Marbury Vs Madison
guillermovera6 de Diciembre de 2011
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MARBURY VS MADISON
HISTÓRICO
El control de la constitucionalidad de las leyes tiene en uno de sus antecedentes más significativos el Judicial Review de los Estados Unidos, profundas raíces y motivaciones políticas que hacen de la pureza jurídica de las decisiones de la Suprema Corte de ese país, una afirmación engañosa y sin ningún sostén histórico lo que lleva a sostener que la protección de los derechos humanos por la vía jurisdiccional en ese país cuanta con motivaciones políticas más que de índole jurídica; indiscutiblemente el caso Marbury vs Madison es la decisión más conocida del control de la constitucionalidad de las leyes. Esta sentencia además de marcar el inicio para el Judicial Review es importante para comprender el surgimiento del poder judicial como poder político. No es extraño que la sentencia se haya resuelto en medio de un entorno totalmente político.
La propia historia constitucional de Inglaterra que a su vez sirve de fundamento para el judicial review respalda la relación política con la administración de justicia.
Por tratar de anular la subordinación del juez al rey y de desechar la conceptualización de la administración de justicia como una delegación real, Coke enfrentó cinco veces al rey, desde 1605 hasta 1616, con lo cual se granjeó su enemistad y, en el último año, propició que fuera removido como magistrado presidente después de haber ocupado tan sólo tres años en ese alto cargo.
Sin embargo, el mito de la inocuidad política del Poder Judicial se debe a la obra de John Locke, Montesquieu y a los artículos de El Federalista que determina que el poder judicial resulta la rama de gobierno “menos peligrosa” pues posee únicamente juicio.
Quizá el primer antecedente de la anulación de una ley por ser contraria a una norma superior, lo constituye el caso Winthrop vs Lechmere que fuera decidido por el máximo tribunal colonial, que lo era el Consejo Privado (Pivy Council) del Rey en Inglaterra. Desde 1699 se había dictado en la Colonia de Connecticut una ley de distribución de la masa hereditaria de manera proporcional respecto al número de descendientes de un deudo que muriera intestado. Para el primogénito de los hijos, la ley colonial sólo contemplaba una porción doble con respecto a los demás hijos, pero en Inglaterra recibiría la totalidad de la herencia.
El primer conflicto sobrevino cuando los hijos del general Winthrop, John su primogénito, y Ana disputaron cuantiosas propiedades de su padre.
Los tribunales de la Colonia le asignaron a los dos hijos las porciones correspondientes, sin embargo, John apeló declarando que la ley de Connecticut era completamente nula y no autorizada por la Carta de aquella Colonia por lo que quedaba sin fuerza o efecto alguno.
Este tipo de resoluciones fue posteriormente adoptado por los tribunales estatales de la independizada nación de Estados Unidos. En la resolución de Commonweatlh vs Caton decidido por John Wythe en 1782, expresó:
“Si la Legislatura, en un evento deplorable, intentara traspasar los límites que el pueblo le ha impuesto, yo, al administrar la justicia pública de la nación, ejercería los poderes unidos de mi posición en este tribunal y, basándome en la Constitución le diría: Aquí está el límite a tu autoridad y hasta aquí debes llegar, pero no más allá”.
De esta manera, la simbiosis de la jurisprudencia inglesa se fusiona con la supremacía constitucional de los Estados Unidos para dar origen a la Revisión Judicial.
“El poder de la Asamblea está limitado y definido por la Constitución. La Constitución es… la ley fundamental e inalterable por el Legislador… Por tal razón, una ley de la asamblea, inconsistente en la Constitución es nula”.
Cuando en 1803 se resuelve Marbury, la Suprema Corte había resuelto el problema fundamental de la supremacía constitucional frente a la inconsistencia de la legislación secundaria, gracias a la tradición inglesa; pues por ejemplo, en la resolución del caso Hayburn, mediante el cual una ley federal relativa a las pensiones de los combatientes en la Independencia, es igualmente declarada nula por la Suprema Corte, por contravenir a la Constitución. En ninguno de estos antecedentes participó Marshall pero fueron sus colegas ministros quienes se encargaron de determinar estos principios, como James Wilson, Samuel Chase, William Cushing, y William Paterson.
La carrera profesional de Marshall fue combinada con actividades políticas desde el inicio. En 1792, su amigo, Alexander Hamilton lo promueve para ocupar el cargo de representante ante el Congreso Federal, pero Jefferson, al tratar de alejar a Marshall de la política y designarlo como Juez, profetizó su carrera judicial.
