aún, el cine como medio moderno de producción teatral; una visión que irían corrigiendo y ampliando en sus posteriores trabajos, pero que en todo caso ya nos dan los parámetros básicos en los que se van mover en adelante Branagh y Welles.

En el caso de Welles, Macbeth es también importante porque es el segundo film en el que controla por completo el montaje, y tal como apunta Andrés Bazin (Bazin, 1973), “Welles no se reconoce plenamente autor más que de los filmes que él mismo ha montado por entero”. A pesar de que, como el propio Bazin indica, Welles hace del vicio virtud y sobre la escasez presupuestaria sabe construir lo que, posteriormente, sería la técnica de puesta en escena habitual de la televisión, Macbeth resulta, desde el punto de vista actual, una propuesta puramente cinematográfica y notablemente moderna.

Enrique V es, como Macbeth, voluntariamente teatral, yendo incluso más allá que la película de Welles al mostrar, en algunas secuencias, el artificio oculto tras las bambalinas. Sin embargo, en este caso la fotografía resulta algo menos rústica, lo que en gran medida se debe a una mayor abundancia de los medios con los que contó Branagh para plantear su puesta en escena.


MACBETH SEGÚN WELLES

Antes de llevar Macbeth a la gran pantalla, Welles ya había dirigido su puesta en escena, para la que había elaborado una versión condensada pensada para un tipo de espectador de perfil bajo, cuya duración era aproximadamente la mitad que la versión original completa.

Hay que tener en cuenta que Welles tenía una amplia experiencia adaptando obras teatrales al formato radiofónico, y que probablemente quiso aplicar esa experiencia, que exigía un esfuerzo de síntesis y de traducción entre dos idiomas distintos (el de la radio como medio de comunicación popular masivo, y el del teatro como forma de artes para la élite cultural), para hacer llegar al gran público su pasión por Shakespeare en el marco de la celebración del centenario de Utah, en Salt Lake City.

De esta forma, Welles decide rentabilizar esa versión teatral ya reducida (que, por otra parte, había sido un notable éxito), y elaborar a partir de ella un tratamiento cinematográfico. No fue, sin embargo, lo único que Welles aprovechó de aquel montaje. Volvió a reunir a la misma plantilla de actores, y tras pulir el guión mediante los ensayos previos, realizó una grabación de la interpretación en el estudio de sonido. Todos los trabajos de producción de la película se articularían entorno a esta grabación, incluyendo la fotografía.

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