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OR SILENCE FINAL


Enviado por   •  19 de Octubre de 2017  •  Trabajos  •  42.421 Palabras (170 Páginas)  •  244 Visitas

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S… is for  SUCCESS

Aún podía recordar cuando su esposo llegó a  casa cerca de la madrugada y le dio la espantosa noticia. Victoria se encontraba sentada en el amplio sofá negro de la sala de estar, mirando atentamente a los dos pequeños niños jugando en la enorme alfombra. Era una casa verdaderamente grande, pero eso no evitaba que las cantarinas e infantiles risas se oyeran menos. Era cerca de la media noche pero los niños no mostraban ni un atisbo de sueño. Correteaban a través de los muebles, que por su gran tamaño parecían arboles formando perfectos escondites para ellos. Victoria sonrió con tristeza al observar la alegría de sus hijos. Se inclinó hacia delante y tomó de la mesita marrón una luminosa fotografía enmarcada, que mostraba la imagen sonriente de ella y su hermano mayor Lachlan, o “Lockie” como ella le decía. El hombre alto y de cabello negro miraba sonriente a la cámara mostrando una hilera de dientes blancos y perfectos, al tiempo que abrazaba a una Victoria mucho más joven y risueña.  Habían pasado dos años desde su repentina muerte en un accidente de tránsito, un mal funcionamiento de su auto lo condujo hacia su prematura muerte. Fue fugaz y repentino como ninguna otra cosa.  Lagrimas silenciosas se deslizaron por la mejilla de Victoria al tiempo que tocaba el rostro del joven en la fotografía. Fue tan duro para ella como para Renzo, su esposo. Él y su hermano fueron amigos toda la vida.

Cuando se conocieron, ambos venían de mundos muy diferentes, Lachlan y Victoria Santoro eran afortunados, no poseían grandes riquezas, pero su familia gozaba de los suficientes ingresos como para ofrecerles una buena vida, asistieron a prestigiosas escuelas, e incluso Lachlan se graduó de economista en la universidad local. Estudiar esa carrera ayudó a su hermano a entender el mundo del dinero, cómo funcionaban los negocios y las ventas, porque si había algo que Lachlan adoraba y anhelaba era todo tipo de riquezas, la fama, los lujos, no se conformaba con la vida que tenía, siempre aspiraba a más, y ese deseo era el que compartía con Renzo Salvatore, un joven italiano, solitario y desamparado podría decirse; no tuvo una infancia fácil ni mucho menos una familia que lo apoyara. Su padre trabajó por años en un pequeño restaurante italiano de la ciudad hasta cuando fue despedido por sus constantes faltas y ataques bipolares debido al alcohol. Renzo empezó a trabajar por su cuenta, obteniendo múltiples pagas mínimas, para mantener a su padre alcohólico, quien al cabo de un tiempo desapareció con una mujer pueblerina dejando a Renzo a su suerte. En ese momento, el italiano entendió que si quería algo debía conseguirlo el mismo. Empezó a trabajar como comerciante clandestino en las calles, vendiendo cigarros y licor amargo, nada muy extraordinario, pero le servía para sobrevivir. El día en que conoció a Lachlan, este había perdido su empleo como consultor financiero en una empresa trasnacional quebrada. Ambos hombres coincidieron en el mismo restaurante italiano que otorgó trabajo al padre de Renzo meses atrás. Los dos desdichados se bebieron una botella de coñac barata y se apoyaron mutuamente. Renzo se sorprendió cuando Lachlan fue a buscarlo a la semana siguiente con la propuesta de formar una alianza. Ambos se complementaban, Lachlan tenía los conocimientos y Renzo esa “experiencia de calle”, esa visión que solo alguien con sus vivencias podría tener.  Motivados por la idea de sus sueños perdidos, se iniciaron juntos en el mundo de los negocios. Finalmente, gracias al préstamo de un banco y los contactos clandestinos de Renzo, pudieron saborear su momento de gloria con la apertura de Doble S Brotherhood, un club nocturno, cuyo target orientado hacia los hombres más prestigiosos de la ciudad atraía dinero como moscas. Hombres ricos, millonarios en busca de un lugar donde relajarse, beber un trajo, disfrutar de hermosas mujeres e invertir dinero en los casinos. Era un lugar lo suficientemente exclusivo como para realizar uno que otro negocio, una hermandad donde todos se conocían y solo entraban los más privilegiados. Noches de diversión y desenfreno llegaron a la ciudad con la apertura del club Doble S, cuyo éxito siguió creciendo hasta tener más de tres sucursales en toda la cuidad, las cuales involucraban, casinos y bares.  

