Reseña Mundo Grúa – Guillermo Gambini Egúsquiza

Reseña Mundo Grúa – Guillermo Gambini Egúsquiza (20180355)

Mundo Grúa es un largometraje argentino de 1999 dirigido por Pablo Trapero, que cuenta la historia de Rulo, un tipo soltero de unos 50 años que empieza a trabajar en Buenos Aires como operador de grúas en busca de mantener su vida a flote, en contraste con su breve pasado gloriosos como miembro de una banda. A la par, la película narra la vida cotidiana de Rulo y sus momentos de ocio, su relación con sus amigos, su madre y su hijo, así como el inicio de su relación amorosa con Adriana. El escenario en el que se desarrollan los hechos es uno de precariedad laboral, lo cual llevará a Rulo a mudarse a una ciudad del sur para poder seguir laburando.

El contexto de la película es significativo, la década de los 90s vio la implementación en Argentina de políticas neoliberales que afectaron particularmente al mundo del trabajo, no solo con nuevas regulaciones, sino también al desregularizar ciertas zonas. Gran parte de esas políticas neoliberales formaron parte de una modernización de la sociedad, la idea del progreso se vincula con la confianza en lo moderno. Y lo moderno se aplica por medio de transformaciones, ya sean urbanas políticas, urbanas, científicas o tecnológicas.

Entonces, hay una confianza genuina en la modernización, pero cuando estos procesos se dan de manera abrupta, provocan una crisis que está más orientada por la búsqueda de beneficios económicos que por el bienestar social. Eso se ve en Mundo Grúa. En Rulo vemos a un personaje que no se puede reinsertar en un mundo laboral que le resulta ajeno ni puede seguir en lo que hacía anteriormente, la música, pues las transformaciones del trabajo no solo se dan en el rubro fabril, sino también en el arte, que no siempre es considerado como trabajo. La película es parte de un proceso de modernización.

El trabajo está en instancias de crisis y los 90s son una manifestación privilegiada de los cortes temporales. Atrás queda el mundo fabril y el mundo musical. En el presente no hay regulación, solo hay inestabilidad. Rulo entra a la obra de construcción en un momento en el que este mundo está fuera de tiempo y no regulado, el tiempo de saber manejar la máquina ya no le sirve.

La película se construye a partir del contraste: el padre que busca trabajar a todo costo contra el hijo que representa a una generación más joven y que no tiene una cultura de trabajo; el pasado donde se encontraba en el lugar de trabajo un espacio seguro contra un presente donde impera la incertidumbre; el mundo sólido de antaño, cuyo emblema es la fábrica y la máquina, contra flexibilización del trabajo a partir de los 90s.

Para mostrar esto, Trapera crea una tensión entre la ficción y lo documental, difuminando los límites de lo real. Esto se ve en la elección de actores dado que protagonista no es profesional, así como hay un repertorio de actores nuevos, o por el tipo de uso del blanco y negro y de planos fijos de la ciudad (y algunos planos medios), que intensifica el plano documental, es decir, la intención de retratar algo que verdaderamente ocurrió: gente que se ha quedado sin trabajo y que no pueden reinsertarse en el nuevo mundo laboral, ni hay seguridad por parte de las empresas.

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