Marshall rechaza en 1795 las propuestas para ocupar los cargos de Procurador General y de Embajador en Francia. Al año siguiente participa como litigante en el importante caso Ware vs Hylton el cual sirve de precedente para determinar la importancia de los tratados internacionales respecto de la legislación interna de los Estados Unidos. En este precedente la Suprema Corte determinó que los tratados internacionales tienen la misma categoría que las leyes federales; sin embargo, las leyes locales debían plegarse a lo pactado en los convenios internacionales. Esta tesis fue posteriormente desarrollada en 1936 en el caso United States vs. Curtiss.Wright Export Co. y tomada puntualmente en la Tesis número LXXVIII/99 de la Suprema Corte Mexicana.
Antes de la muerte del diputado Constituyente James Wilson, John Adams le ofrece por primera vez en 1798 a John Marshall el cargo de Ministro; pero éste prefiere optar por el cargo de representante o Diputado Federal ante Congreso, del cual se convierte en líder de la cámara.
En 1799, en el caso de extradición del británico Thomas Nash, Adams había aceptado entregarlo, lo cual causó gran conmoción entre los enemigos de Adams quienes utilizaron esto para criticarlo por abuso de su parte de facultades en las relaciones internacionales, exigiendo que fuera el poder Judicial quien decidiera las extradiciones. Ante esto, Marshall apoyó en el Congreso la tesis que le correspondía al Ejecutivo la total conducción en las relaciones exteriores. Quizá por este crucial apoyo Marshall fue invitado por el Presidente para ocupar la Secretaría de Estado que era la encargada de las relaciones exteriores en 1800, pero en el cargo sólo duró unos meses pues en 1801 fue invitado a ser el cuarto presidente de la Suprema Corte de Justicia de los Estados Unidos a sus cuarenta y cinco años de edad.
En esos años la Corte se estableció en un cuarto del Palacio Legislativo conocido como el Capitolio. El puesto de presidente de la Corte no representaba un cargo políticamente apetecible en los albores de la historia constitucional del país. El primero en ser designado, John Jay tomó posesión en 1790 pero en 1795 prefirió renunciar al cargo para presentarse en las elecciones de Gobernador en el Estado de Nueva York; después le sucedieron John Rutledge y Oliver Ellsworth quienes duraron un corto periodo en el cargo.
Ante el rechazo de Jay, Adams propuso inmediatamente a su secretario de Estado John Marshall, quien fue ratificado el 27 de Enero de 1801.
La concepción del propio Marshall sobre su trabajo judicial era modesta; Marshall había confesado haber aceptado el cargo porque así contaría con el tiempo suficiente para realizar su anhelo intelectual más preciado: escribir una biografía, lo más completa posible de George Washington; y en 1802 a 1804 salieron publicados cinco volúmenes de su monumental obra biográfica sobre Washington. La importancia de Marshall, sin embargo, no es como biógrafo, sino como aquél que transformó el puesto despreciado de Presidente de la Suprema Corte en uno de los cargos de mayor influencia en los Estados Unidos al crear lo que se ha denominado la tradición judicial americana.
La motivación que tuvo Marshall para decidir en el sentido en el que lo hizo y que tendía a investir de dignidad y poder a la rama judicial de gobierno, así como de fortalecer en general a los poderes federales frente a los potentes y celosos gobiernos de los Estados, estaba enmarcada en objetivos partidistas bien definidos.
Para valorar la actuación de Marshall es necesario analizar su relación personal con Jefferson. Marshall había apoyado a Aaron Burr desde 1798 creando con ello una enemistad con Jefferson. A pesar de la antipatía personal, Marshall era un miembro distinguido del partido federalista cuya cabeza había sido Alexander Hamilton, principal enemigo político de Jefferson, quien a su vez era el dirigente de otro partido denominado republicano.
El partido de Hamilton tendía al fortalecimiento de un gobierno nacional y veía con simpatía las medidas económicas unitarias como la creación de un banco nacional. Por su parte, el partido de Jefferson abogaba por una supremacía del Poder Legislativo, la adopción de un catálogo de derechos humanos y respeto a las autonomías de las entidades federativas, a los cual se denominó los derechos de los Estados.
Durante el gobierno de Adams teniendo como vicepresidente a un miembro del partido opositor, Jefferson, los choques dentro del propio poder Ejecutivo debilitaron a la presidencia y a través de la Enmienda XII de 1804 se eliminó la posibilidad de esa competencia haciendo de las candidaturas a la presidencia y a la vicepresidencia una sola fórmula electoral.
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