Salvatore y Santoro crearon su propio imperio, una vida exitosa llena de lujos y riquezas, como siempre lo desearon, aun así ninguna mujer exuberante de sus clubes había logrado obtener sus corazones. Solo el italiano mostraba cierto interés por la hermana pequeña de su socio. La conexión fue instantánea. Victoria era muy hermosa, su cabello negro caía descaradamente sobre su cintura y sus  enormes ojos verdes contrastaban perfectamente con su piel de porcelana. Renzo no podía apartar la vista de ese provocativo lunar cerca de la comisura de sus labios que lo incitaban a robarle uno que otro beso. Victoria  tampoco era indiferente al éxito de Renzo y de su hermano; mentiría si dijera que ella no disfrutaba una vida de lujos y comodidades, pero fue la mirada de Renzo lo que la atrapó por completo, una mirada penetrante e inquisidora sumamente indescifrable al igual que sus pensamientos. Era un hombre misterioso y recatado, un mar de secretos por descubrir que se le presentaban del modo más sensual posible. De manera inevitable cada uno engatusó a su presa, y después de la esperada boda, Renzo compró una enorme mansión a la cual se mudaron para iniciar una familia. Los constantes negocios de Renzo no le permitían pasar mucho tiempo en casa, y cuando se encontraba en la misma pasaba la mayoría del tiempo encerrado en su oficina reunido con algún socio. Desde la muerte de su hermano, Renzo se había ensimismado aún más en su trabajo, supuestamente tratando de llenar el vacío que dejo Lachlan. Ahora él  era el principal mangante del negocio.

Victoria suspiró con pesar, la relación con su hermano le recordaba tanto a sus hijos, no solo por la diferencia de edad la cual compartían, sino por esa complicidad, esa conexión invisible que solo los hermanos podían sentir. Deseaba tanto que Lockie estuviera ahí, hubiera sido el mejor tío de todos, siempre alegre, soltando una de sus pesadas bromas que la hacían enojar y reír al mismo tiempo.

-¡Mamá mírame!- la voz de su hijo la sacó de sus pensamientos. Victoria se secó las lágrimas con rapidez y soltó una pequeña risa al observar a Piero sostener los bracitos de Lucy para evitar que cayera de frente contra el suelo; el elevado sillón era muy alto para la niña y rápidamente tendió los brazos a su hermano mayor, quién la atrapó ágilmente y la bajó del mismo con cariño. Aunque solo tenían dos y seis años, Piero y Lucy eran los niños más traviesos del mundo y Victoria no podía negarles nada, amaba pasar tiempo con ellos y consentirlos como nadie, después de todo, pasaba mucho tiempo sola en su gigantesco hogar. Su vida consistía en cuidar de la casa, los niños y vestirse elegante cuando Renzo la llevaba a una que otra cena o fiesta de gala. Disfrutaba de esos momentos cuando podía lucir sus espectaculares y costosos vestidos de marca, para finalmente después de la fiesta, ser compensada por su esposo en una noche de lujuria y placer, cosa que tampoco le molestaba en lo absoluto. A pesar de esto, tantas horas de soledad ponían a Victoria a pensar... ¿Por qué no llega?... ¿Por qué se tarda?... ¿Y si está con otra?... Una zorra de sus clubes...

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